—Tomen asiento, daremos inicio a esta sección.
Un silencio sepulcral se instaló en aquel juzgado tras aquellas palabras. Sesshomaru se encontró al lado de su abogado, un abogado de oficio. Tenía entendido que su madrastra le había proporcionado algunas pruebas que utilizaría ese día a su favor.
—Sesshomaru Taisho, se le acusa de abuso sexual a una menor, ¿cómo se declara ante la acusación? ¿Culpable o inocente?
—Inocente, su señoría.
—Muy bien, que inicie la contraparte con su demanda.
Su padre fue llamado a declarar y dijo con lujo de detalles una serie de cosas que no habían ocurrido de la manera en que fueron descritas. Según la versión de Toga Taisho, ellos habían estado prácticamente desnudos al momento de ser encontrados en la habitación.
Sesshomaru miró de reojo unas sillas más atrás, donde se encontraba Rin. La joven no lo perdía de vista con sus ojos suplicantes y dolidos. Era como si le dijesen de alguna forma: “Tranquilo, todo va a estar bien”. Realmente quería creerle, pero ver aquel desprecio en los ojos de su padre lo hizo sentirse triste y desamparado a la vez. Aquel no era el padre que recordaba. Toga siempre había sido atento con él, solía decirle lo orgulloso que se sentía de sus logros y no perdía tiempo de presumirlo con sus amistades. Incluso, peleo fuertemente por su custodia con su madre, aunque Irasue había resultado ganadora en gran medida de la misma.
—Sesshomaru Taisho, pase al estrado, por favor.
Una vez estuvo posicionado en la respectiva silla y hubo cumplido con el juramento de decir la verdad y solamente la verdad, el abogado comenzó con sus incómodas preguntas:
— ¿Cuándo descubrió que le atraía físicamente su hermanita?—preguntó haciendo resaltar el diminutivo de la última palabra.
—No sabría decirlo con exactitud—contestó sincero—. Cuando regrese de Harvard, Rin había cambiado mucho, ya era toda una jovencita. Yo no preste mucha atención a ese detalle, porque siempre la mire con cariño. Los meses transcurrieron y los sentimientos fueron escalando entre los dos, nos enamoramos, aunque en un inicio luchamos mucho en contra de ese sentimiento, porque sabíamos que no era correcto.
Sesshomaru miró en dirección a su padre y pudo apreciar como Toga tenía la boca ligeramente abierta, no sabía si se debía a su confesión tan transparente o a que le costaba procesar que simplemente dos de sus hijos se habían enamorado.
—¿Qué significa estar enamorado para usted?—continuo el abogado ajeno a las emociones que experimentaba en ese momento—. ¿Acaso enamoramiento es sinónimo de “deseo sexual”? ¿Sabe usted que es un delito ver a una menor con esas intenciones?
—Lo sé, por eso nunca le puse una mano encima con esas intenciones—aclaró.
—Ah, ¿no lo hizo?—el hombre sonaba sarcástico, era evidente que no le creía ni una palabra—. ¿Entonces la declaración de su padre es falsa? ¿Desea ahora levantar una demanda en contra de su progenitor por difamación?
—Desconozco los motivos que tuvo mi padre para alterar su declaración. Pero la realidad es esa, señor abogado.
—Absurdo—el abogado se movió de un lado a otro, aparentemente perdiendo los estribos por el exceso de mentiras—. Su señoría, estamos ante un pedófilo descubierto. No creo que se necesite más evidencia de que esta persona es completamente culpable de lo que se le acusa.
—¡Objeción!—el letrado de la defensa se opuso de inmediato—. Su señoría le sugiero que ignore su alegato, se necesita más evidencia para condenar a alguien de semejante crimen. Permítame por favor, mostrarle todas las pruebas que hemos recopilado sobre la inocencia de mi cliente.
—Adelante.
Fueron llamados al estrado un par de especialistas encargados de hacerle los exámenes pertinentes a Rin:
—El examen físico demostró que no hubo actividad sexual ni intento de la misma. La jovencita, de nombre Rin, conserva la pureza, en su totalidad, su señoría.
—Muy bien.
El siguiente en pasar a declarar fue el psiquiatra, quien no tenía muy buena cara.
—Pues no pude encontrar evidencia de manipulación—explicó el hombre—. La señorita Rin parece estar plenamente consciente de sus actos, además de que, según sus propias palabras, fue ella en gran medida quien propicio todo. Es decir, ella fue quien quiso iniciar con aquel romance, cuando su hermano le huía y se negaba.
—Gracias por su declaración—el abogado defensor se mostró conforme—. Espero esto sea suficiente para dejar en claro la inocencia de mi cliente. Su señoría, señores del jurado, confió en su buen juicio para este caso—dicho aquello se sentó junto a su defendido.
—Se levanta la sección, en quince minutos será dado el veredicto—el juez dio un certero golpe con su mazo.
Sesshomaru soltó todo el aire que no sabía que estaba conteniendo. La tensión que se vivía en esas cuatro paredes era asfixiante, en ese momento, sentía mucho deseo de levantarse e ir a donde se encontraba su amada, pero sabía que no podía y tampoco sería prudente.
Los quince minutos transcurrieron en un abrir y cerrar de ojos, para el momento en que se dio cuenta, aquel juez estaba sentado nuevamente en el estrado. Las personas del jurado ocupaban sus respectivos lugares y ya parecían haber tomado una decisión para ese caso.
Las manos del hombre empezaron a sudar sin poder contenerlo. Estaba en juego no solamente su libertad, sino también su reputación.
—Sesshomaru Taisho, por medio del presente juicio, se le ha encontrado inocente de lo que se le acusa.
Un clamor de euforia se escuchó por parte del público. Rin no pudo contener las lágrimas de felicidad que amenazaban con escaparse de sus ojos, mientras que su madre la abrazaba compartiendo su alegría. Por otro lado, Toga se mantenía imperturbable, sin ninguna emoción en su rostro. Pero, muy dentro de su corazón, había deseado que ese fuese el resultado, porque, aunque se sentía decepcionado de su hijo, tampoco quería verlo pasar años en la cárcel…

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El placer de lo prohibido
FanfictionEl amor no siempre es aceptado, en algunas ocasiones, se convierte en algo prohibido que no debe ser experimento, sin embargo, el placer que se consigue en esas prohibiciones hace del amor algo mucho más intenso. Las circunstancias los convirtieron...