capítulo veinticinco

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Estaba nerviosa, ese día era el día de la fiesta. Estaba en el colegio, no podía concentrarme en las clases, mi pierna se movía ansiosamente, me mordía el labio imaginándome mil y un escenarios posibles de que podría salir mal, o podría bien. 

¿La verdad? Solamente me imaginaba a Aomine, quería ver netamente a Aomine, ¿me va a besar, voy a bailar con él?

Sonreí entontada, pensando en las maneras que podría besarme, que podríamos bailar, en las maneras que podríamos...

—¿Raquel, me estás escuchando?

La voz de Aida me trajo de nuevo a la cafetería, negando alejando cualquier tipo de pensamiento, asentí fingiendo que la estaba escuchando, me dijo que no podía asistir a la fiesta, después de pedirle que vaya, me dijo que no le gustaba ese tipo de ambiente, un poco triste acepté. Pasaron las horas, y por fin llegó la noche.

Estaba preparándome para la fiesta.

Me vi al espejo, colocándome el vestido arreglándome, cepillándome el cabello, masticando el quinto chicle de menta, mirándome los labios, para ver si veían bien, suspiré, saliendo viendo que todo el ambiente se viera bien, y sí, se veía todo bien, todo estaba en su lugar, las bebidas, todo. 

Estela bajó sonriendo, y después de media hora comenzaron a llegar los invitados, Estela subió la música a máximo volumen, con un vaso de trago alzándolo. 

—¡Que comience la fiesta!

Todos alzaron sus vasos, comenzando a bailar, al ver a Kuroko sentado con un vaso de cola, sonreí tomando su brazo, dándole una vuelta llevándolo en medio de la gente, quien primero se quedó tieso, aproveché que la música estaba en su parte más alta para aplaudir. 

—¡Vamos Kuroko, eh eh eh eh!

La gente comenzó a darle cuerda, quien también aplaudió, este comenzó a soltarse y me siguió el juego, suspiré calmada viendo como se había relajado, se pegó a mi y comenzamos a bailar. A los minutos lo dejé solo, y fui por un poco agua, me acerqué a Estela sonriendo. 

—¿Cómo estás, todo bien?

Esta asintió, ella se encargaba de la música, quien estaba muy animada bailando con una amiga que trajo de su colegio, Kagami estaba mirándola, se notaba que hablar no era su fuerte, me pidió con señas que la saque a bailar, la tomé de los brazos y bailamos los dos, le dije que venga pero él me dijo que no. Me acerqué y arrastrándolo lo traje. 

—K—Kagami...—Dijo bajando la mirada. —Te ves muy guapo. 

Este comenzó a temblar, haciendo una mueca enojado. 

—Ya lo sé.

Me pegué la frente con las manos, Dios mío. 

—Quiero decir, tú también, te ves preciosa.

Mejor, muchísimo mejor. 

Los dejé solos, colocando mis manos en mi cintura viendo como bailaban, hasta que sentí un susurro en mi oído. 

—¿Y tú, no vas a bailar Walker?

Volteé enseguida y lo vi, Aomine, con su camisa negra y una enorme sonrisa blanca, se veía demasiado bien, y olía demasiado bien. Mis piernas comenzaron a temblar y mi corazón comenzó a palpitar fuertemente. 

—Viniste, pensaba que no vendrías.—Dije, este me tomó de la mano, y apenas hizo eso entrelacé mis dedos. —Me sorprende. 

Se encogió de hombros sonriendo, cuando estaba a punto de decir algo, escuché como alguien gritaba mi nombre, los dos volteamos y vimos a Kise viniendo, sonreí y solté su mano, viendo como fruncía el ceño, me abrazó y vi como juntaba las cejas haciendo una mueca de molestia.

¿Estaba...celoso?

—¡Chicos! ¿Cómo están?

Dijo animadamente, él tenía una camisa blanca, tenía en su mano vodka, tuve que alejar un poco mi cuerpo, no me gustaba, olía demasiado fuerte y hacía que me mareara solamente con el olor. 

—Éstabamos mejor sin ti. 

Le di un codazo, mirándol mal. Este se justificó diciendo que tenía que venir porque todos estábamos hablando de esta fiesta en específico.

—¿Por qué, qué tiene?

—Dicen que hay una estrella pornográfica aquí.

Cuando dijo eso solté un grito ahogado sin yo darme cuenta. Aomine se quedó pensando por un momento, a lo Kise le dio un zape regañándolo, pero yo no presté mucha atención, estaba en mi propio mundo, les dije que tenía que salir a tomar aire, estaba tan sumida en mis pensamientos que choqué regándole la bebida a alguien. 

—Perdóname, no te vi. 

Recogí el vaso, y apenas alcé la mirada me crucé la mirada con un chico de pelo rojo oscuro, sus ojos eran demasiado hipnotizantes, eso pareció gustarle porque me sonrió de lado. 

—No me mires a los ojos.

Pestañeé confundida, aunque un poco avergonzada. 

—¿Qué?

Este se paró, determinado. Tomando mi mano apretándola un poco. 

—Solamente los ganadores pueden hacerlo. —Dijo, soltándola un poco, su tacto quemaba un poco.

Abrí la boca ofendida, para después preguntarle que porque creía que no, me miró de arriba abajo, y me crucé de brazos, sonriendo satisfecha. 

—¿Ahora tú quieres una foto?

Se sorprendió un poco, para después sonreírme y acercarse un poco. Fruncí el ceño alejándome un poco, no me gustaba su exceso de confianza, me iba a decir algo pero un enorme brazo se interpuso entre nosotros, los dos volteamos y era Aomine mirándonos enojados. Akashi asintió saludándolo, y Aomine no devolvió.

—Nadie pasará foto de nadie. 

Aomine me tomó del brazo, jalándome hacia su pecho. 

—O—Oye...—Farfullé, mirándolo roja. 

Volteé hacia donde Akashi mirándome, estaba serio. Aomine no me decía nada, solamente estaba serio, estaba un poco apenada, y nerviosa, estábamos saliendo de la casa.

¿Me va a asesinar y tirar mi cuerpo al río?

—Aomine, en serio, yo no tengo nada que ver, te juro que...

—Hablas mucho Walker.

Me besó, callándome.

Abrí los ojos sorprendida, pero enseguida me dejé llevar, enredando mis brazos en su cuello, siguiéndole el beso, abrí la boca soltando un suspiro cuando sentí su mano acariciar mi pierna, como tenía un vestido sentí su mano tocar mi piel. Estaba demasiado nerviosa, todavía no creer que Aomine era...

Espera, ¿qué era Aomine para mi?

—Aomine...—Susurré, llamándolo.

Pero estaba no respondía, es más, cuando dije su nombre mordió mi labio inferior tirándolo, eso hizo que enloquezca completamente, mi cerebro se desconectó totalmente de mi cuerpo. Mis manos se pasaron por sus brazos, y eso fue luz verde porque sus manos no se quedaron atrás, y fueron a mi espalda, como tenía un escote mi piel se erizó. 

Se sentó cerca de una piedra que había, e hizo que yo me sentara encima sin parar de besarlo. Se separó acariciando mi mejilla, yo lo miré, tenía los labios hinchados y me atreví con mi mano temblorosa a pasarlo por sus labios, quería decirle que lo quiero, me moría por decírselo, lo quiero. 

—Aomine...—Susurré, llamándolo. 

Este asintió para que hable, estaba acariciando mi espalda con su dedo índice, así que no me estaba ayudando. 

—Raquel, te quiero. 



Hobbie [Daiki Aonime y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora