T R E S

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Dos semanas habían concurrido desde que Steve Rogers decidió mudarse a California para mejorar la vida de su hijo. Dos semanas en las que constantemente se encontraba con el maestro de preescolar esperando a su hijo justo afuera del jardín.

Hizo una mueca cuando lo notó un día más haciendo exactamente eso.

—¡Maestro Tony! —Exclamó feliz su hijo cuando bajaron del auto con su mochila. —Buenos días.

Al menos, su hijo si tuvo una mejora considerable. Comparando cómo era en Brooklyn, era un cambio muy significativo. Ya no era callado, ni tímido ni temeroso. Es más, había hecho muchos amigos, y por eso también, había descubierto cosas nuevas como las travesuras.

Y Francis Barton era el principal creador de ello.

De hecho, este mismo lunes era la primera reunión de apoderados a la que Steve iba a asistir en su vida, por lo que se había pedido la tarde libre. Un esfuerzo notable considerando que nunca antes lo había hecho, pero odiaba los reproches del maestro y no estaba dispuesto a escucharlo de nuevo por sus atrasos.

—Buenos días, a ti también, cariño. —Saludó el castaño, dejando pasar al niño quién impaciente, lo saludaba con su mano y enseguida entraba. —Buenos días a usted igualmente, señor Rogers.

El rubio hizo una leve reverencia como saludo.

—Buen día, Tony.

El castaño negó con la cabeza suavemente, pasando por alto que lo haya tuteado. Se había vuelto algo recurrente por sus constantes "discusiones".

—No olvide que hoy es la reunión para acordar las vacaciones y cumpleaños de los niños.

—Sí, lo sé.

—Me alegra que lo sepa, lo espero aquí a las cinco.

—Nos vemos a las cuatro y media.

Respondió Steve con un tono algo molesto. El castaño sonrió sin mostrar sus dientes, como con una expresión de diversión.

Era primera vez que lo veía sonreír, bueno, no, pero sonreír por algo que él decía, sí. Y se sintió excelente.

—Nos vemos, Steve.

El castaño entró al jardín, cerrando la puerta detrás de él.

[...]

A las cuatro y media de la tarde, Steve Rogers estaba justo afuera del jardín, tal y como había dicho hoy por la mañana.

¿Quería demostrar algo?, tal vez. ¿A quién?, por supuesto que a Tony.

—Vaya —Escuchó a sus espaldas, sonriendo satisfecho cuando vio la expresión sorprendida de Tony. —Resulta que sí sabes cumplir con tu palabra.

—Soy el mejor capitán de América, por supuesto que sé cumplir mi palabra.

Tony sonrió divertido por segunda vez debido a él, y eso lo hizo sonreír también.

—Claro, y veo que también conoces el significado de ego. ¿No?

Eso confundió al rubio pero no dijo nada mientras Tony sacaba llaves de su "blusa de trabajo" y abría la puerta del jardín.

—En fin, ¿dónde está Joseph?, pensé que vendrías con él.

Ambos entraron. Era la segunda vez que Steve estaba dentro, pues la primera fue cuando visitó el recinto para decidir si era adecuado o no.

—Lo dejé con su madrina. Es una de mis mejores amigas.

Tony asintió caminando delante del rubio, quién por supuesto no pasó por desapercibido las caderas y el trasero del contrario. Bueno, es que ese uniforme es algo ajustado para ser un uniforme infantil.

El castaño es demasiado hermoso, no podía negarlo. Y él, sólo era un hombre observador y viudo.

—Me alegra escucharlo. ¿Necesitas algo?

Tony abrió una sala llena de pequeñas mesas, sillas, stickers infantiles en la pared, pizarras, juguetes, dibujos, lápices y plastilinas por todas partes. Era bastante bonito.

—No, gracias.

Tony asintió y fue al escritorio del profesor donde había un gran libro, un florero y una foto de Tony junto a -supuso- todos sus pequeños alumnos.

Es una ternura.

—Bien, acomódate, iré a preparar las cosas para las madres. Ya deben estar por llegar.

Steve asintió con la cabeza, mirando las pequeñas sillas del salón. ¿En serio?

Suspiró, y fue hasta el final, sentándose apenas en una silla. Sus rodillas casi estaban en su barbilla de lo mucho que tuvo que recoger sus piernas para caer en ese diminuto mueble.

Luego comenzó a revisar su celular cuando de un momento a otro, un bullicio se hizo presente y el salón ya estaba lleno de mujeres. Mujeres que lo miraban interesadas y lo incomodaban.

La reunión comenzó cuando Anthony entró al salón. Curiosamente cuando cruzaron miradas apenas eso pasó, Steve se sintió más tranquilo.

Nuevas Oportunidades - [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora