V E I N T I O C H O

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Después de esa "pelea" (que en realidad, no llegó a ser pelea, si no, un leve malentendido entre ambos adultos) todo iba marchando sobre ruedas.

Sí, efectivamente Steve ya no saludaba a Tony con un beso -al menos no fuera del jardín-, y Tony dejó los toques en el pecho y brazos del militar cuando lo veía en horario laboral, pero cuando estaban solos podían entregarse el amor que se contenían de mostrar.

Joseph por suerte no había visto cómo su padre y su niñera se besaban fuera de su escuela, y por lo tanto, no habían preguntas de parte del pequeño. Gracias a Dios.

—¿Todo listo para la reunión?

Strange se apoyó en la puerta del salón, viendo a Tony intentando colgar las guirnaldas decorativas sobre la pizarra.

—Bueno, casi...

Tony sonrió, bajando de la silla con cuidado para ver a Strange.

—¿Necesitas ayuda, Tones?

Strange pasó junto al maestro, poniendo una de sus manos en la cintura contraria para abrirse paso.

Tony sólo apretó un poco los labios, mirando al más alto pegar las coloridas guirnaldas como si nada. Como si entre ellos hace un tiempo atrás no hubiese pasado nada.

—No era necesario...

Murmuró algo confundido el castaño, poniendo sus manos a los costados de sus piernas, en sus pantalones de trabajo intentando limpiar los restos de pegamento.

—Sabes que puedes llamarme. Siempre.

Cuando Strange lo miró, Tony desvió la mirada, asintiendo con la cabeza y deseando que pronto llegue Steve.

—Lo sé, gracias colega.

—¿Colega?

Strange rió, terminando su labor con facilidad mientras Tony ordenaba los documentos sobre su escritorio sólo para no mirarlo.

Stephen Strange ya no le causaba nada, pero de cierto modo estaba algo incómodo con la situación.

—Somos colegas, ¿no?

—¿De qué hablas, Tones?, ¿cómo que "colegas"?

Strange se acercó a él, pero en ese momento entró Sharon Carter por la puerta.

—Maestro Tony, llegué antes con las bebidas.

Tony se alejó de su escritorio apenas pudo, mientras que el otro maestro se quedó junto a la pizarra, saludando a la recién llegada con un asentimiento de cabeza.

—Gracias Sharon, puedes dejarlas ahí en la mesa, las madres ya deben estar por llegar.

El nerviosismo se notó un poco en la voz del castaño, pero pasó desaparecido por los otros dos adultos.

[...]

Steve sentía ganas de levantarse y golpear a ese pelinegro descarado que estaba en el salón con su novio, como si a él acaso le interesara.

Pero no podía, estaba en medio de una reunión importante en la que definían las fechas de pruebas, salidas, actividades y vacaciones próximas. Tony estaba haciendo muy bien su trabajo con todas las madres prestándole la debida atención, pero es que él simplemente no estaba escuchando.

Su mirada fija en el peligro sentado en el escritorio, mirando a Tony como una presa, sin decir nada.

Cuando llegó -tarde-, lo primero que vió fue como ese sujeto ponía su mano sobre la cintura de Tony sólo para pasar hacia el escritorio, y desde ese instante supo que no podría tomar nota.

Ni siquiera la pequeña silla en la que estaba lo incomodaba tanto como ese hombre, gracias a Dios que sólo estuvo en el salón unos cinco minutos, porque ya no aguantaba más.

—...Entonces señoritas, esta es la fecha que deben anotar, aunque claro puede estar sujeta a cambios por el clima y lo que todos aquí ya sabemos.

Terminó de explicar Tony, cruzando miradas con Steve, no pudiendo evitar sonreír disimulada y suavemente cuando el rubio lo tenía en la mira desde hace cuarenta minutos.

—Ahora sí, pueden planear el próximo cumpleaños. Volveré en un minuto.

Tony salió del salón rápidamente, y Steve sin dudarlo se levantó para ir detrás del maestro sin darle explicaciones a nadie.

Sharon lo vió salir cuando justo iba a preguntarle por el cumpleaños de Joseph, así que sólo se acercó a las madres con algo de sospecha.

Algo estaba pasando, y ella ya lo sabía.

Por otro lado, Tony iba saliendo del baño cuando la puerta se cerró, empujándolo adentro con nada más que Steve.

—¡Demonios!, ¡¿qué estás haciendo, winghead?!

Susurró Tony, mirando al rubio frente a él.

—Tony, no nos saludamos hoy.

—Lo sé, pero estamos en medio de una reunión, soy el maestro de tu hijo, ¿recuerdas?

Steve tomó el rostro de Tony entre sus manos, dándole un beso algo molesto, el castaño no pudo negarse y le continuó el juego.

—No me gusta ese tipo.

Murmuró Steve en el oído de Tony cuando lo abrazó por la cintura, pegándolo a su cuerpo con brusquedad

—¿Quién?, ¿Strange?

—Hasta su nombre me desagrada.

Tony abrazó a Steve por la espalda, queriendo arañar un poco justo como anoche.

—Steve, debemos ir con las demás joder.

Susurró con lo poco de cordura que le quedaba.

—Da igual, estaban ocupadas.

Murmuró Steve mientras besaba el cuello ajeno, paseando sus manos por el cuerpo contrario.

—¿Maestro Tony?

La voz de Sharon Carter se escuchó afuera, por lo que se separaron de golpe y Tony le tapó con ambas manos la boca a Steve.

Mierda.

Nuevas Oportunidades - [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora