Nuevas Oportunidades - [Stony]

N U E V E

—Maestro Tony.

Saludó feliz Laura. Tony se aclaró la garganta con un sonido, intentando pasar el bochorno de hace un momento.

No había pasado nada extraño, pero tener a Steve tan cerca lo había alborotado en muchos sentidos.

—Señoritas, bienvenidas.

Tony se acercó a ellas, ayudando con las bolsas de dulces y chucherías que llevaban ambas mujeres en sus manos.

Steve levantó el globo y lo pegó en su sitio, para luego ayudar a las mujeres también.

—Vaya, quedó hermoso. —La rubia le entregó el pastel a Steve, quién sonrió a modo de saludo. —Muchas gracias Steve.

Tony miró confundido a Sharon, quién siempre solía darle las gracias a él por su trabajo. Se podría decir que son amigos, aunque esa actitud le pareció algo extraña.

—Muchas gracias a ambos.

Dijo Laura mientras abría paquetes de papas para rellenar los platos. Tony asintió en agradecimiento, mientras Steve y Sharon conversaban.

[...]

El cumpleaños había comenzado y todos los niños del salón estaban comiendo y jugando entre ellos. Con el tiempo habían llegado los padres de algunos otros.

—Maestro. —Clint se acercó a Anthony, quién vigilaba a los niños de pie junto a la puerta. —Gracias por ayudarnos con el cumpleaños de Francis.

Tony sonrió, con su vaso de gaseosa en su mano.

—No es nada, Clint, siempre que cae día de semana celebramos a Francis.

—Laura me dijo que tuviste ayuda con los globos.

Cambió de tema rápidamente, y Tony rodó los ojos al saber a donde iba dirigido ese comentario.

—Si, una silla.

—Ah, qué aburrido. —Clint y Tony se conocían desde hace exactamente seis años, cuando recién abrió el jardín, por lo cual, su confianza era la de una amistad. —Pensé que el rubio ese estaba jugando sus cartas.

Tony rió, algo avergonzado. ¿Se habrán notado mucho las miradas que le dirigía a Steve y Sharon?

—No, nada que ver. Creo que es divorciado y no me quiero meter en ese terreno.

—Aburrido.

—Sería algo anti-ético, y lo sabes. Tampoco me interesa la verdad.

—Te conozco Tony.

—Te llama Laura, ve.

Clint se alejó riendo, negando con la cabeza.

Tony se apoyó en la pared, bebiendo de su vaso mientras odiaba internamente al ojo de halcón.

—¡Bien, vamos a cantar el feliz cumpleaños!

Todos los niños saltaron de sus sillas alegres en cuanto vieron el pastel y por supuesto, la piñata.

[...]

Una vez los padres y los niños se fueron, sólo quedaron Tony, Steve, y Joseph.

—No es necesario que te quedes, Steve.

—Lo sé, pero me ofrecí para ayudarte hoy, así que limpiar también entra en esta oferta.

—Les dije a las madres que se podían ir porque puedo hacerlo solo.

—Sólo es limpiar un poco.

Tony negó con la cabeza aunque tenía una sonrisa en sus labios.

—Además, Joseph está muy entretenido jugando afuera. Imagina, tiene el patio para él solo, eso es un privilegio.

Dijo Steve cuando estaba doblando los pequeños manteles de las mesas.

—Claro, como hablar con la señorita Carter todo el día.  —Soltó Tony sin poder evitarlo. Steve dejó de hacer lo que estaba haciendo para mirar al castaño. —Quiero decir, ella es una excelente persona.

Intentó arreglar Tony, dejando de ver al rubio para seguir barriendo el salón.

—No es lo que crees.

—No interesa, en verdad estoy feliz por ti. —Respondió Tony rápidamente. —Aunque si quieren conocerse agradecería que fuera lejos del jardín, por los niños y eso.

—Claro, los niños. —Dijo Steve, cruzándose de brazos un momento mientras miraba al maestro, y como éste lo evitaba. —No te preocupes, sólo conversábamos sobre el cumpleaños.

—Está bien. —No lo estaba. A Tony le había molestado de forma personal. —Steve, en serio, sería genial que Joseph tuviera una mamá y Sharon es...

—Sharon se apellida como mi difunta esposa, Tony.

Soltó Steve de la nada. Tony se quedó paralizado al escucharlo, dejando de barrer no se sintió capaz de verlo.

Tony creyó que Steve era divorciado.