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—¿Cómo durmió la más bella de todas las reinas? —Comenta Dominic al ver que Maya estaba despertando.
—Después de nuestra noche de bodas, no podría haber sido mejor, mi rey. — Afirma Maya revolviéndose entre las sábanas.
Dominic sonríe al escuchar la respuesta de Maya, sus ojos reflejando la felicidad que llena su corazón. El sol de la mañana comienza a filtrarse a través de las pesadas cortinas, bañando los aposentos en una luz suave.
—Eres realmente la más hermosa de todas, mi reina —Dominic susurra mientras acaricia tiernamente el rostro de Maya—. ¿Y cómo te sientes siendo la gobernante de nuestro reino ahora?
Maya mira al rey con un brillo en los ojos, aún resplandeciente por la pasión de la noche anterior.
—Bueno, solo he comenzado a gobernar nuestra cama por ahora, pero estoy ansiosa por asumir las responsabilidades que me sean confiadas. Tengo miedo, y no voy a mentir.
Dominic se ríe suavemente ante la respuesta traviesa de Maya, apreciando la ligereza que ella aporta incluso ante las responsabilidades que les esperan.
—No te preocupes, sé que te irá bien en esta misión que el destino te ha preparado. Ahora levantémonos, porque hoy partiremos hacia la corte. — Comenta Dominic besándola antes de salir de la cama.
—Mi rey, la corte puede esperar un poco más, ¿no crees? —Dice Maya con una sonrisa traviesa, extendiendo los brazos en un gesto invitador.
Dominic, encantado con la actitud de su amada, se acerca a la cama y se acuesta a su lado, riendo suavemente. —Eres irresistible, mi reina. Pero el reino nos espera, y debemos ir porque tenemos que preparar los últimos detalles para tu coronación.
—Quería quedarme un poco más en la cama. —Expresa ella agarrando a Dominic por el cuello y volviendo a besarlo.
Maya se destapa, dejando su cuerpo desnudo al descubierto, y coloca a su rey entre sus piernas. El beso entre los dos se vuelve más envolvente, pero Maya se detiene cuando recuerda un detalle.
—¡Aurora! —Exclama ella asustada.
Dominic ríe en sus labios y dice:
—No te preocupes, mi amor, Aurora está bien. Hay mucha gente cuidando de ella. Y su cuna está en los aposentos de Ava.
—Lo sé. Sin embargo, es extraño porque es la primera vez que duermo lejos de ella. Y temo que me esté buscando. —Declara con una expresión medio, triste y preocupada al mismo tiempo.
Dominic la tranquiliza diciendo que todo está bien y que es hora de que se acostumbre a que la pequeña Aurora ya no duerma con ella, a menos que sea necesario.
—Entonces es mejor que nos levantemos para ver cómo están nuestros hijos. —Comenta él saliendo de entre sus piernas. Maya hace un puchero adorable, pero termina aceptando.
De pie, Dominic la carga en sus brazos para bañarse juntos. Había pedido que llenaran la tina con agua tibia. Mientras caminan, ella observa el rostro sereno de su esposo y recuerda cómo su vida cambió desde la llegada de su ogro real. Al entrar, el vapor del agua tibia los envuelve, creando una atmósfera acogedora.
Mientras disfrutan del baño juntos, Dominic comienza a contar historias divertidas sobre las travesuras de los hijos, de cómo Ava y Arthur lo ayudaron a superar la pérdida de Abigaíl. Maya se ríe, olvidando momentáneamente la tristeza por la separación temporal con Aurora. Se da cuenta de que Dominic tenía razón al decir que era hora de que la pequeña se acostumbrara a dormir separada de ella.
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La Reina
RomansaUn único error hizo que Lady Maya Kensington pagara un precio muy alto. Juzgada por la sociedad y rechazada por su propia familia, Lady Maya fue obligada a dejar la corte y marcharse lejos donde pudiera intentar empezar de nuevo con su vida. Sin emb...