Capítulo 24: Revelaciones

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Estoy tratando de llevar la fiesta en paz. Como si mi discusión con el ruso en jet, no hubiera ocurrido. Por el momento prefiero dejar las cosas ahí.

La visita de la hermana de Aleksei a su pent-house fue agotadora. No olviden la última parte cuando me llamó con el adjetivo de "cuñadita". Mis mejillas en ese momento, no podrían estar más rojas de la vergüenza. 

«Dios mío. Que alguien se ampare de esta alma. Y me den la juventud como la que tiene la madre de Clary a esa edad».

40 años por Dios, comparándola con Clary, ambas parecen hermanas. Que buena genética. Es como si el tiempo no la hubiera golpeado para nada. 

Al igual que al ruso. Hago una resta mental. Resto su edad con la mía y Santísimo señor. 

«¿Qué son veintiún añitos? Solo son cifras. Susurra mi conciencia».

 Las opciones rondan mi mente.

Opción 1: Alejarme.

Opción 2: Ignorarlo.

Opción 3: Que me termine de criar...

Digo, no. Esa opción ni siquiera debería ser una, y aunque lo niegue, ya saben mi respuesta. La seguridad que me transmite cuando estoy cerca de él, claro, muy a pesar de los malos entendidos y esas cosas de mierda, que por el momento solo acepto. Me hacen sentir conforme, ser obediente; situación que no soy mucho una persona conformista. Dejo de divagar por otros lados y simplemente acepto en quedarme. 

Tenía preguntas que quería plantearle a Karina, empezando por: ¿Qué papel forma Karina en todo esto de la Bratva?,  hasta las nimiedades y travesuras de Clarissa cuando era tan solo una niña, y tal vez, me servirían para chantajearla en un futuro.

Ahora, recordando. Cuando me retiré del comedor fui a pasear por este pent-house ostentoso abriendo y cerrando puertas, entrando y saliendo de habitación en habitación. Pero hubo una en particular que me llamó la atención. 

Y no, no es la habitación en la que desperté esta mañana rodeada bajo los firmes brazos de Aleksei; además de mi lengua adormecida por el jet lag, que soltó muchas cosas reveladoras que lo involucran a él, y lo mucho que me gusta. Corrección: Lo mucho que me gustan las partes de él... Aunque mi favorita y me la guardo para cuando volvamos a tener intimidad es su magnífico miembro.

Regresando a la habitación. Recuerdo haberme quedado suspendida en el tiempo y espacio cuando estuve ahí en ese sitio. Se sentía cálido, conocido y asombroso. 

Las piezas que había pintado en el internado, algunas de las muchas que había hecho estaban aquí, con la de la subasta y otras más incluidas. La emoción pudo más. Las lágrimas simplemente resbalaron por mis mejillas del calor en mi corazón que sentí en ese momento. 

Y pequeños fragmentos de escenas pasadas en mi vida, que por cierto, me costó recordar, dieron con un nombre susurrado lejanamente en mi memoria. Aleksei Markov. 

«¿Pero cómo?»

«¿Cómo es que pudo dar con mis pinturas ?»

«Carajo. El mundo es tan pequeño».

Lo mejor que guarda este lugar, es que mis pinturas, bueno las que pinté, se encuentran conservadas y seguras en donde están. 

Sentimientos que no deberían de existir se expanden en mi interior. Me permito disfrutarlos, rogando a nadie en particular, para que no se vean interrumpidos, pero como ya sabrán que  todo sucede en mi contra, fui interrumpida por los gritos de Karina, y eso fue todo. 

SACRILEGIUM [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora