37

194 36 14
                                    

Rin se encontraba acostada en aquella camilla, sus piernas se hallaban completamente abiertas, mientras su intimidad era incómodamente inspeccionada. Aquella era una experiencia que no quería volver a repetir, pero era necesaria para demostrar la inocencia de Sesshomaru.

—Muy bien, puedes cerrarlas—índico la doctora dando por concluida la prueba.

Izayoi se apresuró en cubrir a su hija, puesto que sus piernas no le respondían para hacerlo por sí sola. Esa última semana había faltado a todas sus terapias y la mejoría que antes era visible, ahora nuevamente parecía esfumarse ante sus ojos.

—Efectivamente, su hija no ha tenido relaciones sexuales, tampoco se muestra ningún signo de violencia o ultraje. Elaboraré el informe con estos datos—explico la mujer empezando a teclear diligentemente en su computador.

—Muchas gracias, doctora.

Rin sonrió al escuchar que todo había salido bien, obviamente, ella sabía que así sería, pero ver como una nueva prueba de la inocencia de Sesshomaru se adicionaba a la defensa le daba mucha satisfacción. Cada vez estaban más cerca de sacarlo de ese horrible sitio…

Un día después, la joven tuvo que presentarse en la oficina del psiquiatra. Aquella era la última prueba que debía realizarse para dar por concluido todo este tedioso proceso de investigación.

—¿Cuándo comenzaste a notar conductas extrañas en tu hermano?—comenzó el doctor con su interrogatorio.

—¿A qué se refiere?

—Por lo que entiendo, él estuvo ausente durante seis años, ¿no es así?—la miro inquisitivo—. ¿Cuándo regreso su actitud hacia ti era diferente? ¿Cuándo lo notaste?

—No, nada de eso—contestó—. Sesshomaru era el mismo de siempre—dejo saber sintiéndose un poco a la defensiva. No le gustaba que asumieran cosas que estaban muy lejos de la realidad, era como si buscaran comprobar a toda costa que Sesshomaru era culpable de lo que se le acusa.

—Entonces, si ese era el caso, ¿en qué punto su relación dejo de ser simplemente de hermanos?

—Déjeme explicarle—comenzó la joven enderezándose en su asiento—. No fue él quien inicio con todo esto, fui yo. Sesshomaru no cambio, seguía siendo el mismo de siempre, pero, por el contrario, yo si había cambiado, ya no era una niña y ahora podía darme cuenta de otras cosas.

—¿A qué te refieres con otras cosas?

—Me refiero a él y a su aspecto. Sesshomaru es muy apuesto y yo no lo pude pasar desapercibido cuando regreso, empecé a sentir celos y el deseo de que se fijara en mí de otra manera.

—¿Quieres decir que fuiste tú quien inicio con esa relación?

—Así es, no fue algo que surgió de la noche a la mañana. Sesshomaru realmente huyo de mí y de mis deseos. Él se fue de casa y nos veíamos cada vez menos, pero yo lo busqué e insistí. De esa manera, nos dimos cuenta de que estábamos enamorados. Él nunca quiso abusar de mí, nunca me puso una mano encima de manera indebida, por el contrario, me respetaba demasiado.

—¿Cómo puedes estar tan segura de que esa no fue una técnica implementada por tu hermano para hacerte caer en su influjo?—cuestiono el especialista—. Él muy bien podría haberse alejado con la única finalidad de que fueses tú quien lo buscara.

—No, Sesshomaru nunca me ha manipulado—negó de manera rotunda.

—Pero no puedes descartar la posibilidad—insistió el hombre suspicaz.

—¡Si puedo, estoy segura de que no lo hizo!—la voz de la muchacha se alzó ante las insinuaciones tan injustas.

—Muy bien, entonces pasemos a otro punto. Luego de que su relación se dio lugar, ¿pensaban decirlo?

Rin recordó todas las conversaciones que habían tenido sobre el tema, evidentemente, sabía que no serían aceptados, por lo que siempre habían acordado mantenerlo como un secreto.

—Era complicado—fue su simple respuesta.

—¿Entonces quedaría como un secreto?—asumió el psiquiatra—. Bien, en este caso, ¿para qué iniciar una relación que no tenía futuro? ¿O es que solamente había una finalidad en todo esto? ¿No has pensado que tal vez tu hermano únicamente quería experimentar sexualmente contigo?

—¡Claro que no! Era yo la que se negaba a decirlo—dicho aquello el hombre tomo otra serie de apuntes y dio por concluida la sección.

Rin suspiro aliviada al salir de ese consultorio. Si permanecía un segundo más en el mismo, sentiría que moriría asfixiada.

—¿Todo bien, cariño?

—Si madre, regresemos a casa. Estoy cansada.

Izayoi hizo rodar la silla de ruedas de su hija y ambas se dirigieron juntas al estacionamiento.

[…]

—Entonces, hoy se decidirá tu destino—comentó uno de los reclusos de aquel penal.

—Eso creo.

Sesshomaru se sentía angustiado, la noche anterior no había podido dormir debido a la proximidad del juicio que marcaría su destino. Desde que Izayoi había ido a visitarlo no recibió más visitas, le extrañaba que su madre no hubiese ido a verlo personalmente, sabiendo que ya estaba al tanto de toda la situación. Pero bueno, aquello tampoco le sorprendía, porque la gran señora Irasue Evans nunca había tenido tiempo para él, su madre seguramente estaba más preocupada por el escándalo que toda esta situación significaría para su emporio.

Irasue debía estar moviendo todas sus influencias para que la noticia no se diese a conocer en Madrid, después de todo, él era su heredero y un escándalo de semejante magnitud afectaría al complejo hotelero.

—Ya es la hora—un guardia se adentró a la celda y le indico que era el momento de salir.

El joven fue trasladado de la penitenciaria al juzgado en un abrumador silencio. Sesshomaru no tenía ni la menor idea de lo que iba a encontrarse en ese lugar, razón por la cual, el miedo se había apoderado de su cuerpo…

El placer de lo prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora