—¿Quieres ir a otra parte?—la invito aquel joven de cabellos castaños y ojos marrones.
Era alto, de sonrisa amable y de una mano que se extendía hacia ella en una muestra de caballerosidad innegable.
—Sí—dijo con cierto temblor en su voz.
Era la primera vez que aceptaba la invitación de alguien. Luego de salir de su trabajo en aquella cafetería, y de una semana plagada de exámenes, lo único que le apetecía era un tiempo de relajación. Ese chico estaba dispuesto a dárselo, aunque la imagen de Sesshomaru no dejaba de aparecer en su mente como una insistente alarma que no debía ser olvidada.
Habían pasado tres años desde su partida, tres años en los que no había tenido ninguna noticia suya. Lo único que sabía de él era lo que se podía apreciar en las revistas. Su madre Irasue siempre posaba a su lado, sonriendo a la cámara y colgada de su brazo, como si quisiera decirle al mundo: “es mío”.
Y en cierta manera lo era, después de todo, era ella quien lo tenía las veinticuatro horas del día. Por su parte, no dejaba de sentir envidia, porque extrañaba mucho tener su atención y compañía. ¿Pero realmente volvería? ¿Lo que tuvieron en el pasado significo siquiera algo?
“Si resultase ser así, si el tiempo no es capaz de matar lo que sientes por mí, regresaré por ti”
Las letras de aquella nota se mostraban insistentes en su cabeza a medida que era guiada por aquel chico. No sabía exactamente que iban a hacer, pero quería sentir algo de compañía, quería experimentar, quería no sentirse tan vacía…
—¿A tu casa o a la mía?
—Vayamos a mi departamento—decidió entonces.
Tomaron un taxi que los llevo rápidamente a aquel destino. Rin abrió la puerta de su pequeña morada y lo invito a entrar con una sonrisa. El lugar era pequeño, pero acogedor.
—Ponte cómodo, ¿te apetece algo de beber?
—No—él negó—, me apetece otra cosa que no tiene nada que ver con la bebida.
La castaña captó de inmediato aquel tono sugerente que su acompañante utilizo. Obviamente, no lo había invitado a ver una película, sino a algo muy específico y ambos lo sabían. Eran adultos.
—¿Puedo saber qué es?—pregunto simulando inocencia y tratando de encender la llamarada de excitación que debería estar sintiendo en ese momento.
—Ven, te lo mostraré.
Rin se acercó cautelosa hasta el sofá donde aquel joven permanecía. Era apuesto, no podía negar que le atraía, pero no parecía eso ser suficiente. Aun así, se dejó llevar en el instante en que tomo su mano y la hizo sentarse a horcajadas sobre él.
Sintió la dureza que se alzaba en su pantalón y se movió tímidamente sobre la misma. Las manos masculinas la tomaron de la cintura y la ayudaron a balancearse más, en el ámbito físico aquello se sentía magnífico, pero en lo emocional, no dejaba de sentir que estaba actuando mal.
«Vamos, no lo pienses tanto, Rin, solamente déjate llevar», se motivaba en su mente, pero de esa forma no era como quería vivir su primera vez.
Los besos de su acompañante llegaron hasta su cuello a medida que sus manos navegaban cada vez más por su cuerpo. Era satisfactorio, pero insuficiente. Sentía que su cuerpo lo disfrutaba, pero su corazón parecía quejarse ante aquellas acciones.
“Rin, ¿crees que esto es lo único que quiero contigo?—la voz de Sesshomaru apareció en su mente—. No, quiero más que una noche. Quiero más que sexo contigo. No sé si aún no lo has entendido, pero te amo. Mi amor por ti es sincero, estoy dispuesto a esperarte el tiempo necesario”
Su amor era sincero…
Algo en aquel recuerdo hizo a la muchacha congelarse en su lugar. Como si finalmente fuese capaz de comprender algo muy importante.
“Si el tiempo no es capaz de matar lo que sientes por mí, regresaré por ti”
¿Acaso el tiempo estaba matando lo que sentía por él?
¿Acaso estaba permitiendo que eso ocurriera?
Rin se quitó de encima de aquel desconocido, mientras no dejaba de negar. La cara de estupefacción del hombre era todo un poema.
—¿Qué pasa?—trato de levantarse para retomar la actividad.
—No, lo siento, pero por favor, vete.
—¿Pero por qué? ¿Hice algo que no te gusto? Puedo resolverlo.
—No, no es eso—la castaña se alejó más—. Solo no quiero hacerlo, por favor.
—Me haces venir a tu casa, ¿y luego dices eso? ¿Qué te pasa? ¿Estás loca?—el tono de comprensión se transformó en uno de ira.
—De verdad, lo siento…
—¡No, no me importa si lo sientes! No pienso irme de aquí con una erección, así que lo resuelves—le exigió.
El temor se instaló en el cuerpo de la chica, tras aquella última declaración. Evidentemente, entendía que estuviese molesto, pero no pensaba obedecer a aquella demanda.
—¡Ya te dije que no quiero hacerlo! ¡Cambie de parecer, así que vete!
—Ven aquí—el castaño hizo el ademán de alcanzarla, pero ella fue más rápida alcanzando un florero que se encontraba en la estancia.
—¡Vete!—amenazo con el objeto en la mano.
El tipo se sentía furioso, pero no pensaba convertirse en un violador. Sacudió la cabeza y salió del lugar soltando una maldición.
Rin se dejó caer al suelo en cuanto fue cerrada la puerta con un sonoro portazo. Era una idiota, era lo único que podía concluir de toda aquella situación. Esa noche, lloro por horas con el recuerdo de su amado, cuando las lágrimas parecieron desaparecer se quedó dormida para luego seguir soñándolo.
—Estoy lista, amor. Mi amor por ti no ha muerto, te estoy esperando—susurro en voz baja en medio de aquel apacible sueño.
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El placer de lo prohibido
FanfictionEl amor no siempre es aceptado, en algunas ocasiones, se convierte en algo prohibido que no debe ser experimento, sin embargo, el placer que se consigue en esas prohibiciones hace del amor algo mucho más intenso. Las circunstancias los convirtieron...