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Rin no podía creer lo que acababa de decirle su madre.

— ¿Regresará?

—Así es, cariño, regresa esta misma tarde.

—Pero, ¿por qué no me habías avisado antes?

—Yo también me acabo de enterar.

La chica sonrió, se sentía realmente emocionada ante la idea de volver a ver a su hermano. Habían pasado tantos años, seis para ser exactos.

«¿Notaría Sesshomaru que ya no era una niña?» se preguntó.

—Vamos, Rin, se te hará tarde para ir al colegio.

—Cierto, mamá.

Las dos se encaminaron hacia el auto, mientras Rin no dejaba de imaginar cómo sería el reencuentro con su hermano. Solamente deseaba poder abrazarlo, estrecharlo fuertemente contra su pecho mientras sentía nuevamente su calor. Las horas de clases fueron extremadamente lentas para la jovencita, quien solo deseaba escuchar el timbre de salida.

—Estás muy distraída hoy—señaló su amiga Ayame.

—Es cierto—la secundó Rion.

—Es que hoy regresa mi hermano.

—¿Sesshomaru?

—¡Si!

Las jóvenes se maravillaron ante la idea, habían escuchado tanto hablar de Sesshomaru que sentían que lo conocían también. Lo cierto era que Rin siempre contaba cosas buenas de él: “es muy atento”, “todas las noches me leía un cuento antes de dormir”, “siempre me llevaba a pasear al parque”, “solía comprarme mi helado favorito”.

Aquellas Eran acciones típicas en un hermano, pero Rin las contaba con tanta emoción, que no les quedaban dudas de que Sesshomaru era un excelente muchacho.

La chica corrió a su casa cuando finalmente sonó el timbre de salida y aunque su novio había tratado de invitarla a salir, ella se rehusó.

—No puedo, mi hermano regresa esta tarde.

—Está bien—respondió el chico en un tono monótono, fastidiado.

El noviazgo entre Bankotsu y Rin no estaba atravesando su mejor momento. Lo cierto era que el chico de Diecinueve años, quería experimentar cosas nuevas. No perdía oportunidad para querer tocar un poco más del cuerpo de Rin y, ahora sus besos habían dejado de ser simples roces de labios, para transformarse en feroces intentos por hacerla enloquecer.

Todo aquello era demasiado nuevo para la jovencita, quien comenzaba a sentir miedo. Sabía lo que quería su novio, pero no se sentía enteramente preparado para dar un paso de semejante magnitud.

Entonces había decidido que lo mejor sería verse únicamente en lugares públicos y no visitar más su casa, la cual parecía ser el lugar ideal para que las cosas se salieran un poco de control.

—Siento que estás evitándome.

—¿Por qué dices eso?—preguntó Rin a través de la llamada telefónica que estaba realizando.

—Cada vez que te invito a mi casa, me evades. Al menos esta vez, pareces tener una excusa verdaderamente válida.

—No es cierto, es solo que estamos en exámenes finales y necesito estudiar mucho más.

—Sí, claro.

Rin realmente quería mucho a su novio, no le gustaba cuando se molestaba y pensaba ese tipo de cosas.

—Es cierto, de hecho, te extraño mucho—dijo con voz suave dejándole en claro todo el amor que le tenía.

—En ese caso, Espero que puedas venir pronto. Y ya sabes a qué me refiero—colgó Bankotsu la llamada dejándola con la idea de que aquella fuese una posible insinuación.

El placer de lo prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora