CAPÍTULO 2 : Génesis

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Se preguntarán ¿Qué pasó después con Philips?, pero ni yo sé la respuesta, porque no ha venido desde hace ¿Un día? o ¿Dos?

«Tal vez se olvidó de ti» pienso, pero eso sería imposible porque se estaría negando al dinero que supuestamente tengo y él tiene ansias de sentirse poderoso, aunque sea una miseria lo que consiga.

«O tal vez ganó alguna partida y...»

Escucho pasos apurados en el piso de arriba, me limito a gritar, no porque no quiera, si no porque no tengo fuerzas.

Sin embargo, como una respuesta a las tantas plegarias que había hecho, alguien logra abrir la puerta del lugar donde estoy.

«Philips» imagino.

Pero no, él no era, la silueta frente a mi opacada por la luz de la cocina que choca directamente a mi rostro me impide ver quien está en el umbral.

Cuando un grito desgarrador me hace caer en cuenta que es mi madre la que está aquí.

—¡Olivia! —pude sentir en mi nombre su pesar y dolor.

«¿Tal vez culpa?»

Mi pecho se estruja ante el miedo de que ambas quedáramos al final atrapadas en las manos de Philips.

O esto tal vez solo era una pesadilla y seguro estoy encima de mi pupitre en el taller de Arte durmiendo y en cualquier momento pueda despertar.

«Pero no. Esto no es una pesadilla, esto está pasando»...

Al ver a mi madre correr a toda velocidad a mi encuentro, caer de rodillas ante mí y disculpándose del error de enamorarse de un hombre al que no quiere dejar por más inescrupuloso que sea, me hizo confirmar que esto era la realidad.

—Dios mío. Olivia, mi niña, en verdad lo lamento -inician sus disculpas, pero estoy perdida, mi mente queda en piloto automático y me dejo guiar por ella.

+゜・☆+゜・☆+゜・☆+゜・☆+゜・☆

De un lado a otro veo a mi madre empacando maletas, mientras estoy arropada en el mueble, el reloj de la pequeña sala de estar marcan pasadas las 23 horas.

Mi madre, Ana, me habla, pero no respondo. Las palabras no me salen con facilidad, es como si tuviera una piedra en mi garganta que me impide hablar.

Su menuda figura corre de un lugar a otro acomodando una maleta, la observo con el ceño fruncido y me abrigo más con la manta que rodea mis hombros.

—Tienes que salir de aquí, no estás segura en este lugar...

«No estamos seguras aquí».

Quiero replicarle pero solo hay silencio por parte mía. Es frustrante mi mente está procesando muy lentamente. -Olivia, ponte de pie y ve al Mustang, tengo que sacarte de aquí-. Demanda mi madre mientras sigue acomodando la maleta.

Obedezco, y los engranajes en mi cabeza comienzan a trabajar.

Ana está guardando mis cosas en una maleta, pero solo son mías.

«Quiere que me vaya»

Veo como hecha dinero en un sobre amarillo y lo coloca entre mi ropa mientras cierra la maleta, me da un vistazo rápido y antes de que pueda decir algo le interrumpo.

—Vámonos de aquí -las tres palabras susurradas por mi parte ponen en alerta a mi progenitora quien ahora me mira atónita acompañado con un fuerte y contundente monosílabo «NO» .

Frunzo el ceño mostrando mi confusión.

—Mamá

—No —vuelve a repetir, se alisa su vestido y lleva las maletas al carro, voy detrás de ella.

SACRILEGIUM [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora