Hogar Dulce Hogar

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Esto sí que es un día largo...

Toda la jornada  he estado subiendo y bajando, recorriéndome la editorial enterita. Claro, es lo que tiene ser la nueva becaria... Que si  busca esto, que si  baja a por tal, llama a no sé quién, repasa esto, sube lo otro... Me cago las cuatro farolas que iluminan la tumba de sus putos muertos!

Además estos zapatos me están matando y hace mucho frío en la oficina y mucho calor en la calle. Mi coche no arranca y se me ha calado ya 3 veces. Me ha bajado la regla en el ascensor justo cuando entraba mi jefe conversando con el jefe de mi jefe sobre lo buena que estaba la jefa del jefe de mi jefe. He tenido que aguantar sus fantasías hasta llegar al piso decimosegundo. El pelo me molesta porque es lo suficiente largo para caerme sobre la cara pero no lo necesario para hacerme una coleta. Los relatos que hoy me ha tocado leer han sido muy malos y me han quitado las ganas de leer. Mi teléfono se ha quedado sin batería y no he podido llamar a Kili para que me recoja con lo cual he tenido que esperar en la parada de bus hasta que el mío llegara.

Y aquí estoy, perdida por esta inmensa ciudad, casi de noche, hambrienta y sucia por la regla y sin batería ni dinero porque me he dejado la cartera dentro del coche, cómo no, estropeado.

Después de mil y una paradas y mil y dos horas, empiezo a ver calles y bares que me suenan... Creo que estoy cerca de casa...

Me bajo en la siguiente parada y efectivamente al girar la esquina me encuentro en mi calle.

Ando cuál zombie dirección a mi casa y con las mismas características tanto físicas como psicológicas subo por las escaleras hasta mi cuarto piso debido a que el puto ascensor de esta puta finca en esta puta cuidad de este puto país en este puto mundo... No funciona... El muy puto está averiado...

Abro la puerta como alma que lleva el diablo y conforme esta se cierra tras mi espalda, dejo caer la carpeta llena de trabajo y los zapatos al suelo.

Estoy.En.Casa.

Hay un olorcito dulce que se adueña de la cocina y salón ya que no hay pared que los separe. Me acerco a la cacerola y la abro oliendo el contenido...

-Chocolate...?-

-Yo diría más... Pocholate...- susurra mi novio sobre mi nuca y me tapa los ojos con sus grandes y rasposas manos.

-Mmm hueles bien...- susurro yo también.

-Hogar dulce hogar?- pregunta con sorna mientras me gira y pega su pecho contra el mío.

Enredo mis largos dedos en su largo y oscuro pelo mientras él mete sus manos en los bolsillos traseros de mis pantalones.

-Benditos bolsillos traseros- ríe y acaricia su nariz contra la mía.

Le doy un beso tierno que él, el ansioso de mi novio, vuelve carnal y necesitado. Intenta meter su lengua entre mis dientes pero solo para chincharle, niego con la cabeza y me separo.

Él se inclina hacia mí y mete un dedo en la cacerola llena de chocolate, manchándose así su dedo y luego metiéndoselo en la boca. Entonces me besa y al pedir con ternura su lengua acariciando mis labios, pidiéndome permiso para entrar, le hago espacio y dejo que él y el chocolate deleiten mis papilas gustativas.

Tras el largo y intenso beso se separa, aprieta los labios, abre mucho los ojos y alza ambas cejas.

-Hogar dulce hogar-

Sonríe de lado, coge mi mano y se la lleva a su paquete.

-Ves?-

-Ala guarro! Agh te odio!- le doy un manotazo cariñoso y me dirijo al baño a darme una buena ducha.

Sueña con ...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora