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-- Creo que eso sería todo por hoy.

-- ¡Ay por fin! -- Se quejó Eric mientras estiraba sus brazos un poco -- Fue más difícil de lo que imaginé. Maldito Spears, explotador.

-- Hey tienes que comprenderlo, tenemos a dos shinigamis de élite fuera de campo. Por ende el trabajo se carga más para nosotros.

-- Aún así, nos trata como si fuéramos sus únicos agentes -- Dice antes de mirar al castaño con un suspiro -- Además, tus heridas todavía siguen recientes por lo de roja...

-- Oh, esto no es nada -- Contesta tocando el vendaje en su nariz y que provoca que haga una pequeña mueca de dolor -- He sufrido peores dolores.

A pesar de eso Eric se ofreció, como siempre desde que la pelirroja se fue, a llevar a su departamento al chico. Al principio debía admitir que lo hacía por culpa, porque se sentía responsable por l golpiza que había recibido de Grell que anteriormente fue su amiga y compañera, pero poco a poco y debido a que Spears los puso a trabajar como locos después del accidente se empezaron a hacer incluso más cercanos de lo que ya eran.

No había misión alguna a la que no fueran juntos, almorzaban juntos, incluso había días en los que Eric terminaba temprano para tomar un café con el castaño. Él era alguien interesante, amable, demasiado noble para ser una parca y eso le gustaba, le parecía diferente, hasta atractivo.

Y un día, cuando el chico decidió salir de su zona de confort lo invitó a tomar un par de cervezas en su propio departamento. Esa noche, con la valentía del alcohol corriendo por sus venas fue sencillo que los dos se dejaran llevar por las emociones, esas mismas que Spears les recalcaba que no debían meter en el trabajo.

Y empezaron a pasar los meses, la búsqueda de Grell no arrojaba frutos y eso molestaba mucho a los superiores. Pero eso a ellos no les importaba, podían tener montañas de papeleo a su alrededor y aún así estar felices porque se tenían el uno al otro. El extranjero que jamás fue correspondido y el abandonado a su suerte se habían encontrado en el mundo de la muerte para hacerse compañía, compartiendo sus secretos, sus gustos, sus desaires e incluso sus enojos, los dos aprendían cada día uno del otro y mejoraban en sus respectivos aspectos.

Pero la felicidad es como una niña mimada que en cualquier momento puede irse sin importarle nada ni nadie.

-- ¡ERIC SAN!

Fue lo único que alcanzó a oír antes de que Alan lo empujara, siendo atravesado por la cinta cinematográfica que debía ser para él. Obviamente se las intentó quitar, pero esa alma era tan necia y engreída que les dio una gran batalla, una que aunque a simple vista no dejó daños en realidad si los tuvo.

Un par de días después, Alan se desmayó a la mitad del pasillo de la sede. El diagnóstico fue claro: Espinas de la muerte, la única enfermedad que era capaz de matar a una parca.

-- Esta bien, de todas maneras sé que moriré solo... -- Contestó Alan con una sonrisa quebrada.

-- Cállate, tu no te vas a morir.

-- Eric san...

Su estado estaba avanzado y no había una cura para eso. Aunque, había un rumor de que si se lograban recolectar mil almas puras y se le daban al infectado podría sanarse.

Mil almas para salvar una.

Mil muertes para salvar a Alan.

Era una decisión cruel pero bastante clara para él.

Caminos encontrados ~Undergrelliam fanfic~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora