CAPITULO 36: ANSIEDAD POR SEPARACIÓN.

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3 días. Habían pasado tres días desde que su encierro habia empezado. No se habia sentido tan impotente desde sus días en Nanda Parbat.

Oliver llegaba todos los días a la mansión, pero ella se negaba a verlo. No quería hacerlo, no cuando se sentía tan molesta. No podía terminar de comprender cuales eran las razones de su padre para no creerle, pero la falta de confianza era algo imperdonable, sobre todo después de todo por lo que habían pasado juntos.

Se sentía traicionada, primero le ocultaban información y luego se habían negado en creerle, ¿acaso ella era la culpable? ¿Oliver creía que ella tenia la culpa de que Slade atacara a su familia? O es que acaso... ¿Por fin la veían como la asesina que era?

Los últimos días los había pasado únicamente en su antigua habitación, la cual ahora le parecía asfixiante, demasiado grande, llena de lujos que eran tan abrumadores como innecesarios pues ni siquiera los había utilizado. Simplemente se dedicaba a ver el techo o sentarse en su balcón.

Moira habia intentado hablar con ella, pero Artemisa la rechazaba cortésmente, no tenía ánimos de inventar una excusa, y no sabía que mentira de le habia dicho Oliver por lo que no podía seguir con la misma mentira.

Estaba en su cama cuando la puerta se abrió suavemente.

— ¿Puedo pasar?

Artemisa se levantó al escuchar la suave voz de Felicity desde la entrada. No la había visto desde la noche que su padre la saco de su casa a empujones.

Sin dudarlo, la joven se levanto de un salto de la cama y salto hacia la mujer, quien la envolvió en un cálido abrazo.

Felicity también se habia negado a hablar con su novio, ¿o ahora era exnovio? No lo tenía muy claro, pues apenas lo veía y hablaba únicamente para la necesario.

— Perdóname, intente detenerlo. – murmuro Felicity contra el cabello de la menor. – Vine en cuanto pude. No quise dejarte aquí sola.

Y entonces, rodeada por los brazos de la mujer que admiraba y amaba como a una madre, Artemisa se permitió llorar. No lo habia hecho desde aquella noche en la que se permitió sollozar luego de entrar en la misma habitación. Se habia sentido tan sola los últimos día, abandonada a su suerte por aquellos a los que amaba, sin más contacto que el de su abuela, a la cual simplemente le sonreía cuando se topaban a la hora de cenar pues se había auto recluido a si misma en su habitación. Pero ahora, al saber que alguien se había preocupado por ella, que alguien habia ido a verla, a reconfortarla, le habia dado un confort que no sabía que necesitaba, un alivio para su corazón al saber que no era odiada como sus pensamientos traicioneros le hacían creer.

La joven escondió su rostro en el cuello de Felicity mientras esta le acariciaba el cabello, soltando unas cuantas lagrimas propias. Tener a la joven en sus brazos le proporcionaba cierto alivio. No iba a mentir, los últimos tres días habían sido un infierno para todos. Roy habia sido enviado como infiltrado dos días atrás y aun no saba señales, Thea se había presentado en el Bunker únicamente para informarse, pues según tenia entendido tampoco le hablaba a Oliver, y él... era difícil describirlo a él.

Felicity habia visto las profundas ojeras bajo sus ojos, los moretones y heridas tras las noches de patrullaje, y los reportes de delincuentes que eran entregados a la policía brutalmente golpeados,

Diggle le habia dicho que se había estado excediendo con los entrenamientos y que apenas comía y dormía lo mínimo.

La familia que habían estado construyendo durante el último año se estaba derrumbando con una facilidad increíble. Y eso era preocupante, al menos ante los ojos de Felicity, quien habia visto, y vivido hasta cierto punto, la lucha, el dolor y las adversidades que tanto Oliver como Artemisa habían pasado para crear su pequeña pero feliz familia.

Artemisa Queen: The shadows from the PastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora