Cuando Sesshomaru llegó a aquel club nocturno se encontró con una joven desatada en la pista de baile.
Rin movía su cuerpo al ritmo de la música, mientras no dejaba de hacer gestos sugerentes a todos los hombres con quien se cruzaba.
La sangre del hombre hirvió tras reparar en ese hecho. Era una visión molesta, tan molesta que sentía que algo le ardía desde dentro. Sin detenerse a pensar en lo que hacía, cruzó aquella distancia apartando cuerpos ebrios, hasta que llegó dónde se encontraba su pequeña hermanita.
—Nos vamos—su voz se mostró molesta.
La chica, quien no podía creer que su hermano se encontrara en ese lugar, se soltó bruscamente de su agarre, el cual había dejado una marca de dedos por la fuerza ejercida.
— ¿Qué haces aquí?—quiso saber ella.
—Te he dicho que nos vamos.
Sesshomaru la ignoró y se acercó a ella nuevamente, esta vez su agarre fue mucho más fuerte.
—¡Que no!—se quejó la jovencita dando ligeros manotazos, mientras era arrastrada por aquel hombre—. ¡Suéltame, animal!
Pero su hermano no se detuvo, se sentía fuera de sí. Recordaba todas las miradas que aquellos hombres le estaban dedicando a su hermana, la manera en que parecían desvestirla con sus morbosos ojos. Odiaba que la mirarán de esa forma.
—¿Dónde está, Inuyasha?—preguntó la joven, girándose hacia todos los lados—. ¡Inuyasha!—lo llamó, pero no parecía existir rastro de su hermano.
En ese momento, Sesshomaru se detuvo.
— ¿Quieres saber dónde está?
—Sí, he venido con él. No contigo—nuevamente intento soltarse.
—Pues Inuyasha se ha ido, te ha abandonado.
—No digas tonterías.
—¿Acaso crees que estoy mintiendo?
—Por supuesto.
—Si es así, entonces ¿dime dónde está? ¿Y por qué estoy yo en su lugar?
—No sé que haces tú aquí, pero…—la muchacha abrió los ojos desmesuradamente al reparar en que Sesshomaru tenía razón en varios puntos.
«¿Por qué no había rastro de Inuyasha por ninguna parte? ¿Cómo sabía Sesshomaru dónde estaban?»
De pronto, todo parecía estar bastante claro. Rin recordó a su hermano, la manera en la que se besaba con su novia y las miradas de deseo que compartían. Era más que evidente, que el muy ingrato se había ido a pasar la noche con ella.
—No puede ser—murmuró sintiéndose traicionada.
—Así es—la voz de Sesshomaru pareció regocijarse de su desdicha—. Tu querido hermanito te ha abandonado y he venido yo para rescatarte.
— ¿Rescatarme? Pues no necesito tu ayuda—la chica no dudó en pisar su zapato.
El hombre hizo una mueca, pero no parecía ser de dolor.
—¡Ya verás, señorita!—y la cargó como si se tratara de un simple costal de papas.
Aunque la muchacha pataleo para que la soltará, no hubo resultado a su favor. A su hermano no le importaron sus gritos y, realmente, nadie más parecía escucharlos.
Cuando cruzaron la puerta de entrada, se llevaron varias miradas escépticas. Los hombres encargados de custodiar aquel lugar no parecían conforme con su comportamiento.

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El placer de lo prohibido
FanfictionEl amor no siempre es aceptado, en algunas ocasiones, se convierte en algo prohibido que no debe ser experimento, sin embargo, el placer que se consigue en esas prohibiciones hace del amor algo mucho más intenso. Las circunstancias los convirtieron...