Capítulo 10.

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Jimin extrañaba su vida en el campo, en la que sus queridos padres siempre hicieron de su gran esfuerzo para que no le hiciera falta nada en su alcance. En una plantación de tabaco y ganadería, en la que se encargaba ambos padres, fueron los que ha Jimin le enseñaron lo dura que podía a llegar una vida, además del esfuerzo que se ve reflejado al final, era para sus amorosos padres una prueba de ello su único hijo.

Sí, tan solo Jimin pudiera volver a esa vida que tenía, si nunca hubiera aceptado la orden del señor Guo, sino hubiera aceptado la vacante o al menos aceptar la proposición de estudiar en la ciudad Dante.

Sí hubiera, sí hubiera, era en algo que siempre pensaba Jimin, pero soñar al final te mostraba la cruda realidad.

Ahora despertaba para nuevamente llorar, en cuatro paredes de su alcoba, en la que sabia bien que no podía escapar, descargando su ira poniéndose de pie, para hacer pedazos los edredones, las sabanas y las pobres almohadas, para simplemente caer a un lado de la cama,

Cuando cubre sus ojos con ambas manos, escucha la puerta abrirse, sintiendo esto como el colmo de su mala suerte, espera los maltratos de su captor, siendo una cálida manta sobre sus hombros y compañía lo que hace encontrarse la mirada con Namjoon.

−Señor Namjoon, no tiene que estar aquí.

−Lo sé, pero no puedo ignorar lo que sucede en este palacio. En los años que he estado trabajando, me he dado cuenta de las injusticias y los crímenes, se que suena inútil, pero me compadezco de ti joven Jimin.

−No diga eso, pueden escucharlo... −Tembló Jimin, dirigiendo su mirada a la puerta− Se metería en problemas.

−Eso no cambiara en la moral que pienso, aunque me reprendan y castiguen dentro de mí sigo sintiendo mis pensamientos libres. −Aquel dentro de su abrigo muestra al pequeño conejo que tiende a Jimin− Espero que mis palabras, hayan logrado algo de calma, joven Jimin...

−Gracias.

−Es mi trabajo.

−No, usted me salvo en esa caída.

− ¿Y qué pensabas que iba hacer? No podía quedarme de brazos cruzados.

−La mayoría de aquí, lo suelen hacer...

−Soy ahora su sirviente, joven Jimin, puede confiar en mí...

Sosteniendo el conejo entre sus manos Jimin, sintiera como si ese gran cargo en sus hombros se aligerara; al menos un poco. Siguiendo escuchando el joven hasta que llega amanecer y tiene que hacer de nuevo sus tareas en el palacio, Jimin volviendo acomodar el desastre, ve el conejito que pega varios brinquitos, siendo lo que consuela su herida corazón.

Escuchando el llamado de la puerta Jimin actúa rápido, llevando el conejo dentro de uno de los armarios aun cuando llega a cerrar el armario la puerta se abre con de nuevo Hoseok, dándole los buenos días.

−Joven Jimin, he recibido ordenes de nuestro señor que alimente de nuevo a los perros. ¿Tuvo algunos problemas el día de ayer con la tarea?

El chico sube sus hombros, sin saber que responder después de su ataque de pánico fue Namjoon quien dijo que se encargaría de ello.

−Sí...

−Perfecto, ahora Namjoon se encarga de algunas tareas. ¿Quiere que lo dirija hacia la granja? Esta vez, tengo la disposición de acompañarlo a su tarea.

Dentro de su boca Jimin mordía suave su lengua, por mentir.

Por lo que Hoseok abre más la puerta para que llegue a salir, hasta sentir el antemano que lo detiene al mismo tiempo que escucha un diminuto ruido en el armario, Jimin sabía que estaba prohibido tener animales adentro, por lo que aguardando espera a Hoseok, que diga.

Señor Ciervo. [🦌]Yoomin. ¡COMPLETO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora