Capítulo 12: El Reencuentro

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—Mi amor, ese vestido te queda muy bien. —Comenta Maya jugando con la pequeña Aurora, que está acostada en su cuna detrás del mostrador de la recepción.

—Aurora, querida, estés vestido que recibiste, son muy especial. Fueron cuidadosamente elegidos y enviados como un regalo del señor Alexander, quien quería que tuvieras algo verdaderamente único. Aurora Kensington está usando un vestido hecho de seda, pura seda de Norgath. —Añade, y Aurora, con sus ojos curiosos y cabello suave como plumas, sonríe a su madre, respondiendo con balbuceos animados.

Mientras Maya juega amorosamente con Aurora, Dominic entra en la posada en silencio, haciendo que Maya no se dé cuenta de su presencia. Su mirada se desvía hacia ellas, observando cómo Maya cuida de su pequeña, y sonríe satisfecho al ver el vestido que Aurora está usando.

Podría pasar minutos o incluso horas solo observando ese momento entre madre e hija. Maya, a pesar de ser tan joven, se está convirtiendo en una madre maravillosa, y con la ayuda de Sara y su familia, nunca volvió a sentirse sola y está superando la indiferencia de sus padres cada vez más.

Sara, que estaba en la cocina, se dirige a la recepción y se sorprende, evitando soltar un grito debido al choque al ver a Dominic fijo con sus ojos en dirección a Maya. Ella lo saluda asintiendo con la cabeza y se acerca a ella.

—¡Maya!

—Mira, Sara, el vestido le queda muy bien a Aurora —comenta ella sin apartar la mirada de su niña—. Y no será necesario probar los otros. Solo con este será suficiente.

—Sí, Maya. El vestido realmente le quedó muy bien a Aurora. Pero...

—¿Cuándo crees que mi ogro Alexander regrese de Norgath? —Pregunta ella levantando la cabeza con una mirada pensativa que revelaba una mezcla de anticipación y añoranza—. Quiero que él conozca a Aurora y vea que ya está usando los hermosos vestidos que él envió.

Dominic comenzó a sonreír con una sonrisa silenciosa al escuchar cómo Maya lo llamó. Dentro de él, pensó que ese apodo de "ogro" ya no saldrá de la boca de Maya. Sara, observaba cómo él reía cariñosamente al escuchar todo lo que salía de la boca de Maya con la mayor naturalidad.

—¡Maya! —Exclama Sara.

—¿Qué pasa? —Pregunta ella mirando a Sara, quien a su vez hace un gesto con la cabeza indicando que no están solas, que hay alguien más entre ellas.

Maya se levanta de la silla en la que estaba sentada y, al girar, queda petrificada al ver a Dominic parado frente a ella. Sus ojos apenas pueden creer que él esté ahí en ese preciso momento. Dominic, con su inconfundible sonrisa, está parado justo frente a ella. Sus miradas se encuentran, y el tiempo parece congelarse. Los ojos de Dominic, intensos y llenos de significado, captan la atención de Maya.

La sorpresa se mezcla con la nostalgia, y ella no puede contener la expresión petrificada que se apodera de su rostro. Hacía varios meses que no lo veía, y algo dentro de ella ansiaba que este momento llegara lo antes posible.

El silencio entre ellos solo es interrumpido por el suave murmullo de Aurora. Las palabras parecen innecesarias en ese momento, ya que el reencuentro habla por sí mismo. Dominic, con un brillo en los ojos, rompe la tensión.

—¡Maya!

—¡Alexander! —Exclama ella con una sonrisa tímida—. ¿Hace mucho que estás aquí? —Pregunta temiendo que Dominic la escuchara mencionar "mi ogro Alexander". Al recordarlo, una vergüenza interior se apodera de ella, pensando que es mejor empezar a controlar su lengua.

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