ALEKSEI
Los días caen rendidos a mi paso como piezas de dominó ante un golpe implacable; los mensajes encriptados con mis hombres van y vienen.
La información que ordené a Isaía sobre Sor Benita y Paul han salido a la luz, y se encuentran en mi poder.
La impaciencia de encontrarme con el bastardo de Paul Piazini en el convento me mantuvo todo el tiempo en alerta convirtiéndolo en mi principal objetivo, ya que el sujeto tiene un puesto de trabajo en este lugar; pero al parecer el cabrón está de suerte. Por el momento.
No hay nada fuera de lo común, lo que si me causa preocupación es Olivia, no tiene mucha información, solo lo necesario. No hay nombre del padre, solo se que es de Croacia. Su madre, Ana, es de ascendencia rusa-americana, además de la fecha de cumpleaños de Olivia... No hay nada más.
Abuelos paternos; maternos, fallecidos; Tíos, amigos, novio. Nada.
Paso mis manos por mi rostro. La irritación es obvia.
Por la mañana de hoy ordené a Igor que consiga de donde sea a un sacerdote para que confiese y presida la misa. Es una idea estupenda. Ya que mis ganas de mandar a todos a la mierda en el convento estaba a punto de delatarme como un farsante.
La paciencia es lo que me falta y sentarme a escuchar los pecados de las internas del convento, me volvería loco.
Igor no pierde el tiempo y antes del mediodía ya teníamos confirmada la participación de un sacerdote. Pero por mi mente cruza la imágen de una belleza angelical. Sus ojos otoñales brillantes, con una profundidad cautivadora cuando comparte con sus amigas, pero cuando está enojada su mirada se vuelve intensa absorbiendo su cálido color a uno más oscuro, peligroso, tormentoso... Me acuerdo de ella. «Olivia».
No se porque pensé que no se iba a confesar. No obstante, solo bastó en verla sentada esperando su turno, comiendo unas rodajas de mandarinas para interrumpir al anciano sacerdote y de esa manera asumir el rol de confesor, claro, después de que terminara con la penúltima interna.
«Esta oportunidad no la dejaría pasar por nada del maldito mundo. Desentrañaría que es lo que la atormenta tanto y así poder ofrecerle mi apoyo para aliviar su carga. Hacer que su peso sea menos asfixiante».
Sin embargo, los minutos en que estuve encerrado en el pequeño espacio, donde el oxígeno se reducía por cada pensamiento impuro que tenía sobre Olivia Kresalja era devastador.
Podría sentirlo; juro que ella también lo hacía. Y si no fuera por la posición en la que nos encontrábamos, y mi fuerza de voluntad no se lo que hubiera sucedido...
Estaba tan cerca a mi cuerpo, pero a la vez tan lejos, que solo los milisegundos me separaban de ella con la intención de acorralarla contra la pared de tal manera en que tenía la accesibilidad de poder disfrutar y saborear sus apetecibles labios.
Pero pude descubrir un poco más de ella...
Mi pierna herida ha tenido una buena recuperación, no me quejo de los cuidados de mi tormentoso Ángel, el cojeo es leve, pero en estos días cuando me siento ansioso la herida me duele como un recordatorio de que debo medir mis acciones. Hoy es uno de esos días.
La atmósfera experimentó una transformación notable. Sin embargo ese confesionario, que debería ser sagrado, hasta cierto punto no lo fue, no transmitió ninguna sensación especial. Lo más intrigante y, a la vez, complicado, fue tenerla arrodillada a mi merced con su mirada otoñal desafiante y no hacer nada.
Proklyatiye. Maldición.
Sus mejillas sonrojadas con un bonito color entre rosa y rojo comenzaba a ser mi favorito.
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SACRILEGIUM [+21]
Romance"En el mundo de los conventos, la inocencia se pierde y los secretos se multiplican". Olivia lo conoció esa noche... Ella se encontraba camino a la ciudad. Mientras tanto, Él estaba al lado de la carretera, desangrándose. Olivia sintió atracción por...