Capítulo 36: El fin del inicio

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TRES AÑOS DESPUÉS. 

¿Debería estar preocupada por algo? Ya no.

Ahora me considero una persona libre. Mis heridas siguen sanando, pero ya no se encuentran tan abiertas como antes que hasta llegaban a producirme un dolor terrible. Me tomó meses recuperarme, superar la pérdida, volver a confiar en mi misma y amarme, aunque existen esos días oscuros en los que me siento perdida, inútil y débil. Mi único escape es por aquí. A dos horas fuera de la ciudad, pero antes una breve parada a una de mis floristerías favoritas. 

"Ocean Eyes" suena por los altavoces de mi auto, mientras aparco fuera de la floristería. 

—¡Cami! —entro saludando a la anciana que trabaja en este lugar.

—Mi niña. ¿Vienes por lirios? 

Afirmo, mientras muerdo mis labios para reprimir cualquier sollozo. Estoy sensible.

Cami me entrega un ramo. —Estos están frescos, —acota.

—Son perfectos. —Halago, mientras le dedico una sonrisa de agradecimiento, para de ahí pasar a caja y pagar. 

—Antes que te vayas, ¿No quieres tomar un té conmigo?

—Es una oferta tentadora, pero creo que lo dejaré para la próxima visita. 

—Oh, niña, o tal vez vaya a la ciudad y te visite. ¿Como está Ana? 

—Pues bien. Me quedo en silencio mientras contemplo el lugar. 

Rosas, azucenas, lirios, orquídeas, girasoles, margaritas, lluvia de novias, tulipanes. Todas son muy bonitas y huelen delicioso. 

Estoy por salir cuando siento a Cami a mi costado y me acoge en un abrazo fortalecedor. 

—No me incomodas para nada. Eres bienvenida cuando quieras. Sigue en pie mi invitación.

—Lo se. Gracias y cuando me desocupe paso por esa taza de te.

—Muy bien cariño. No te quito más tiempo entonces. Que te vaya bien. 

—Gracias. 

Salgo del establecimiento. El sol radiando en lo alto. Me coloco mis gafas y voy a mi auto. 

Acomodo los lirios para que no se dañen y me pongo en marcha.

Lo peor ya pasó. Hoy voy camino a mi lugar como cada 20 de julio desde hace tres años atrás.


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El lugar se siente cálido.

—Hola mi amor. Es mamá. —Saludo cuando llego a mi destino. Observo la pequeña lápida de mármol en la tierra y sonrío. 

Antes de colocar los lirios, limpio un poco, con un nudo en mi pecho.

Después de la pérdida...

Recuerdo claramente el momento en que todo se desmoronó.

El día en que quise ponernos a salvo, pero no se logró y me llevaron a perder lo más preciado que jamás tuve. Fue una pérdida devastadora, un dolor imposible de superar. 

SACRILEGIUM [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora