Capítulo 27

154 15 17
                                    

Como habían acordado, Jin y Jungkook fueron a despedirlo aquella mañana de domingo. Yoongi intentó no alargar demasiado la cosa, pero al final no pudo evitar soltar alguna que otra lágrima mientras sus amigos lo abrazaban. Era la primera vez desde que se había mudado a Seúl que tenía que separarse de ellos por tiempo indefinido.

Pero otras prioridades lo esperaban, por eso no dudo en subir al coche a Holly y arrancar, alejándose de aquella ciudad que tanto le había dado.

Además de para ver a sus padres, Yoongi siempre tenía ganas de volver a Daegu. No se fue de allí porque no estuviera a gusto, si no porque sabría que en la capital tendría más posibilidades de crecer. Aún así, Yoongi adoraba su ciudad, le gustaba pasear por la playa y la calma que había en comparación con Seúl.

El trayecto en coche no era demasiado largo, alrededor de unas tres horas, pero al pelinegro se le hicieron eternas yendo solo. Por suerte, Holly y la música siempre eran buena compañía, aunque ninguno de los dos le respondiese cuando hablaba.

Volver a conducir por las calles de su ciudad le trajo millones de recuerdos. Pasó por delante de su instituto, por el parque donde siempre quedaba con sus amigos, pasó por decenas de lugares que lo transportaron a su adolescencia y después de todo ello... Llegó a casa.

La familia Min era de origen humilde. Vivían en el primer piso de un pequeño edificio en una de las zonas más alejadas del centro. No tenían mucho, pero tampoco les faltaba nada, y Yoongi había aprendido desde muy pequeño que las cosas tenían un precio, y que no eran fáciles de conseguir.

Por eso, mientras estudiaba en la universidad, tuvo que trabajar de repartidor para poder costearse la carrera y evitar condenar a sus padres a la pobreza absoluta.

Su barrio parecía no haber cambiado en absoluto. No era el mejor barrio del mundo, lo tenía claro, pero había sido inmensamente feliz allí, y se había sentido, por lo general, querido y protegido.

Lo primero que hizo tras aparcar fue bajar a Holly del coche, el perrito siempre lo acompañaba cuando iba a casa de sus padres, así que reconoció el entorno con rapidez y se dirigió a la puerta del edificio donde residían los Min.

- Espera, Holly, deja que llame. - le pidió, acercándose al telefonillo.

- ¿Sí? - escuchó la voz de su padre al otro lado y sonrío.

- Soy yo, papá. ¿Me abres para que suba Holly y poder meter las maletas? - la puerta se abrió al instante y el perrito salió corriendo escaleras arriba. 

Yoongi bloqueó la puerta y bajó las maletas del coche, por suerte el ascensor de sus padres funcionaba bien, así que pudo subirlo todo de una vez y sin problemas.

Lo primero que vio cuando las puertas se abrieron en el primer piso, fue la cara sonriente de su madre esperándolo en la puerta. Yoongi trató de mantener la compostura y devolverle la sonrisa, pero un nudo enorme se había formado en su garganta. No estaba preparado para ver a su madre enferma. 

- Hijo, que alegría me da verte. - le dijo la mujer, acercándose para abrazarlo una vez hubo sacado todo del ascensor. El señor Min también salió para ayudarlo a meter las cosas en casa.

- ¿Cómo estás, mamá? - le preguntó preocupado. Tenía aspecto cansado.

- Mejor ahora que estás aquí, hijo mío. - le respondió ella acunando su cara. Daba igual cuantos años tuviera, siempre sería su niño pequeño.

Yoongi abrazó también a su padre y entró en casa con ellos. Todo estaba exactamente igual y todo olía exactamente igual. Los padres de Yoongi adoraban cocinar y eso hacía que el apetito se abriese en cuanto pisabas la entrada de su hogar.

Agridulce (Parte I) [YOONMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora