Capítulo 32

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Aunque sabía que no le debía nada a Jimin, no quería volver a meter la pata escondiendo cosas por miedo, así que decidió que lo mejor sería contarle que había conocido a Yubin.

No tenía pensado tener nada con ella, pero quería que el castaño lo supiera, ya que las cosas seguían sin estar muy claras entre ellos.

Abrió su chat y se quedó mirando el último mensaje. Habían pasado casi tres días y Jimin no le había respondido, aunque sí se había conectado, así que decidió volver a escribirle.

- Hola, Jimin, no sé si estás bien, pero estoy preocupado por ti. - le empezó diciendo. - Me gustaría hablar contigo de algo importante, así que cuando tengas tiempo... Bueno, eso.

Envió el mensaje y se quedó mirando el chat, pero nada sucedió. Lo más probable era que Jimin estuviera trabajando y, si no fuera así, Bora ya se lo habría contado.

Terminó de vestirse y cogió las cosas para irse al hospital, esa noche le tocaba volver a quedarse con su madre. Luego, como cada día, condujo hacía allí para darle el relevo a su padre.

- ¿Has cogido comida? - le preguntó la señora Min al vero entrar, no quería que volviera a pasarle lo mismo. Yoongi levantó la bolsa y la dejó sobre la mesa.

- Tranquila, me he acordado esta vez. - luego se acercó para darle las llaves a su padre y se dio cuenta de que el hombre sonreía más de lo normal. - ¿Qué pasa? - le preguntó confundido.

- Cuéntaselo. - le pidió a su madre, que los observaba sentada en el sillón, también sonriendo. Tenía mucho mejor aspecto.

- Mañana me dan el alta. - los ojos de Yoongi se abrieron a causa de la sorpresa y tuvo que contenerse para no echarse a llorar. - Ha venido el oncólogo hace un rato, dice que todo va bien y que puedo seguir recuperándome en casa.

- ¡Mamá eso es genial! - exclamó pletórico, acercándose a ella para abrazarla con cuidado.

Esa noche comenzó mejor que la anterior que Yoongi se había quedado, al menos esa vez tenía comida y su madre, al encontrarse mucho mejor y estar más animada, no se durmió tan rápido. Estuvieron hablando de cosas banales, y disfrutaron de una charla de madre e hijo de esas que a ambos tanto le gustaban.

Yoongi se sentía muy afortunado de tener una madre como la suya y desde bien pequeño había tenido la suficiente confianza como para sentarse a hablar con ella de cualquier cosa. Incluso fue ella a la primera persona a la que le dijo que sentía que le gustaban los chicos del mismo modo que le gustaban las chicas, cuando tan solo tenía nueve años.

Ella siempre lo cuidó y lo protegió, enseñándole unos valores que Yoongi llevaba por bandera, educándolo en el respeto, la tolerancia y la libertad. Era la mejor madre que podía existir, y tenía claro que era una en un millón.

Cuando su teléfono sonó, casi a las once de la noche, pegó un brinco del sofá. No le había quitado el sonido porque pensaba que no sonaría, así que despertó sin querer a su madre.

- ¿Qué pasa? - preguntó ella asustada, medio dormida.

- Nada, mamá, tranquila es mi teléfono, sigue durmiendo. - le dijo pulsando el botón para quitarle el sonido. Jimin lo estaba llamando.

Salió de la habitación para no molestar a su madre, el corazón le latía a toda velocidad, llevaba días sin saber de él.

- ¿Jimin? - un sonido similar a un suspiro se oyó al otro lado de la línea.

- Hola, hyung, perdona que haya estado tan desaparecido. - se disculpó él, su voz sonaba triste.

- ¿Estás bien? ¿Va todo bien? - le preguntó preocupado.

Agridulce (Parte I) [YOONMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora