Ya era de noche y hacía rato que esperabas a Thorin, sabías perfectamente donde estaba.
Te enrollaste con una bata y saliste a los pasillos en dirección a su estudio, como costumbre, que él odiaba, entraste sin llamar, abriendo la puerta con cuidado. Él seguía con sus papeles, no hacía falta que se girara para saber quién había entrado.
Apoyaste tu pecho en su espalda, le rodeaste la cintura y descansaste tu cabeza en su hombro:
-Tengo frío-
Él rió entredientes por tu queja infantil:
-Pues ve a la cama- Medio sonrió.
-Hace frio igual- Te quejaste y metiste tu nariz congelada en su cuello provocando que el enano diera un respingo.
- Es verdad que te estas enfriando-
Tú, al ver que seguías con sus papeles decidiste llamar su atención y metiste tus manos por debajo de su camisa. Conforme subías por su pecho, él empezó a jadear y dejó de escribir:
-¡Mahal deja de hacer eso!- Se quejó.
Sonreiste malévolamente para ti al ver que le molestaba tanto, en primer lugar lo habías echo porque realmente tenías frio pero ahora que veías que le molestaba, era más divertido.
Poco a poco empezó a recobrar su respiración normal conforme tus manos se iban calentando dentro de su ropa y con un suspiro decidió levantrse:
-Venga, vayamos a dormir-
Te apartaste de la silla para dejar que se levantara y le observabas divertida mientras se alejaba.
-¿Vienes?- Preguntó una vez en la puerta.
Fuiste hasta Thorin corriendo a saltitos mientras reía pot tu comportamiento infantil y cerraba la puerta de su estudio.
Una vez en llegasteis al dormitorio te quitáste la bata y corriendo te metiste en la cama tándote hasta la barbilla, Thorin, por su parte, más calamadamente, se adecuó para dormir y se metió en la cama de espaldas a ti.
Pasados unos segundos en silencio, te acercaste a él, juntastes tus pies desnudos y frios con los suyos e inmediatamente tus manos congeladas fueron a parar a su cálida espalda; su respiración se paró al instante:
-¡Por Aüle, quieta!-
-Mmm, tengo fríoooo- Le manoseaste la espalda y él se giró. Serio como estaba, cogió tus muñecas y te miró a los ojos:
-Si tienes frio, tendré que calentarte- Sonrió pícaro y empezó a besarte el cuello y tú soltaste una risita:
-¿Qué?- Preguntó Thorin alejandose un poco, aún sonriente.
-Nariz fría- Respondiste.
Empezó a hacerte cosquillas en el cuello con su nariz fría mientras rugía y tu pataleabas.
Siempre tener las manos frías no era tan malo al fin y al cabo.