Capítulo 11: La Decisión

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—Papá, ¡has vuelto!

—Sí, mi princesa. —Ava corre para abrazar al rey que acaba de regresar de la expedición.

Dominic, aun con señales de cansancio marcando su rostro por el largo viaje, abrió una amplia sonrisa al ver a Ava corriendo hacia él. Se agachó a tiempo para atraparla en un abrazo apretado, envolviendo a la pequeña en sus brazos fuertes y seguros.

Ava se acurrucó en su pecho, sintiendo el aroma familiar y reconfortante de su padre.

—¡Te extrañamos mucho, papá! Mi hermano me leía tus cartas todas las noches antes de dormir.

—Yo también los extrañé mucho. No podía esperar para regresar y estar juntos de nuevo.

—¡Papá!

—Mi príncipe, ¿cómo estás? —Pregunta Dominic dándole un beso en la frente a Arthur—. ¿Cuidaste bien de Ava?

—Sí, papá. Mi hermano no me dejó sola, me cuida como la princesa que soy.

Arthur sonríe con orgullo, su pecho se llena de alegría al recibir el reconocimiento de su padre.

—Hice lo mejor que pude, papá. Ava es muy astuta, pero intenté estar a su lado siempre que lo necesitaba.

Dominic se rio, mirando a Ava, que se escondía detrás de su hermano mayor con una sonrisa traviesa en el rostro.

—Eso no lo dudo ni por un segundo. Ava tiene un espíritu aventurero, al igual que el de vuestra madre Abigaíl.

Ava salió de detrás de Arthur, poniendo las manos en las caderas en una pose terca. —¡Soy una exploradora, papá! Como tú. Sé que seré la futura guerrera de este reino.

Dominic sonrió y asintió con lo que su hija acababa de decir. Con sus hijos a su lado, caminó hacia los aposentos de la Reina Madre, ya que durante ese tiempo en expedición no dejó de pensar ni un segundo en todos, especialmente en una dulce y delicada mujer que últimamente ocupaba sus pensamientos.

Al entrar, encontró a su madre dando órdenes a una de las sirvientas del palacio.

—¡Madre!

—Mi León, finalmente has regresado.

Dominic se acercó rápidamente, haciendo una reverencia respetuosa antes de abrazarla cálidamente.

—¿Me has extrañado, madre? —Preguntó Dominic con una sonrisa traviesa.

La Reina Madre golpeó ligeramente su brazo respondiendo.

—Claro que te he extrañado, tonto. Puedes ser el Rey de este reino, pero para mí, siempre serás mi pequeño Dominic.

Arthur y Ava, que habían seguido a su padre, hicieron sus reverencias. La Reina Madre besó sus frentes, con una sonrisa tierna en los labios.

—Abuela, ¿papá no regresó más guapo y alegre de la expedición? —Cuestiona la pequeña Ava levantando la ceja derecha.

La Reina Madre soltó una risa, mirando a Dominic con ojos brillantes de diversión.

—Siempre tan observadora, mi pequeña Ava. De hecho, tu padre tiene un brillo diferente en la mirada, un brillo que no veía desde hacía mucho tiempo.

Dominic se sonrojó ligeramente, sorprendido por la astucia de su hija. —La expedición fue provechosa y esclarecedora en muchos aspectos. —comentó, evitando entrar en detalles.

Ava inclinó la cabeza, sus ojos azules, analizando a su padre con curiosidad.

—Apostaría a que no fue solo por la expedición. —Dijo, con una sonrisa traviesa jugando en sus labios.

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