Capítulo 15: Ceremonia

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Llevo 3 días, 72 horas, 4320 minutos. 


Al despertar al segundo día en este lúgubre rincón, fui trasladada a una habitación diferente. Ahora han pasado exactamente tres días.

 Esta vez, el cambio fue un respiro: un espacio más limpio y modesto, equipado con lo esencial. Una cama acogedora, una sencilla mesa de madera con su silla a juego, un armario para guardar mi escasa vestimenta, principalmente conjuntos de algodón para enfrentar el frío y prendas íntimas sin lujos. Además, un pequeño estante de libros y un baño funcional, sin objetos afilados que pudieran ser utilizados para hacer daño, todo meticulosamente dispuesto para evitar cualquier intento de escapar.

Emilio, de vez en cuando merodea, ocasionalmente, su presencia una constante tortura mientras me recuerda, como un disco rayado, el tiempo que me separa de convertirme en su esposa.

Solo el recuerdo de sus palabras retuerce mis entrañas. Sin embargo, en este instante descubro que mi malestar no es solo por la angustia, sino también por el hambre que me consume. Deslizo una manzana que había escondido bajo la almohada y la devoro con ansias, saboreando cada bocado. Las manzanas, mis preferidas junto con las mandarinas.

He intentado sumergirme en los libros que reposan en el estante, buscando consuelo en las páginas, pero mi intento fue en vano. Todo está escrito en una lengua desconocida para mí, más allá de mi comprensión.


+゜・☆+゜・☆+゜・☆+゜・☆+゜・☆


Ahora llevo 4 días, 96 horas y supongo que 5760 minutos, si mis cálculos son precisos. Aunque, sinceramente, no puedo confirmar si son más o menos. Hoy, a pesar de mi resistencia por el frío, me obligaron a tomar un baño. Me arrastraron hasta la bañera, buscando limpiarme por la fuerza como castigo por haber forcejeado con una de las asistentes de limpieza en un intento desesperado por escapar de este lugar. Como si eso no fuera suficiente lección, me han privado de la cena como castigo adicional.

Que todos se vayan al infierno. Incluido Presley. Sí, ese mismo, ese maldito que aún no ha logrado encontrarme. Hoy no tengo la suerte de contar con una manzana que me salve del hambre, así que simplemente me enrosco en mi cama, buscando descanso. Me siento débil, me imagino que mi aspecto es lamentable, y es probable que haya perdido peso en estos días de confinamiento.


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Han pasado 7 días, 120 horas y ... No, esperen, creo que me perdí en el tiempo; o eso creo, aunque ahora me encuentro un tanto confundida. ¿O eran cinco días?

Entonces, ¿por qué todo este alboroto?

Hace unas horas, fui despertada por el bullicio en la habitación. El personal de Emilio entraba y salía con toallas, trajes, zapatos y una gran caja blanca que captó mi atención de inmediato.

Dos mujeres se acercaron a mí, una sostenía una bata blanca y la otra una canasta con pequeños frascos cuyo contenido desconocía por completo.

—Son aceites, te ayudarán a relajarte —respondió una de ellas, como si estuviera leyendo mis pensamientos.

—No los necesito.

—El "Don" quiere que luzcas radiante en tu boda...

La palabra "boda" resonó en mi mente como una sentencia de muerte.

SACRILEGIUM [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora