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-- ¿Qué es esto? -- Preguntó con sorpresa e indignación cuando dos hombres lo tomaron por los brazos y lo pusieron de pie -- ¿¡Qué significa esto, padre?! ¿¡A dónde me llevan?!

-- A un lugar en donde esperemos puedas componerte.

Apenas dijo esas palabras los dos uniformados de blanco empezaron a jalarlo en dirección a la puerta de la casona, sin embargo, Grell hizo hasta lo imposible por evitarlo: Pateó, forcejeó, intentó escaparse, hizo de todo ante la mirada de los sirvientes que solo podían sentir pena por él.

-- ¡No dejes que me lleven! -- Pidió desesperado el pelirrojo -- ¡PADRE!

Pero su padre no respondió, solo se limitó a desviar la mirada para no ver aquel penoso espectáculo. La única que lo vio fue su madrastra, la cuál modificó su amplia sonrisa por una fingida expresión de contrición.

-- Oh Grell, esto es por tu propio bien. Créeme, llegará un día en que lo agradecerás.

-- ¡Eres una...

Ya no pudo seguir hablando, ese pequeño descuido les fue más que suficiente para que esos hombres lo pudieran cargar. Lo último que vio fue a esa usurpadora sonriendo burlonamente al haber logrado lo que ella siempre deseó: Deshacerse de lo último que unía a Félix Sutcliff con su difunta esposa.

Ese día, ese día comenzó el infierno para él...
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-- Mira, yo no soy quién para juzgar -- Dijo respirando agitadamente -- ¡Pero todos estos años te han hecho engordar demasiado!

La parca carmesí carga sobre sus hombros a la mujer con dificultad, ella era una experta asesinando gente no secuestrandola. Aún así, por tratarse de una situación especial decidió hacer un poco de esfuerzo y llevar a la ya anciana mujer regordeta a un lugar donde pudiera darle un trato único.

El lugar era nada más y nada menos que un cuartucho en Whitechapel, una de las zonas más pobres de Londres y dónde el crimen estaba a la orden del día. Nadie se iba a atrever a buscarla ahí, por más baronesa que fuera, era el lugar perfecto para que pudieran jugar a gusto.

-- Oh my, mira la hora. Tengo que irme para tener mi sueño reparador~ -- La mujer, que ahora yacía atada sobre una vieja cama y amordazada solo tembló al ver la sonrisa sádica de la parca -- Nos veremos después, querida...

Dicho eso, salió de la habitación cerrándola con llave y con la orden expresa de que pasara lo que pasara jamás debían abrir ese cuarto a no ser que ella estuviera presente, orden que de seguro sería cumplida gracias a la fuerte suma de dinero que le entregó al dependiente.

Todo estaba saliendo perfecto.

****
A la mañana siguiente todo parecía igual que siempre, las secretarias llenaban papeles, los segadores seguían con sus misiones normales, parecía que su pequeña travesura no había cambiado en nada la estructura de lo cotidiano.

-- Sutcliff.

-- Ah, hola Wiru~. ¿Vienes a darme los buenos días~? -- Preguntó con coquetería.

-- Tengo que hablar con usted en privado. Sígame, por favor.

Y ella lo siguió sin chistar, tenía tiempo que no pasaba un rato a solas con su William y tal vez sería esta una buena oportunidad para "molestarlo" un poco. Sin embargo, apenas cerró la puerta de la oficina, Will puso sobre el escritorio un expediente que al reconocerlo hizo que Grell perdiera su sonrisa.

-- ¿Y esto?

-- Esta mañana acaba de llegar el registro de un alma no programada para recolectar -- Dijo William abriendo la carpeta con una foto desagradablemente familiar que hizo bajar el rostro de Grell -- Féliz Sutcliff, su cuerpo fue encontrado en su casa, muerto por hemorragia extrema y amputación de una de sus extremidades.

Caminos encontrados ~Undergrelliam fanfic~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora