Capítulo 20: Reencuentro

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La dulce melodía de "What You Won't Do for Love" de Bobby Caldwell se filtra a través de los altavoces de la cocina, envolviendo el espacio con una atmósfera cálida, sin apuros. Tina, con destreza, mueve el cuchillo al ritmo de la canción mientras corta las verduras para la cena, dejando que su voz se mezcle con la música. 

—I guess you wonder where I've been... —canta Tina, utilizando el cuchillo como un improvisado micrófono, entregándose por completo a la melodía. —I searched to find a love within.

— I came back to let you know... —me uní a su mini concierto, dejando que la música me envuelva. —Got a thing for you and I can't let go.

—Vaya, me sorprende que sepas ese tipo de música —comenta, deteniendo por un momento sus movimientos mientras me mira con una sonrisa curiosa.

—Solíamos practicarlo por el instrumental, en el internado. —Respondo mientras pelo un par de mandarinas que me han sido obsequiadas. Son mis favoritas y el aroma cítrico en el ambiente es agradable.

—Eso es muy bueno —elogió Tina, cortando unas ramas de apio para la sopa tarareando al compás de la canción. 

—Por cierto... —Interrumpo el momento, —De casualidad, ¿tendrán libros que no estén en otro idioma?

—¡OH. Si!, claro que tenemos, se encuentran en el ala izquierda, hay otra pequeña biblioteca con inmensos estantes cargados de libros, desde los más clásicos, hasta los que leen los jóvenes ahora. —Responde Tina, y una chispa de anticipación brilla en mis ojos al escuchar sobre ese paraíso escondido en el vasto lugar.

—Le diré a uno de los guardias para que te escolten al lugar, no vaya a ser que te pierdas de camino y no queremos que el pequeño Zar se vuelva loco. Añade, y una risa escapa de mis labios, pero me ahogo al segundo, ya que me trago un pequeño trozo de mandarina, por el apodo que le da a Aleksei.

—¿Pequeño? —cuestiono con burla.

—Dicen que cuando tienes tus propios hijos, seguirán siendo para los padres sus pequeños. Pero como no soy la madre biológica de Alyoshka, sin embargo, lo he cuidado desde que era un bebé como si fuera mi propio niño. Para mi siempre será mi pequeño. —explica Tina con ternura, y una sensación cálida se instala en mi pecho al escuchar sus palabras.

—Eso es muy tierno. —Respondo conmovida por el vínculo especial que hay entre ellos.

Observo a Tina abrir la nevera con un gesto decidido, extrayendo de ella una pequeña caja de jugo y una botella de agua. A su lado, alcanza unas barritas de cereal junto a unas mandarinas de un estante cercano, colocándolas con cuidado en una canastilla que luego me ofrece con una sonrisa cálida.

—Cuando te sumerges en la lectura, te absorbe tanto que olvidas comer. Y si lo recuerdas, puede darte pereza venir hasta aquí. Así que, lleva esto. Lo necesitarás para darte una pequeña merienda —dice Tina, con una ternura palpable en su voz.

—Gracias, Tina... —respondo, con gratitud, aceptando la canastilla que me tiende.

—No, está bien, no es nada, pero puedes llamarme Babushchka.

—Eso significa "abuela"... —comento, dejando que la sorpresa se mezcle con la emoción en mis palabras.

—Sí, exactamente. ¿Todavía tienes a tus abuelos con vida? —pregunta Tina, y siento un nudo en mi garganta mientras las lágrimas amenazan con asomarse en mis ojos.

—No, mi abuela falleció hace unos años atrás —confieso, dejando escapar un suspiro pesado. No pude asistir al sepelio, por que estaba escondida del hombre con el que mi padrastro me había vendido.

SACRILEGIUM [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora