CAPITULO 11: JAULA DE ORO

591 54 12
                                    





No había podido pegar el ojo en toda la noche. ¿Cómo podría sabiendo que el diablo había salido del infierno solo para llevarse su alma?

Si antes el insomnio y el miedo de volver a caer en coma no le dejaban dormir, ahora mucho menos que realmente tenía motivos para no hacerlo. El reloj de su buro marcaba pasadas las tres de la mañana, los ruidos de la ciudad se habían apaciguado, a la altura a la que estaban era difícil ver cuanto de la cuidad seguía despierta. Su mirada estaba clavada en las estrellas neón de su techo, intentaba contarlas en mandarín, en un intento desesperado por conciliar el sueño.

Había pasado una semana desde que su hermana, Jade, les ofreciera ayuda para detener a Slade, o eliminarlo, lo que sucediera primero.

Pese a la creencia de las personas que la querían, a Artemisa no le sorprendió para nada que el repentino amor de su padre biológico se debiera a algún trato con el mercenario, ella sabía que el hombre que le dio la vida (e intento quitársela) era más que capaz de hacer algo tan atroz como vender a su propia hija.

Los minutos y las horas seguían avanzando en el reloj y la pobre rubia no había podido caer en los brazos de Morfeo, menos, con todo aquello que invadía su mente.

Con Oliver habían decidido que por el momento no era seguro ir a la escuela, Slade bien podría ser capaz de volar la escuela, y aunque Oliver pensaba en la seguridad de la niña, ella pensaba en la seguridad de aquellos que la rodeaban.

— Zatanna vendrá hoy. – dijo Artemisa revolviendo las hojuelas de cereal blandas en la leche. ­– quería saber si podía quedarse el fin de semana. – comentó sin levantar su vista ojerosa de su comida.

Tanto Thea como Oliver se dieron cuanta que la joven no había dormido, no era un secreto que tuviera problemas para dormir, 3

pero en la última semana su sueño parecía ser nulo.

— Claro que no hay problema. – contestó Oliver. – parece que es la única forma que tengo para alejarte del bunker. – murmuro más para sí mismo.

Artemisa no le presto la más mina atención. Desde el encuentro con Slade Wilson, la joven apenas y dormía, parecía sufrir ataques de paranoia y ciertamente le gustaba mantener vigilados a todos sus seres queridos.

Oliver estaba preocupado, ¿Cómo no estarlo cuando su hija apenas y comía? Sabía que el tema de Slade era delicado para ella, todo su pasado lo era. Ella le habia ocultado todo lo relativo a Slade, y pese a tener sus motivos Oliver no lograba comprender del todo él por qué.

Luego de terminar de desayunar, Thea fue la primera en salir, estaba tomando cursos extras, no solo iba a la escuela, también había comenzado un curso de diseño y otro de corte y confección. Habia pasado algunas horas charlando con Felicity, la novia de su hermano, acerca de su futuro, resulta que las horas de visita en el hospital fueron de mucha ayuda, la rubia la habia impulsado a que siguiera su sueños de abrir su propia boutique, aunque primero debía conocer los principios básicos de la industria y la historia de esta, para que tuviera las bases necesarias, y así lo había hecho. Todas las tardes tomaba iba a sus talleres, y Roy como el excelente novio que era, la acompañaba y la esperaba afuera, claro que cuando habia una emergencia del índole heroico él simplemente le enviaba un texto.

Su relación con Roy iba excelente, no habia secretos entre ellos, él habia sido fundamental durante los primeros tres meses luego del evento en los Glates, el sostuvo su mano mientras veía como arrestaban a su madre, la calmo cuando descubrió el secreto de su hermano, y se desvelo con ella cuidando de una Artemisa en coma. Ella no estaba segura de que era el amor, pero estaba segura de que debía ser algo muy similar a lo que sentía por Roy.

Artemisa Queen: The shadows from the PastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora