CAPITULO 33: LA MADRE QUE NUNCA FUE

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Paula le había perdido el miedo a su esposo desde hace mucho tiempo. Lo amaba, como siempre lo había hecho y siempre lo haría, pero el hombre haciendo berrinche frente a ella no era el galante joven del que se enamoró hace veinte años, y a este hombre no podía amarlo, ni mucho menos podía darse el lujo de temerle.

Lawrence había llegado a ella con la promesa de recuperar a su familia, con el sueño de poder ser la familia feliz que debieron ser desde el principio y la ilusión de corregir los errores del pasado... pero la habia engañado y lo que era peor; ella le había creído ciegamente.

A ella nunca le agrado Slade, siempre arrogante y presumido, un ególatra de primera con aires de grandeza que luchaba ferozmente por obtener la aprobación de Ra's. Se habia topado con él un par de veces y trabajado juntos otras tantas, su talento con las espadas no era nato, pero le gustaba decir que lo era, en sus años de juventud había entrenado mucho para obtener su lugar entre las filas de favoritos de La cabeza del Demonio, sin embargo, Paula siempre lo había considerado demasiado ambicioso.

Cuando el proyecto de Alice in Wonderland dio inicio, Slade fue el primero en postularse, sin embargo, él no quería a cualquier asesina de las filas elites, no, él quería a Thalía. Paula no supo mucho de aquel capricho, solo que Lawrence le habia compartido en el aquel entonces, como si estuvieran hablando de un chisme de oficina monótono, y no le sorprendió enterarse que la hija favorita y sanguinaria de Ra's Al'Ghul había rechazados los intentos del soldado humillándolo delante de casi todos en el complejo.

Paula sabia que aquello habia herido el orgullo del hombre, pero no sabia que aquella oscuridad y rencor, a los que ella no le habia dado la menor importancia, acabaría siendo enfocada en una de sus amadas hijas.

— ¡¿Dónde carajos esta Jade?! – le gritó Lawrence con furia al ver que ella ya no le prestaba atención.

— ¿Qué te hace creer que lo sé? – preguntó Paula devuelta, con clara molestia e irritación plasmadas en su rostro.

— Por que eres su jodida madre Paula, por eso debes de saber donde esta tu jodida hija. – respondió el hombre con la mandíbula apretada.

Y Paula se preguntó cuando empezaría a echar humo por la nariz.

— Ja. – se burlo ella. – Hace mucho Jade no me reconoce como su madre. Tú te encargaste de eso. – pico el pecho del hombre con la afilada uña de su dedo índice. – Y aun si supiera donde esta, créeme que no te lo diría. – lo reto.

— Mujer... - murmuro Lawrence exasperado.

Paula miro directamente a los ojos azules de su esposo, podía ver la furia, la ira y la desesperación en ellos. El tiempo se agotaba, él lo sabía, ella lo sabía. Slade no podía, ni quería esperar más, el plan se pondría en marcha pronto, el chico haría su movimiento con Artemisa y la sacaría del juego para que no estorbara y viera desde la distancia como su vida feliz se desmoronaba.

— No permitiré que le sigas haciendo daño a mis hijas. – dijo Paula con determinación. – Sé que no puedo reparar los daños... pero planeo ser la madre que nunca fui y protegerlas a como dé lugar.

Lawrence vio algo en los ojos de su mujer, algo que no veía hace muchos años; un destello asesino, aquel que se reflejaba cuando sus alargadas dagas perforaban la carne un enemigo de las Sombras. Supo entonces que lo mejor en ese momento era irse, antes de que pasara algo de lo que ambos se arrepentirían.

Sin decir una sola palabra, Lawrence se dio la vuelta y se marchó. Paula soltó el aire que no sabia que retenía, y perdió las fuerzas de sus piernas, cayendo de rodillas. Lo habia decidido, recuperaría a sus niñas, seria la madre que no pudo ser y las compensaría por tantos años de dolor y sufrimiento.

Con esa determinación en mente tomo el teléfono y le escribió al numero que Jade le habia dado para emergencias. Solo lo una palabra: "hablemos".

Jade, quien observaba desde la distancia a Oliver Queen y a Nyssa Al'Ghul planear sus siguientes movimientos para proteger y salvaguardar a su hermana, sintió como su bolsillo derecho vibró. Casi se ríe al ver el nombre del remitente: Paula le habia escrito. Tal vez su madre por fin se habia dado cuenta que Lawrence era la encarnación de la palabra escoria, o tal vez era una trampa del imbécil de su padre, de cualquier forma, ella le contesto; "te veo en la azotea de tu edificio a las18"

— ¿Todo bien? – escucho a Felicity preguntarle.

— Si. – contestó Jade quitando la vista del teléfono desechable.

— No entiendo mucho sobre estrategias o lo que sea de lo que estén hablando. – dijo la rubia con la vista clavada en su pareja y la mujer a su lado. – Pero sé que estaremos bien. – dijo con firmeza. – Sé que Oliver no permitirá que le hagan daño a su niña.

— La ama, ¿No es así? – preguntó Jade.

— Con todo su ser. – contestó la rubia con la mirada clavada en su pareja. – Desde que los conozco sé con total certeza que él daría su vida por ella.

Jade miró al hombre a quien su hermana llamaba padre, en el poco tiempo que tenía conociéndolo podía afirmar exactamente lo que la mujer a su lado le acababa de decir; Artemisa era el epicentro de la vida de Oliver Queen, y Jade sabía que su hermana merecía la vida y la tranquilidad que él le ofrecía; la familia que necesitaba.

Y ella necesitaba proteger la nueva realidad de su hermana.

Paula espero pacientemente en la azotea como su primogénita le habia indicado con la esperanza de que Lawrence no regresara sino hasta el día siguiente.

Jade cayo ante ella con la gracia de un felino, usaba el traje que normalmente utilizaría en una misión, pero sin la máscara, su cabello negro alborotado como la melena de un león. Ella era quien más se le parecía físicamente; menuda, con ojos rasgados y cabello azabache, sin embargo, Jade había heredado el instinto asesino de su padre.

— ¿Qué es lo que tienes que decirme? – preguntó su hija con total hastío.

— Tiene que ver con tu hermana. – contestó Paula. – y lo que Slade tiene planeado para ella.

— Ya sabemos los planes de Slade. – dijo Jade cruzado sus brazos y encogiendo los hombros. – Nyssa descubrió lo del super ejército.

— Hay más que eso. – dijo la exasesina – Ha estado vigilando a Artemisa más cerca de lo que se imaginan. Ella corre peligro.

— ¿A que te refieres?

— Cameron Mahkent. Él la ha estado siguiendo, se ha convertido en su amigo y sé que Slade planea atacarla a través de él. Hacerla vulnerable, capturarla y... matar a aquellos que ama delante de ella.

— Él no quiere matarla. – razono Jade.

— No, él solo quiere hacerla sufrir. – dijo Paula. – tiene la absurda idea de que tu hermana le quito todo, y quiere pagarle de la misma forma.

— Eso cambia por completo el plan. – murmuro Jade.

— Tienen que sacarla del tablero de juego – le dijo Paula. – llevarla fuera de su alcance, si ella no esta para ver su mundo caer, entonces no tiene sentido derrumbarlo.

— No podemos hacer eso. – Dijo Jade. – si algo paso y ella no esta aquí para intentar evitarlo, jamás se lo perdonaría.

— NO le den la opción de elegir. – exigió Paula.

— Ella jamás nos lo perdonaría. – le contesto Jade. – ella no es como nosotras madre, ella no deja atrás a nadie si en su poder esta regresar y salvar.

— Artemisa no tiene que saberlo. – insistió la madre.

— Ella lo sabría, se daría cuenta desde el primer momento en el que sospeche que le ocultamos algo. – repico la joven. – Ella tiene que saber que corre peligro, que se aleje de ese hijo de puta, y tendremos la oportunidad de salvarla. Y ganar su confianza.

Si esta conversación la hubieran tenido un par de horas antes, entonces esa posibilidad hubiese sido real. 

Artemisa Queen: The shadows from the PastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora