Capítulo 30: Verveine

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Tenía entendido que el Colombiano, Méndez mantenía el nombre de sus casinos como "El Dorado", bueno, eso es lo que escuché una vez que estuve espiando a una persona que no quiero recordar, por que me hace extrañarlo más y con todo esto de las hormonas me alteran.

Sin embargo, como supongo que es de esperar. Mi bebé percibe la tensión intuyendo que hay algo mal entre su progenitor y yo, por lo que se agita inquieto en mi vientre. 

El presentimiento me alarma, así que opto por cambiar la situación. 

Lo escuché decir de tu papá. susurro y como si verdaderamente supiera, la agitación se calma, como si el conocimiento le brindara consuelo.

Sin titubear por tener un bebé tan perceptivo, paso mis manos por mi vientre transmitiéndole tranquilidad. 

Pero volviendo a lo que mencionaba, Philips, ahora que se ha hecho con el gobierno del narcotraficante, ha alterado radicalmente todo. Sin exagerar, incluyendo que hay algunas personas que no están de acuerdo con él. Yo solo escucho sin entrometerme. 

Pero, ¿Quien en su sano juicio pone Verveine a un casino?

Sí. Ya saben la respuesta. Nada más y nada menos que Philips.

Suspiro mientras el hambre se apodera de mi, así que tomo el tazón a mi lado. Tiene un buen aspecto y con calma llevo cucharadas de sémola a mi boca.

Saboreo su dulzón sabor. Es agradable al paladar y eso hace que una lágrima se deslice por mi mejilla de la emoción.

No debería comer según las indicaciones de Philips. Pero Santi es el que se ha encargado de pasarme comidas cada vez que se encuentra de turno. Y no saben lo agradecida que estoy con ese gorila.

Hizo todo lo contrario desde el día uno argumentando que: Esa mierda de jefe no es apto para gobernar el imperio del cartel. Como buena enemiga de Philips, no le di la contra a Santi.

Llevo otra cucharada a mi boca, acompañándola con una manzana, rogando internamente por poder retener la comida en estas semanas en las que mi estómago parece rechazar todo.

Sé un buen niño. O niña. Pero disfruta de este postre, le digo a mi vientre, mientras acaricio suavemente.

Un par de bocados más y termino con mi comida.

Me pongo de pie para estirarme un poco, sintiendo mis pies pesados.

De repente escucho unos gritos al otro lado de la puerta. Entre ellos reconozco el de Emma.

—Vamos. Solo será un momento. No es como que nos fuéramos a salir por otra puerta y huir. —insiste con un tono que me hace pensar que tal vez sea de ¿Francia?

—NO. La voz gruesa del otro gemelo al que no recuerdo muy bien su nombre intenta calmar la situación. Y al parecer logra su cometido, por que solo puedo escuchar. Nada. Nada más que respiraciones rápidas y un bufido de irritación por parte de la chica.

—Tenemos órdenes. Nadie. Así sea la jodida  presidenta puede entrar en la maldita habitación. —interrumpe el mismo gorila.

La risa de Emma sarcástica se escucha fuera de mi pieza. 

—¿Tan débiles se han vuelto? —Los reta, y aunque intento escuchar más, su voz se desvanece. 

—Su primo ha de estar decepcionado de ustedes dos. Tenían todo un gran futuro en el cartel . —se burla.

Mis ojos se abren por la sorpresa. Los gemelos son familiares, o bueno. Corrección. ¿Eran familiares de Méndez?

Pego mi oreja a la puerta para seguir espiando.

SACRILEGIUM [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora