CAPITULO 34. HIJA, HERMANA, AMANTE

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Oliver no podía apartar la vista de ella. Aquella a la que le habia susurrado palabras de amor en el oído, aquella a la que sus manos habían acariciado y cuyo cuerpo se habia entregado a él. No la amo, no habia podido hacerlo, solo habia sido un deseo febril, un capricho de un niño que le temía al compromiso, una... una simple aventura. Eso es lo que Sarah habia sido para él.

Debía hablar con ella, saber que habia pasado y como habia sobrevivido, y más importante aún, porque no había regresado.

Verla ahí, moverse como si fuese la sombra de Nissa Al'Ghul le molestaba, ya no parecía la dulce y tierna Sarah que habia conocido, su mirada era distinta, como si fuese una persona totalmente distinta.

— Desplegaremos un grupo en el área de los muelles. – dijo Nissa señalando el mapa sobre la mesa. – Ahí es donde se han estado dando las desapariciones. Ellos se infiltrarán...

— Yo iré. – dijo Roy sin pensarlo

— Roy, no. – refuto Oliver de inmediato.

— Alguien más debe de hacerlo, no le confiare la vida de Artemisa a un grupo de asesinos que cambiarían de bando solo por unos billetes. – dijo el pelirrojo señalando a las mujeres.

— Mis hombres son leales. – gruño Nissa

— Es mejor que nos calmemos. – intervino Felicity. – si peleamos entre nosotros no podremos hacer nada.

— No confío en ellas. – recalco el pelirrojo.

— No necesitas confiar en ellas. – hablo Oliver. – Confía en mí. – volteo a ver al pelirrojo, mirándolo a los ojos.

— Aun así, entrare. – insistió. – no me quedare con los brazos cruzados sin hacer nada.

Roy tomo su arco de la mesa y se dirigió hacia los estantes para colgarlo junto al de su mentor. Salió sin decir otra palabra. Felicity suspiro profundamente sacando sus lentes de su rostro para poder tallar sus ojos en señal de frustración.

— No llegaremos a ningún lado. – dijo Felicity. – Ire por las chicas. – aviso a Oliver tomando su bolso. – Nos vemos luego. – dijo saliendo.

Oliver simplemente mantuvo su vista en el plano de la ciudad delante de él. No sabia como salir de esto. Vivía con el miedo constante de despertar un día y que ese fuese el ultimo que pasara con su hija, no importaba que tanta influencia tenia la Liga da la Justicia, ni que tanto pudiera intervenir, ni las alianzas que estaba haciendo con tal de salvarla, ese miedo siempre lo acechaba.

Estuvo tanto tiempo en sus pensamientos que ni siquiera se percato que Nissa habia abandonado la sala, dejándolo solo con Sarah.

— Es una mierda. – hablo Sarah. – todo es una maldita mierda.

Oliver se quedo callado, su mente estaba en todas partes y en ninguna, no podía concentrarse en la mujer frente a él sin que la imagen de su hija en peligro apareciera.

— ¿No piensas hablar? Hace unas horas tenias muchas ganas de reclamarme algo. – dijo la rubia cruzándose de brazos.

— ... No tengo nada que decirte. – dijo él, aun sin levantar la mirada.

— Salvaremos a esa niña. – dijo ella.

— No es solo una niña Sarah. – levanto la mirada. – Es mi hija de quien hablamos. Mi hija esta siendo cazada como si fuese una presa.

En todos los años que habia conocido a Oliver Queen, jamás se lo habia imaginado que pudiera ser un padre devoto, no cuando el patrón de la historia era diferente, no cuando su padre apenas le prestaba atención para sacarlo de problemas o cubrir sus errores. El hombre frente a ella no era nada de lo que habia imaginado, no quedaba rastro del joven rebelde y alocado del que se habia ilusionado.

Artemisa Queen: The shadows from the PastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora