Capítulo 7: Sacrilegium

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No hay incidentes, todo transcurre con normalidad.

Seguimos con la misma rutina; después del desayuno, mientras unas vamos a clase, otras van a sus talleres, ya sea de pintura, canto, danza, tejido, entre otras.

Es una mañana tranquila y perfecta de otoño.

Alonso ha quedado sorprendido de que sus rosas han florecido en una estación como esta. Y si es poco inusual...

Estoy en mi habitación, terminando los deberes que están en una pila al costado de mi escritorio.

Y mis cartas al otro lado esperando a que me tome el tiempo de leerlas y responder a mamá.

A este paso, en cualquier momento tal vez llegue a desmayarme por la falta de sueño.

Al día no habré dormido más de 5 horas.

Por la noche de ayer, el padre Alejandro salió del convento. Hoy por la mañana escuché a Teresa disculparse con el aula que tenía este día filosofía que, Alejandro tuvo que salir a la ciudad debido a que iba a darle los santos óleos a un enfermo de cáncer terminal y sus familiares aseguraban que no pasaba de esa noche. Es por ello que se fue y no ha regresado hasta ahora.

Me quedé terminando un proyecto a eso de las 3 am, pero ni rastro del auto que vino a verle la noche anterior.

Golpean mi puerta y dejo de divagar.

—Adelante —doy permiso a la persona que esté detrás ingrese.

—Oh querida, ¿Interrumpo? —Sorprendida, Teresa ingresa a mi habitación con una camisa, falda negra al igual que sus zapatos de siempre. 

—Estaba terminando una tarea.

—Que bueno. Entonces no te quito más tiempo. —Da una mirada rápida a mi habitación. Antes compartía habitación con una compañera, pero desde hace un mes no la veo ya que le ofrecieron terminar sus estudios en la ciudad. Así que solo estoy yo y trato de mantener el lugar en orden.

—¿Sabes que día es hoy?

Puedo jurar que los engranajes de mi cabeza pueden ser escuchados por la madre superiora, que al saber que no tengo intención de responder sigue con su diálogo.

—Hoy es jueves. Eso significa que es día de confesiones.

Ahora soy yo la sorprendida. Me había olvidado de ese detalle.

—El padre Alejandro llega en un par de horas, espero que saques tiempo para que puedas confesarte. Es la misma rutina, llaman por orden de lista y va de 5 en 5.

Mis manos comienzan a sudar, con Luis, que en paz descanse. Cuando llegaba a confesarme al final terminaba contándole todo, sin omitir detalle alguno. El sabía todo, casi todo de mi. Aquello era un alivio y me quitaba un peso de encima. De verdad.

Pero ahora...

—Ahí estaré. —Es lo único que digo mientras doy una sonrisa de esas forzadas.

Ahora Luis no está. ¿Será bueno contarle al padre Alejandro todo lo que siento? , ¿Lo que me hace sentir?, ¿Las ganas de matar a alguien y esas cosas?

¿Será correcto? O paso de esta vez y no me confieso.

O solo cuando llegue mi turno me esconde o solo voy y le hago conversación. Me río por lo último.

¿Pero de que voy a conversar?

Si solo con su presencia me pongo nerviosa, mis neuronas dejan de trabajar. ¿Cómo será cuando estemos en un espacio reducido casi cara a cara?

SACRILEGIUM [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora