Capitulo 19: Confesión 2/2

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Los murmullos de la habitación se desvanecen en mi mente, como ecos distantes en un pasillo vacío. Los escucho, sí, pero sus palabras son como gotas perdidas en un océano de pensamientos desordenados. 

«Comenzaré a estudiar ruso» me digo a mi misma, añadiendo la idea a la creciente lista mental de tareas pendientes.

El rubor en mis mejillas y cuello persiste frente al espejo, mientras que un dolor satisfactorio palpita en mi entrepierna, recordatorio de la acción que he tenido hace minutos atrás, y hubiera ido a más si es que quien quiera que hubiera interrumpido, no lo hubiera hecho. Aún así sonrío como una reverenda estúpida.

«¿Qué acababa de pasar?»

Al final de cuentas, Alejandro, digo Aleksei, no era sacerdote, si no que nada más y nada menos es el maldito jefe de la Bratva, el cual hace maravillas con su lengua, magia con sus largos dedos y no me quiero imaginar lo que haría con su polla. 

«Madre mía».

—¿Todo bien? —Presl... Digo Aleksei, interrumpe mis pensamientos golpeando la puerta del baño. Doy una última mirada en el espejo secando mi rostro y abro la puerta.

—Si, ya terminé. —le respondo con una sonrisa, mientras permito que tome mi mano para guiarme donde se encuentra Isaía. 

—Buenos días, saludo y le extiendo mi mano al hombre que, aunque es más bajo que Aleksei, parece tener una presencia fuerte, también. —Soy Isaía, el mejor amigo de esta basura. —Señala a Aleksei, quien no duda en tirarle una cajetilla de cigarros por la cabeza al recién llegado. 

—¡Ey! —se queja Isaía. 

—Oh, bueno, soy Olivia... —contengo mi risa.

—Kresalja. Lo sé, estuvimos investigando sobre ti para encontrarte. 

—Isaía —advierte el ruso con un gruñido, notando la tensión a mi lado.  

—¿Me investigaron?, pregunto sintiendo la ansiedad crecer y tirando de mi estómago.  Isaía asiente. —¿Qué es lo que encontraron de mi ? 

—Pues en pocas palabras tienes a tu madre con vida, has tenido una relación espantosa con tu padrastro, que por supuesto, eso nos lleva al punto clave.

Aleksei se frota el costado su cabeza, mientras su otra mano descansa en su cintura. Luce irritado. Como siempre.

—Tomemos asiento. ¿No creen? —propone Isaía rompiendo el silencio incómodo.

Y aquí finaliza mi tiempo. Me dirijo hacia la tentación andante para despedirme, para de ahí salir de la habitación, pero Aleksei aprieta mi mano, impidiendo que salga de esta habitación.

—¿He dicho que te vayas ? Mi ceño se frunce ante la dureza de sus palabras. 

—Te he preguntado algo. Aprieta su mandíbula. —¿He dicho que te vayas ? 

—No. Respondo, sintiendo la tensión en el aire.

—Perfecto, porque este tema también te concierne a ti. 

—Vale. 

—Si desean, puedo venir más tarde y dejarlos hacer lo que sea que hayan estado haciendo antes de que llegara. 

Muerdo mi labio inferior por los nervios. —No, respondemos al unísono Aleksei y yo.

Estoy a punto de tomar mi lugar en el sillón, pero el mandón del ruso, Aleksei, me guía hacia el otro lado del escritorio, donde debería de sentarse el. Todo, bajo la atenta mirada de Isaía. 

SACRILEGIUM [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora