Sesshomaru había querido acercarse a Rin, pero no le fue posible. En el momento en que fue levantada la sección, un hombre del cual no se había percatado, se acercó hasta él.
—Joven Taisho—lo saludo el sujeto como si lo conociera de toda la vida. La mirada de extrañeza, por su parte, no se hizo esperar. Realmente no tenía idea de quién era esa persona.
—¿Usted es?
—La persona que se encargara de usted a partir de ahora—dijo dedicándole una mirada significativa a su abogado, el cual se mantenía aún a su lado.
—No lo entiendo. ¿Por qué un desconocido tendría que encargarse de mí?
—Ya lo descubrirá, señor. Vamos, hay alguien esperándolo.
Toda aquella situación era en extremo extraña, por lo que se rehusó de inmediato a la idea. Además, quería saludar a su amada, la cual no dejaba de mirarlo esperanzada.
—No le recomiendo que se acerque a ella, señor—hablo nuevamente el sujeto, percatándose de que su mirada se dirigió a la joven.
—¿Por qué?
Sesshomaru devolvió la atención de sus ojos dorados al hombre frente a él.
—La señora Evans dio claras instrucciones.
—¿Mi madre? ¿Ella lo envió?—finalmente logró encajar las piezas de aquel rompecabezas.
—Así es.
—Vaya, pensé que todo este asunto no le había interesado—no pudo evitar evidenciar su sorpresa. Su madre ni siquiera se había presentado al juicio y, mucho menos, había mostrado su ayuda para el caso, pero ahora, enviaba a alguien.
—Sé que puede estar pensando que la señora lo abandono, pero no es así—informó el hombre como si de alguna forma pudiese leer sus pensamientos—. El abogado fue enviado por su madre. Ella le pago. Además, la señora Evans estaba segura de que saldría de aquí sin necesidad de mover sus influencias. Su madre confiaba ciegamente en su inocencia.
Sesshomaru bufó. Su madre siempre actuaba de maneras impredecibles.
—Ahora, por favor, acompáñeme. Ella quiere verlo.
—Está bien.
Los dos hombres se dirigieron hacia la salida, pero fue inevitable no pasar frente a Rin, la cual contuvo por muy poco el impulso de llamarlo.
—No es conveniente—le recordó aquel extraño.
Sesshomaru se retiró de aquel juzgado sin despedirse de nadie.
Rin sintió un vacío en su corazón, al verlo partir sin siquiera acercarse. En ese momento, lo único que deseaba era darle un abrazo y decirle lo feliz que estaba porque todo se había aclarado.
—Tranquila, cariño. Seguramente tiene un buen motivo—la consoló su madre.
[…]
Un auto los esperaba a las afuera de aquel juzgado. Sesshomaru subió a la parte trasera del mismo, encontrándose con la sonrisa satisfecha de su madre.
—Me alegra verte, querido hijo—dijo la mujer antes de estrecharlo en un abrazo.
—A mí también, madre. Aunque no esperaba verte—confeso.
—¿Te molesta acaso?
—No, solamente es un poco inesperado.
—No seas resentido, Sesshomaru. Si no me presente a tu juicio, fue para mantener bajo perfil toda esta situación. No olvides que soy una figura pública y que tú eres mi hijo.
—Sí, sin duda, sería un gran escándalo.
—Así es, debo mantener las cosas en orden, de lo contrario, afectaría mucho a nuestro negocio—explicó con aquel aire de superioridad que siempre la acompañaba.
—Entiendo.
—Iremos a tu departamento a buscar tus cosas, Sesshomaru. Regresarás conmigo a Madrid—anunció la mujer su decisión.
—¿Te has vuelto loca, madre?
Sesshomaru se negó de manera instantánea, ya no tenía ocho años, era libre de tomar sus propias decisiones.
—Claro que no. Pero ya tuviste suficiente tiempo de libertad y mira como ha resultado: te involucraste con la niñita adoptada de tu padre—el desprecio en la voz de Irasue fue inevitable.
—Madre…—le advirtió a su hijo. No estaba dispuesto a escucharla hablar mal de Rin.
—¿Qué? Estoy diciendo la verdad—se defendió rápidamente—. Eres mi hijo, Sesshomaru, no voy a permitir que cometas ese tipo de errores.
—Ya no soy un niño, madre. Sé muy bien qué hacer con mi vida.
—Sesshomaru, esa es una niña. ¿Has pensado en que tal vez está confundida? Recién empieza a vivir, necesita experimentar y descubrir si ese “amor” que dice sentir es tan genuino. Si aquello permanece en el tiempo, te apoyaré. Pero debes darle espacio para que madure.
Sesshomaru se quedó sorprendido ante la sabiduría con la que parecía hablar su progenitora, ella no era la mujer más sentimental en el planeta tierra, sin embargo, había dicho cosas muy ciertas, cosas que incluso él había pensado antes.
—Además, hay que esperar que todo este escándalo pase.
—Supongo que tienes razón.
Al llegar a su departamento, Sesshomaru hizo su maleta. Sentía que estaba tomando una decisión apresurada, pero confiaba en que era lo correcto.
El hombre tomó una hoja y un papel y se sentó a escribir en una mesa:
“Estoy odiando escribirte estas letras, pero sé que son necesarias. Un tiempo separados nos permitirá escudriñar lo que hay dentro de nuestros corazones. Sé muy bien lo que hay en el mío, pero necesito estar seguro de que esto también es lo que tú deseas. Si resultase ser así, si el tiempo no es capaz de matar lo que sientes por mí, regresaré por ti, Rin. Lo prometo”
Una vez termino de escribir, doblo el papel y lo metió en su bolsillo.
Necesitaba hacerle llegar esa nota a su amada, necesitaba que entendiera que no se iba para dejarla, sino que luego de todo esto, un tiempo separados, era lo más prudente.
Izayoi salió al frente de su casa a recibir aquel papel. Sesshomaru le había pedido que cumpliera con la encomienda.
—¿Te irás?
—Así es, pero solo será por un tiempo.
—Rin, se pondrá muy triste.
—Lo sé—una mirada de dolor se instaló en el joven—. Por favor, Izayoi, no permitas que se rinda. Acompáñala a todas sus terapias y motívala a estudiar. Hay muchas cosas que ella debe experimentar. Confió en ti para cuidarla.
—Así lo haré.
Izayoi no pudo contenerse de soltar una lagrimita traicionera. Era evidente que el amor que sentía Sesshomaru por su hija era real…

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El placer de lo prohibido
FanfictionEl amor no siempre es aceptado, en algunas ocasiones, se convierte en algo prohibido que no debe ser experimento, sin embargo, el placer que se consigue en esas prohibiciones hace del amor algo mucho más intenso. Las circunstancias los convirtieron...