—¿Y a dónde quieres ir?
Rin se removió en el asiento del copiloto sopesándolo. Quería que fuese un lugar privado y tranquilo, donde pudiesen disfrutar de la cercanía del otro sin ojos extraños.
Inmediatamente, la joven recordó un lugar que era muy especial en su infancia.
—¿Qué dices del Lago Piccolo?
Su hermano dibujó una sonrisa casi imperceptible al reparar en todas las veces que en compañía de su familia habían visitado dicho lago. En sus recuerdos estaba una Rin de unos ocho años que no dejaba de emocionarse con el color del agua, ni con las aves que transitaban el sitio, hasta el sonido apacible de la naturaleza parecía ser todo un espectáculo para la niña.
—Me parece bien—y tras decir esas palabras el volante del auto adquirió un nuevo rumbo, uno que estaba cargado de buenos recuerdos y de nuevas decisiones.
—Es extraño encontrarlo tan solo a esta hora—notó la chica cuando finalmente llegaron al sitio.
Ambos se dirigieron al muelle y decidieron ocupar un lugar, mientras observaban una gran variedad de tonalidades de verde. El sonido era tal cual como lo recordaban, y el cielo parecía realizar el contraste perfecto en esa tarde.
—Gracias por aceptar la invitación—dijo la joven con un ligero rubor adornando sus mejillas.
Sesshomaru reparó en ese gesto de timidez, sintiendo una sensación cálida invadiendo su pecho. No sabía que quería su hermanita o cuál era su juego, lo cierto era que ya no tenía fuerzas para negarse, quería ser arrastrado por esa corriente de nombre Rin.
Como toda respuesta, Sesshomaru acortó la distancia y acarició lentamente el rostro de la chica.
Rin sintió que su corazón latía más deprisa con ese simple contacto, la soledad del momento y la paz que sentía la llevaron a cerrar sus ojos con un gesto anhelante.
Un anhelo que no tardó en ser atendido por los labios masculinos, los cuales la rozaron fugazmente. Aquel jugueteo de roces se apoderó del tiempo por varios minutos, ambos sintieron que se encontraban en una burbuja donde solo existían los dos.
La joven abrió sus labios a la espera de que aquella tortura de anticipación terminara, quería ser besada por él, lo deseaba. Y Sesshomaru también quería besarla, pero sentía temor de cruzar un camino indebido, uno del cual no podría retractarse. Sin embargo, ignorando todas las señales de advertencia se lanzó a ese mar de clandestinidad que pretendía regalarle los mejores momentos de su vida.
El beso comenzó lento, pero fue adquiriendo firmeza con el pasar de los segundos.
Rin sintió como la lengua de Sesshomaru se adentraba en su cavidad, haciendo uso de una gran maestría. Y, a pesar de que aquel lago estaba al aire libre comenzaba a sentir un calor sofocante a medida que la intensidad del beso aumentaba.
La mano del hombre mantenía inmóvil la cabeza de la chica, mientras poco a poco parecía querer exigir más de ella, más de sus labios, más de su olor y más de ese contacto prohibido que le parecía insaciable.
Por una cuestión de aire se separaron y se miraron fijamente con ojos cargados de pasión. Una pasión que deseaba ser desatada, por lo que el siguiente beso fue mucho más arrebatador.
Rin no supo cuánto tiempo invirtieron en besarse de esa manera tan desesperada, pero le pareció que transcurrieron horas hasta que el sol decidió ocultarse.
—Te llevaré a casa—anunció Sesshomaru.
La chica, quien sentía sus labios hinchados por tanta actividad, únicamente pudo asentir a sus palabras.
El camino de regreso fue silencioso, ninguno de los dos sabía que pasaba en la mente del otro. Rin tenía temor de que su hermano se estuviese arrepintiendo, pero, por el contrario, Sesshomaru parecía estar más decidido que nunca y se lo demostró cuando antes de llegar a su casa paró el auto y le robó un ardiente beso.
—Vendré por ti mañana—le informó a una joven sin aliento.
De esa manera quedó pautado otro encuentro en la clandestinidad de un amor que no debía ser descubierto. No sabían que estaban haciendo, pero en ese punto ninguno de los dos quería detenerse.
[…]
Sarah, ajena a lo que su pareja estuvo haciendo gran parte de la tarde, lo recibió con un beso en la entrada del departamento.
Los labios de la mujer tenían un sabor extraño para Sesshomaru, quien había descubierto una sensación más placentera.
Esa noche la castaña quiso tener un momento ardiente, el cual no pudo suceder, puesto que el hombre se excusó con sentirse cansado. Sabía que las cosas con Sarah debían detenerse, sin embargo, sentía todo demasiado pronto para dar ese paso.
Con lo que no contaba Sesshomaru era con que su padre arruinara los planes que tenía para el día de mañana:
—He reservó una posada—informó el patriarca de la familia Taisho el domingo temprano.
—¿Y a qué se debe semejante gesto?
—Hace tiempo que no compartimos un momento familiar. Te espero, hijo. Y tráete a Sarah.
Para Sarah la noticia fue magnífica, por lo que no tardó en dedicarse a la tarea de buscar la vestimenta más apropiada. Por su parte, Sesshomaru se sentía de mal humor, porque era inevitable que eso no arruinara la tregua que había hecho con su pequeña hermanita.
Efectivamente, Rin no miró con buenos ojos la presencia de Sarah por lo que se concentró en ignorar a Sesshomaru en aquel domingo de playa.
La chica lucía un bikini color turquesa y se encontraba a la orilla del mar tratando de adquirir un uniforme bronceado. En aquel momento, un grupo de chicos se acercó a piropearla:
—¿Qué estás haciendo tan sola, hermosa?—preguntó uno de ellos.
La jovencita pretendía ignorarlo, pero no contaba con que su hermano aparecería a los pocos segundos convertido en una fiera.
— ¿Te están molestando?
Rin se vio tentada a decir que sí, pues la verdad era que ella no pidió aquel acoso, pero viendo la furia en los ojos de Sesshomaru decidió dejarlo pasar.
—No, solamente me saludaban—y se puso de pie para regresar a la tumbona donde aguardaban el resto de sus familiares.
Sarah detalló a la chica cuando se acostó en uno de aquellos muebles, era una adolescente muy bonita y Sesshomaru parecía ser un hermano bastante celoso. Y, por alguna razón, aquello no le dio buena espina…
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Nota de autor:
Recuerden que la historia está inspirada en "Clandestino", sí. Tienen similitudes, más no son la misma.
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El placer de lo prohibido
FanfictionEl amor no siempre es aceptado, en algunas ocasiones, se convierte en algo prohibido que no debe ser experimento, sin embargo, el placer que se consigue en esas prohibiciones hace del amor algo mucho más intenso. Las circunstancias los convirtieron...