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«Vayamos al cine»

Rin había recibido aquel mensaje por parte de su nuevo amigo. Kohaku era español, tenía un acento bastante cautivador y aparentaba ser un buen chico. Su cabello castaño y sus ojos marrones, hacían un contraste irresistible que la tenían mirando corazones por todas partes. Era un joven muy guapo sin duda.

«Claro» respondió.

«Pasaré a recogerte en un rato, ¿te parece bien?»

«¡Estupendo!»

La castaña se mordió el labio, emocionada. No solamente era un chico apuesto, sino que además tenía una muy buena posición económica.

Rin se colocó una minifalda y un crochet a juego. Se miró al espejo sintiéndose bonita y ondulo un poco más su pelo. Hacía tiempo que no sentía tantas expectativas, era como si una bandada de mariposas se hubieran despertado en su estómago, pero había algo más, también estaba la felicidad de saber que posiblemente su hermano la vería esa tarde y se moriría de rabia al hacerlo…

— Me la pagarás—murmuró la jovencita dedicando una mirada decidida al espejo.

Lo que no se esperaba la chica, era que al salir de su habitación se encontraría precisamente con su hermano. Sesshomaru la miró y se quedó por un breve instante boquiabierto.

—¿A dónde vas, Rin?—preguntó inquisitivo.

—A dar una vuelta—respondió la chica procediendo a esquivarlo. Sin embargo, su hermano no permitió que siguiera con su camino.

—¿Qué haces? Suéltame.

—Te ves muy bonita—dijo él con voz suave, detallándola.

Rin sintió que su corazón se saltaba un latido. ¿Bonita?

—Uhm, gracias.

—Siempre pensé que te convertirías en una jovencita hermosa, pero sin duda superaste cualquier expectativa.

Los ojos dorados la miraban luminosos, Rin sintió que no existía nada más hermoso que su hermano, quería decirle, sin embargo, no se atrevía.

La muchacha hizo el gesto de soltarse para continuar con su camino, pero su hermano presionó un poco más su brazo. Su semblante era serio, fijo, parecía ocultar un sinfín de cosas que ella se moría por descubrir.

—Ya no lo soporto, Rin—confesó el hombre con voz baja, dolido—. ¿Podrías finalmente perdonarme?

Aquella solicitud tomó a la joven completamente por sorpresa. Rin quería hacerse la dura, pero la realidad era que su corazón era bastante sensible. ¿Cómo podría vivir feliz estando enojada con su hermano? Era imposible. Lo amaba.

La muchachita se acercó con sus ojos llorosos y, Sesshomaru sintió que el alma regresaba a su cuerpo. Finalmente, podía respirar, finalmente podía sentir que su vida tenía nuevamente sentido… porque, ¿qué era su vida sin Rin? Sentía que no era nada, era esa muchachita de metro sesenta de estatura la que le daba un sentido a su existencia, era su sonrisa, era el verla feliz, lo que parecía guiar su vida. La necesitaba.

Su hermano la abrazó fuertemente y Rin se dejó hacer, se entregó a aquellos brazos más fuertes que los suyos, se dejó envolver en un abrazo tan reconfortante y que necesitaba con locura. Sus ojos reflejaron inmediatamente la emoción que sentía, pero Sesshomaru no quería verla llorar, así que, beso la comisura de sus ojos deseando con ese gesto poder detener cualquiera posible lágrima.

Al sentir la respiración de su hermano sobre su cara, la chica quedó paralizada. Aquella cercanía la hizo abrir sus ojos desmesuradamente, detallando cada una de sus facciones hermosas y varoniles. Sesshomaru era sin duda, el hombre más guapo que hubiera conocido.

El placer de lo prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora