Parecía que todo el mundo se había esfumado y se había quedado solo en la Tierra. Jin no respondía sus mensajes, Jungkook no contestaba tampoco y él no sabía qué más hacer. Se suponía que ese sábado lo pasarían juntos, haciendo algo divertido antes de que se tuviera que ir, pero de repente a nadie parecía importarle.
O eso pensaba Yoongi, porque la realidad era muy diferente.
Fue a eso de la una de la tarde cuando el teléfono del pelinegro sonó, Jungkook lo estaba llamando.
- ¡Por fin apareces! ¿Se puede saber dónde demonios estabas? - le dijo enfadado nada más descolgar.
- Perdona, hyung, no había visto tus mensajes, lo siento. - le respondió apurado. - Es que se me ha caído una estantería y estoy aquí intentando volver a montarla... ¿Podrías ayudarme?
- ¿Qué dices? - le preguntó Yoongi confundido. - Pero, ¿estás bien?
- Sí, si, tranquilo, solo hay un poco de lío y me he agobiado... ¿Podrías subir?
- Claro... Me pongo los zapatos y voy. - le respondió, seguía sin entender bien qué estaba pasando.
- ¡Gracias, hyung!
Se dirigió a la habitación en busca de sus zapatillas deportivas, se las puso y, tras asegurarse de que Holly tenía agua y comida, salió de casa.
Subió las escaleras murmurando molesto, seguro que Jungkook había estado haciendo alguna de sus locuras de boxeo y había destrozado la estantería.
Llamó al timbre y se quedó esperando frente a la puerta. Jungkook no tardó mucho en abrir.
- Gracias por venir, hyung. - le dijo con una amplia sonrisa. - Pasa, está en el salón.
Yoongi se dirigió hacia donde su amigo le había indicado, pero algo comenzó a resultarle extraño cuando vio las luces apagadas. Se giró a pedirle explicaciones a Jungkook, que caminaba tras él.
- ¿Qué está pa...? - el menor lo empujó suavemente.
- Sigue, hyung. - le pidió con sus enormes ojos marrones abiertos de par en par. Entonces Yoongi caminó los últimos pasos que le faltaban hasta la habitación y encendió la luz.
- ¡SORPRESA! - el grito ensordecedor de muchas personas al unísono le hizo abrir los ojos de golpe.
- ¿Qué cojones? - susurró mientras Jungkook, muerto de risa, lo abrazaba por la espalda.
- ¿Pensabas que te ibas a quedar sin una buena despedida? - Yoongi miró a su alrededor, entre avergonzado y agradecido.
Jin, su mujer Handong, Bora, Namjoon y su novia Yoohyeon y, por supuesto, Jimin, lo observaban en silencio, felices por haberlo sorprendido.
- No sé qué decir, yo... No se me dan bien estas cosas. - dijo con timidez. - Muchas gracias, en serio.
Fue Bora la primera que se acercó a él para abrazarlo, seguida del resto de sus amigos y por último, Jimin.
- Perdona por haberme ido sin decirte nada. - le dijo mientras lo abrazaba con fuerza. - Jungkook me llamó porque se le había ocurrido montar esto y necesitaba ayuda para contactar con los amigos del trabajo.
- ¿Os habéis compinchado? - le pregunto Yoongi, aún agarrando su cintura. Jimin se encogió de hombros.
- Un poco. - el pelinegro sonrió y pellizcó su mejilla. - Tu amigo Jin ha traído pescado para cocinarlo.
- ¿Ya lo conoces? Me gustaría habértelo presentado yo.
- Bueno, tampoco hemos hablado mucho, no sé si le hace especial ilusión verme aquí sabiendo... Todo. - Yoongi negó con la cabeza.
ESTÁS LEYENDO
Agridulce (Parte I) [YOONMIN]
FanfictionMin Yoongi no necesita amor. Él es feliz con su trabajo, sus amigos, su perro Holly y su copa de whisky. Pero, muy a su pesar, la vida tiene otros planes para él. "Se quedó absorto viéndolo bailar. Se movía con una soltura impresionante, deslizando...