Rin no podía creer que besó a su hermano. La chica cuando se encontró sola en su habitación, llevó una mano hacia sus labios, aquellos que osaron probar de una caricia prohibida.
Sesshomaru debería ser prohibido para ella, debería ser una aberración el simple hecho de haberse acercado a él de esa manera. Sin embargo, no lograba sentirse arrepentida, por el contrario, pensaba en que todo había sido tan rápido que necesitaba repetirlo.
La joven tomó su celular y decidió escribir un mensaje, era corto y preciso:
"¿Podríamos vernos mañana?"
Una parte de su ser sabía que no recibiría respuesta alguna, pero aquello no le importaba le urgía hacer algo para revivirlo.
«Estás perdiendo la cabeza», susurró una vocecita en su oído, y sí, Rin le daba toda la razón a aquel susurro, pero no podía hacer nada para controlar sus impulsos.
Las horas pasaron lentas. No llegó ninguna notificación de nuevo mensaje, motivada por su insensatez decidió llamarlo.
La llamada repicó una, dos, tres veces, hasta que una voz del otro lado contestó el teléfono:
—¿Bueno?—se trataba de una voz femenina.
Rin se obligó a reponerse, no podía permitir que esa mujer se saliera con la suya. Su hermano era solamente suyo.
—¿Se encuentra Sesshomaru?—preguntó con un tono un poco cortante.
—Disculpa, Rin, ¿eres tú?—indagó la susodicha.
—Mmm sí, ella habla.
—Oh, qué sorpresa, mucho gusto—se alegró Sarah.
—¿Y tú quién eres?
Rin no dudó en acabar con el buen humor de aquella mujer de identidad desconocida.
—Disculpa por no presentarme antes, mi nombre es Sarah, soy la novia de tu hermano.
—¿La novia?
—Así es, ¿no te lo ha contado?
—No, no me ha dicho nada. Me gustaría hablar con él, ¿podrías pasármelo?
—Sí, claro. Un momento.
La fulana Sarah finalmente se decidió en cumplir con la labor de buscar al dueño del teléfono, mientras los segundos pasaban Rin sentía que todo aquello era demasiado para un solo día.
Sentía rabia, rabia por la voz de esa mujer, porque su tono era suave y amable, y porque se creía con el derecho de atender el celular de su hermano y soltar una cantidad absurda de idioteces. La odiaba.
—Rin, ¿qué quieres?—la voz áspera de su hermano la interrumpió de cada uno de sus pensamientos.
—¿Por qué me atiendes de esa manera?—reclamó.
—Dime qué quieres o colgaré.
—No, dime, ¿cómo es que tienes novia y por qué no me has contado antes?
—No te debo ningún tipo de explicación—contestó rudo el hombre—. Si para eso has llamado, lo mejor será que cuelgues, no estoy de humor para tus niñerías.
—Ah, ¿no lo estás?—cuestionó la chica—. Eso no me parecía esta tarde, ¿o es que ya olvidaste el beso que nos dimos?
—¡Rin, basta!
Sesshomaru había alzado tanto la voz que Sarah no pudo evitar girarse. ¿Habría sido una imprudencia presentarse ella misma con su hermanita?
—Si es para decir ese tipo de cosas, mejor no me vuelvas a llamar—declaró el hombre antes de colgar la llamada.

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El placer de lo prohibido
Fiksi PenggemarEl amor no siempre es aceptado, en algunas ocasiones, se convierte en algo prohibido que no debe ser experimento, sin embargo, el placer que se consigue en esas prohibiciones hace del amor algo mucho más intenso. Las circunstancias los convirtieron...