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Dominic ayudó cuidadosamente Maya a salir del elegante carruaje. Sus miradas intercambiaron sonrisas cómplices, revelando una conexión que iba más allá de las palabras. Sus pasos resonaban en el suelo mientras caminaban de la mano hacia la entrada de la posada.
El ambiente estaba impregnado de una atmósfera cálida y acogedora. La iluminación suave añadía un toque acogedor a los rincones de la posada, contrastando con la oscura noche afuera. Los susurros suaves de otros huéspedes creaban una banda sonora suave, proporcionando el entorno perfecto.
Dentro, fueron recibidos por Sara. Sus ojos brillaban de felicidad, y una sonrisa sincera adornaba su rostro. Era evidente que estaba contenta con lo que veían, y Maya tampoco se quedaba atrás. Su felicidad se reflejaba en su rostro.
—¡Qué bueno! Ustedes dos forman una pareja encantadora —exclamó Sara, apenas conteniendo la emoción—. Espero que hayan tenido una tarde maravillosa.
—Sí, hemos tenido, gracias. —Agradeció Dominic.
—¿Dónde está Aurora?
—Está arriba con Mafalda y César. No te preocupes, Maya, la pequeña Aurora se comportó muy bien.
Maya se sintió aliviada al escuchar la respuesta de Sara, ya que se estaba reprochando por dejar a su hija durante muchas horas. Agradeció nuevamente a Sara por la atención y el cuidado dedicados a su hija.
—Sara, me gustaría hablar contigo y con tu esposo. —Solicitó Dominic. Sara les pidió que los acompañaran, porque Wilson, su esposo, estaba en su oficina.
—Clara, cuida la recepción que ya vuelvo.
—Está bien, señora Sara.
Dominic y Maya siguieron a Sara por los pasillos de la posada, decorada con detalles sencillos pero con una atmósfera acogedora. Llegaron a la puerta de la oficina, donde Wilson, el esposo de Sara, estaba concentrado en algunos papeles.
—Wilson, querido, tenemos visita. —Anunció Sara, y las miradas curiosas de Wilson se alzaron para encontrarse con Dominic y Maya.
—¡Bienvenido, Señor Alexander! —Exclamó Wilson, levantándose de su silla—. Sara me dijo que forman una pareja encantadora. ¿Cómo pasaron la tarde?
—Dominic y Maya compartieron sonrisas entre ellos antes de que Dominic comenzara a explicar el verdadero motivo de la visita.
—Sara, Wilson, queríamos hablar con ustedes sobre algo importante —Dominic miró a Maya, quien asintió antes de que él continuara—. Pero primero, me gustaría presentarme formalmente. Mi verdadero nombre es Dominic Alexander II.
Al escuchar esta revelación, Wilson y Sara se miraron sorprendidos, esperando que fuera una broma. Sin embargo, al darse cuenta de que Maya y Dominic los miraban seriamente, comprendieron que realmente estaban frente al Rey de Herden.
La expresión de sorpresa en los rostros de Wilson y Sara era evidente, sus miradas oscilando entre incredulidad y respeto. Dominic sonrió gentilmente, comprendiendo la magnitud de su revelación.
—Entiendo perfectamente que esto puede ser impactante, y pido disculpas por no haberlo revelado anteriormente. —Explicó Dominic.
—Maya!
—Sí, Sara. Alexander, o mejor dicho; su Majestad, El Rey Dominic Alexander II.
—Es increíble. Nunca pensé que recibiríamos al rey en nuestra humilde posada. —Comenta Wilson aún un poco desconcertado, pasándose la mano por el cabello. Sara, al notar la agitación de su esposo, le indica que se siente y le ofrece un vaso con agua para calmarlo.
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La Reina
RomantizmUn único error hizo que Lady Maya Kensington pagara un precio muy alto. Juzgada por la sociedad y rechazada por su propia familia, Lady Maya fue obligada a dejar la corte y marcharse lejos donde pudiera intentar empezar de nuevo con su vida. Sin emb...