Te quiero, amigo.

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~Narra Jimin~

De alguna manera me siento en un bucle infinito, a veces me pregunto cual mal pude haber cometido en mi vida anterior como para ser recibido con tan mal karma; definitivamente me encuentro en una clase de simulación en la que formo parte de una comedia, ¿O como podría explicar que, de alguna manera, siempre termino de esta forma?

— ¡Santa Luna, ¿Cuánto más va a tardar?! — el hombre, después de revisar por séptima vez su reloj de muñeca, se aproxima exasperado hacia mi. — ¡¡Oye, apresúrate a llamar a tu pareja!!

Desvío la vista de forma irrespetuosa, no tengo nada que decirle a este idiota.

En un ataque de ira por mi gesto, el padre de Jungkook me toma por los hombros y me sacude. El movimiento brusco hace que la soga de polipropileno con la que estoy atado de cuerpo completo se friccione contra mi, causandome un inmenso dolor agudo.

Muerdo mi propia lengua para evitar quejarme por el dolor y de repente soy consiente de la cita de aislar que cubre desde mi boca, aprieta mis orejas y presiona los cabellos de mi nuca. No quiero llorar, no puedo hacerlo, si lo hago, Jungkook me sentirá a través del lazo y vendrá por mi. Es lo que ellos quieren.

— ¡Maldita sea, ¿Debo apuntarte con mi arma para que veas que hablo en serio?! — me amenaza, metiendo su mano en el bolsillo del pantalón para sacar la dichosa arma.

Cierro mis ojos con fuerza para detener las lágrimas que amenazan con salir, y en la oscuridad de mi mente intento encontrar pensamientos de calma para callar mi sufrimiento.

— ¡Jhyung-ko, dijimos que no tocariamos al Omega! — le reclama la mujer, apenas sacando de su boca el cigarro que lleva fumando hace diez minutos en una esquina de la sala.

— ¡Cállate, bruja! ¡Debo asustarlo para que llame a Jungkook!

— ¡El lazo hará todo el trabajo, no necesitas asustarlo así! — abandona su autoproclamado puesto para apartar al Alfa de mí.

Descolocado y sorprendido por la postura de su ex esposa, el hombre decide dejarlo por la paz he irse a refunfuñar a otro lado de la habitación.

La mujer se da media vuelta y de manera sorprendentemente gentil mete sus dedos entre la soga y mi ropa en diferentes partes de mi cuerpo, tal vez para aflojar los nudos con los que toscamente me amarró el hombre.

Mi expresión confundida se clava en sus ojos marrones, idénticos a los de Jungkook.

— ... No me mires así, no soy un mounstro, solo soy consiente que tú no tienes nada que ver en esto. Tu peor error fue haberte involucrado con mi hijo...

Mi sangre se inyecta en ira, no puedo creer que se refiera así de Jungkook. Y al contrario de lo que ella cree, haberme involucrado con Jungkook fue una, sino la única, mejor desicion que pude haber tomado en la vida.

No debí haber sucumbido a la falsa ética Disney de perdonar para sanar y obligar a Jungkook a volver a dejar entrar en su vida a estos dos hijos de mil puta. Desearía haber tenido el coraje de matar a estos idiotas de la mano de Jungkook aquel día, habría sido una bonita actividad de pareja.

— Por supuesto, no espero que entiendas porque hago esto. — añade ella, leyendo mis pensamientos a raíz de mi mirada. — Estoy siendo una buena madre al entregarlo al gobierno, ellos podrán ayudarlo con su problema. No sé, tal vez quitándole ese impredecible gen de encima. Él está enfermo.

°EL ERROR°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora