capítulo ocho

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Todo estaba en un silencio, silencio que Kuroko decidió romper despidiéndose, Kise hizo lo mismo diciendo que nos veíamos mañana, todos se fueron yéndose hasta que al final quedé sola, suspiré tratando de calmarme, mis nervios estaban a flote, me solté el cabello relamiéndome los labios.

Salí del lugar, caminando hacia la gasolinera, entré y me dejé caer, escuché como alguien se sentaba a lado, pensé que era algún cliente de la tienda así que no presté mayor atención, hasta que me hablaron.

—¿Dónde juegas?

Alcé la mirada, y vi a un chico de cabello verde con lentes, mirándome cruzado de piernas, lo miré confundida pero aún así contesté.

—Seirin. —Exclamé, y este sonrió acomodándose los lentes.—¿Te conozco?

Pregunté mirándolo enarcando una ceja, estaba de mal humor y no quería lidiar con nadie en estos momentos.

—Me sorprende que no me conozcas estando con alguien de la generación de milagros.

Me reincorporé, sorprendida, ¿de qué estaba hablando? Lo miré ya alzando la cabeza, era demasiado alto, tuve que tirar mi cabeza para atrás para poder hablar con él mejor. 

—¿A qué te refieres? —Pregunté, confundida. —No entiendo.

—Soy Shintaro, Shintaro Midorima.

Se presentó, extendió su mano, yo la estreché un poco confundida, pero aún así correspondí su saludo.

—Soy Raquel Walker, es un gusto.

—El gusto es mío, eres más guapa en persona de lo que me habían comentado.

Fruncí el ceño, ¿quién mierda había dicho eso a un extraño?

—¿Qué?

Quité la mano, y este sólo soltó una risa seca.

—Nada, nos veremos pronto, si es que pasa.

—¿Cómo si es que pasa?

Me coloqué en frente de él, parándolo enojada colocando una mano en su pecho.

—Seamos realistas, tu equipo está muy por debajo del mío, así que aprovecha y no sé, métete en algún otro hobbie.

Abí la boca ofendida, para luego cruzarme de brazos.

—¿Estás tan confiado?

—Para que Aomine me haya dicho que no es competencia.

Fruncí el ceño, ¿cómo conocía a Aomine, es que acaso Aomine era una clase de celebridad que todo el mundo lo conocía o algo así? 

Me quedé un momento pensando, uniendo las piezas, espera, no me digas.

Él pareció entender mi rostro, a lo que se acomodó los lentes mejor, y soltó una risa de lado, parecía divertirle la situación. 

—No me digas que él es..—Apreté los labios. —No, no puede ser parte.

—Sí, es parte de la generación milagros.

Sentí como toda la sangre se me iba al suelo, estaba en shock.

—No puede ser...

Recordé cuando le recalqué en todo el rostro que le iba a ganar, Dios, así que él era parte, iba a ser más complicado. Me quedé viendo como Midorima daba gracias al señor, y se iba, no sé cuanto tiempo me quedé parada, ni como, hasta que escuché una voz en mi oído.

—¿Sorprendida?

Escuché su jodida voz, volteé furiosa encontrándome con sus ojos azules que me miraban divertido.

—¡Tú! —Lo señalé con el dedo, molesta, ofendida e irritada, este sólo reía de mis expresiones.—¿Cómo te atreviste a ocultarme algo así?

—No pensé que cambiaría algo, como estabas tan decidida.

Grité para mis adentros, tomé mi maleta saliendo de la gasolinera, ignorándolo, pero él estaba caminando tranquilamente a lado mío con sus manos en sus bolsillos, su presencia era demasiado irritante, sobre todo porque su perfume me llegaba a mis fosas nasales. Volteé, mirándolo sonriendo hipócritamente.

—¿Qué quieres Aomine?

—¿Sabías que eres muy linda cuando te enojas?

Lo miré mal entrecerrando los ojos, y este río, lo tomé de la mano, acorralándolo, a pesar que yo era mucho menos alta que él, sorprendentemente funcionó.

—Deja de estar molestando, o te juro que no respondo.

Este enarcó una ceja, serio. Sonreí porque vi que se quedó atrás, así que pensé que había logrado mi cometido, pero todo se fue a la basura cuando sentí una mano en mi cintura, y sentí la dura pared en mi espalda y sus ojos clavados en los míos, tragué en seco,

—¿Quieres jugar de verdad? 

Susurró muy cerca de mi rostro, obligándome a hacer que mi cabeza suba, respirando pesado, mezclando respiraciones, producto de eso ambos suspiramos.

—¿Quién te dijo que ya no estamos jugando?

Sonreí, y este miró a otro lado relamiendo sus labios. Cuando miré lo que hacía, un pensamiento rápido pasó por mi cabeza cuando hizo eso. 

—No te soporto. —Susurró, y yo rodeé los ojos sonriendo.—Te lo juro que no te soporto.

—Yo tampoco te soporto.

Nos quedamos mirando a los ojos por un minuto, sus ojos azules estudiaban mi íris, a lo que yo suspiré tranquila, bajando la guardia.

Grave error.

Su mano subió a mi mejilla, por dentro algo dentro de mi gritaba que no la quitara, pero otra parte de mi quería cachetearlo, este parecía estar absorto en sus pensamientos, no sabía que me pasaba, mi cuerpo no reaccionaba, estaba hecha piedra en ese momento.

—¿De qué escuela perteneces? 

Me preguntó serio, parecía que estaba analizando la situación, aunque no compredía que situación específicamente.

—Seirin.

Susurré enseguida, este pestañeó por un par de minutos.

—¿Conoces a Kuroko?

Asentí, este pareció pensar algo, pero apretó sus labios, mi mano se atrevió a pasarse por todo su brazo, sintiendo sus músculos, se quedó petrificado, tensándose.

—Aomine.

Lo volví a mirar, alzando mi cabeza, este se acercó a mi, mi corazón comenzó a palpitar fuertemente debido a su cercanía, estaba demasiado cerca, podía literalmente sentir un poco más sus labios en los míos.

—Dime.

Parecía rogar algo, y yo sabía perfectamente que es lo que era, pero quise jugar mal, hacer trampa.

—Quítate.

Me separé de él, siguiendo mi camino, este gritó mi nombre llamándome, pero me mordí el labio, satisfecha. Cuando iba a doblar la esquina, volteé.

—¡Nos vemos en el partido!

Grité devuelta, y me metí a mi casa, cerrando la puerta, mordiéndome el labio divertida.

—¿Te pasó algo?

Escuché la voz de mi mamá, la miré sonriendo, negando.

—No mamá, todo bien.

Este me miró estudiándome pero luego encogió los hombros restándole importancia.

—En la mesa está la comida Raquel, te quiero.

Besó mi coronilla, yéndose a dormir, asentí.

—¡Te quiero más!

Hobbie [Daiki Aonime y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora