La Reina

Capítulo 15: Tu Reina de Cuerpo y Alma

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—Maya, qué preciosa estás. ¿Miraste en el espejo? Eres la novia más hermosa que he visto.

Maya sonríe ante el elogio de Sara y, más de una vez, se observa a sí misma en el espejo vestida de novia. Hoy es el gran día. El día de la boda de la mujer destinada a ser reina. Maya siente una mezcla de emociones mientras se prepara para el gran día. Reflexiona sobre el camino que la ha llevado hasta allí y esboza una sonrisa recordando cómo conoció a su ogro real, el Rey Dominic, en un día que parecía tan común como los demás.

—Sara, me voy a casar —comenta ella, derramando algunas lágrimas de emoción—. Después de lo que me pasó, pensé que nunca experimentaría esta emoción de estar en el altar con un hombre que realmente me ama.

Sara sonríe, sintiendo la emoción de Maya. Recuerda los tiempos difíciles que pasó antes de encontrar el amor verdadero.

—Sí, cariño. El rey te ama y eso es lo que importa —expresa Sara, limpiando las lágrimas de Maya—. Las lágrimas ahora pertenecen al pasado. A partir de hoy, quiero que olvides todo lo que sufriste y te centres en tu futuro. En cuestión de minutos, te convertirás en la esposa de nuestro soberano.

Maya comprende el mensaje de Sara y asiente positivamente.

—Tienes toda la razón, Sara. En este momento, mi enfoque es mirar hacia mi futuro como esposa y reina de Herden —afirma Maya, decidida a no dejar que los recuerdos del pasado interfieran en su futuro—. Ya he llorado demasiado por el juicio de la gente. Sin embargo, ahora es mi turno. Esas mismas personas que se creen dueñas de la moral y las buenas costumbres serán las mismas que tendrán que inclinarse ante mí.

Sara sonríe, admirando la determinación de Maya. Ella ayuda a su amiga y comadre a reponerse y acomodar el vestido de novia.

—¡Exactamente, Maya! Hoy es tu día de brillar. Esas personas que te juzgaron no tienen idea de la fuerza que hay en ti. El amor entre tú y el Rey Dominic es real, y eso es lo que importa. Deja que hablen, porque la verdad siempre se revela.

Maya se siente fortalecida por las palabras de Sara. Respira hondo y se mira una última vez en el espejo antes de dirigirse a la ceremonia, pero se ve interrumpida cuando Clara entra en la habitación.

—Maya, eres la novia más hermosa que he visto.

—Muchas gracias, Clara. También estás muy guapa. —Maya agradece el elogio de Clara, quien le informa que todos ya están en la capilla esperándola y que es mejor que se apresure antes de que Dominic venga a buscarla.

—¿Aurora? ¿Quién está con mi hija si estás aquí?

—No te preocupes, cariño, Aurora está con los príncipes y la princesa Elizabeth. Tu hija parece un ángel de lo hermosa que está.

—Maya, me gustaría pedirte algo muy importante.

—¿Cuál es ese pedido, Clara? —Pregunta ella, y Clara mira a Sara, quien le ofrece una sonrisa animándola a hablar.

—Me gustaría saber si puedo mudarme contigo a la corte. Puedo trabajar como cuidadora de Aurora.

—Claro que sí, Clara —responde ella abrazando a su amiga—. Voy a necesitar una dama de compañía en quien confiar plenamente. Y tú serás una de ellas, y en cuanto a Aurora, como ya te conoce, será más fácil para su adaptación.

—Gracias, su majestad.

—Nada de eso, somos amigas. Para ustedes siempre seré Maya. ¿Y tu madre? ¿Ya sabe que tomaste esta decisión?