Desertar... La acción más baja y ruin que un shinigami puede hacer, pues todavía de que se les dio una pequeña oportunidad para remendar la ofensa que hicieron contra su vida ellos la desprecian. Los superiores condenaban esta acción con un castigo peor que la muerte: La destrucción del alma, sin ella, el condenado no puede ir al cielo, ni al infierno y mucho menos puede volver a reencarnar, deja de existir por completo, solo queda su cuerpo que posteriormente es incinerado o destruido.
Era algo tan peligroso y a pesar de eso, algunos miraban con admiración a aquellos que lograban escapar del mundo de las parcas. Ella era uno de ellos, a pesar de que en la academia siempre los asustaban con la idea de ser borrados de la existencia, su espíritu rebelde solo se alimentaba de ese miedo y también de las historias que se contaban en los pasillos.
Una de ellas en particular le llamaba mucho la atención, contaba la leyenda que hace muchos años atrás hubo un importante shinigami que desertó del reino de la muerte. Nadie supo la razón, unos dicen que enloqueció, otros dicen que fue un demonio quién le lavo el cerebro, lo que si era cierto era que la noche de su destierro la sede sufrió una destrucción que en su existencia había visto. Esa historia cuando era joven la motivaba mucho...
Pero justo ahora estaba empezando a odiarla por hacer que desertar pareciera tan épico cuando en realidad no lo era. No era nada agradable tener que estar escondida en la habitación de un hostal de quinta, que por cierto estaba en un barrio pobre de la ciudad, donde el olor que predomina es el de las cloacas y el de los vagos que andaban por las calles, incluso para que pudiera acostarse en la sólida cama de la habitación tuvo que sacudir las sábanas para ver si no tenían chinches o alguna otra plaga. Eso definitivamente no era lo que ella había querido.
Con un suspiro, Grell se da la vuelta sobre la cama y lleva sus rodillas al pecho para hacerse bolita. ¿Cuál era el próximo paso? No tenía idea, era chistoso que en sus años mozos anhelaba libertad y venganza y ahora que por fin tenía ambos había algo que no encajaba, algo que se sentía incompleto y que le impedía disfrutar su "victoria" sobre el mundo shinigami.
Estaba sola.
Jamás contempló la idea de tomarle cariño a alguien cuando llegó a la academia, es más, después de... Que la llevaran al lugar donde se convirtió en shinigami, pensó que jamás podría apegarse a alguien una vez más. Pero se equivocó, justo ahora lo que sería el inicio de una vida gloriosa libre de todo yugo se estaba viendo empañado por su soledad y por el sentimiento amargo de traición.
William, Ronald, Eric... Todos ellos se quedaron en el mundo shinigami, todos siendo especiales para ella y aún así todos eran unos traicioneros. No cabía duda que ella no sabía reconocer a un buen hombre de uno malo.
Al día siguiente, Grell empezó a buscar trabajo, cosa que no le agradó en lo absoluto pero tampoco es como que le fascinara la idea vivir en un hostal el resto de su eternidad. Sus opciones laborales eran limitadas y ella también era bastante complicada, era demasiado orgullosa para convertirse en sirvienta, muy exigente para aceptar ser prostituta y aunque la costura se le daba bien no tenía suficiente paciencia para aguantar los gritos de los patrones que exigían que sus puntadas fueran más rápidas.
Entonces optó por una opción que, si bien no era muy agradable tampoco, era de las menos degradantes que tenía: Barista. Una chica que vivía en un cuarto a lado del suyo le comentó que a menudo contrataban personal en la taberna donde trabajaba, la idea era aspirar a ser mesera pero la mandaron a la barra por no aceptar "demasiado" a los hombres. No le gustaba coquetear con hombres borrachos pero de vez en cuando les seguía el juego si eso significaba que iban a consumir más.
-- ¡Giselle! -- Era el grito de su patrón que a menudo la sermoneaba -- ¡Necesito atención del otro lado de la barra!
-- Si... -- Contestaba ella con un tono que casi parecía decir "muerete" pero al final siempre atendía a sus clientes con una sonrisa casi tan falsa como la peluca barata de color castaño que había comprado en un mercado local.
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Caminos encontrados ~Undergrelliam fanfic~
FanfictionLos caminos de Grell Sutcliff y William T Spears se cruzaron desde el principio de su existencia como parcas. Uno hubiera querido que se quedara así por la eternidad pero el orgullo de la parca carmesí en esta ocasión hará que su camino se cruce con...