Capítulo 21: Nuevos placeres

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—¿Por qué esa cara triste, mi reina?

—¡Mi amor, pensé que dormirías en el campamento con el ejército!

—¿Y dejar a mi hermosa esposa sola? —Comenta Dominic, y Maya se levanta para abrazarlo, sintiendo la firmeza de sus brazos, rodeando su cintura—. Para nada. Todavía no tenemos un mes de casados para dejarte dormir sola.

Maya levanta la cabeza para mirarlo directamente a los ojos y dice:

—Mi rey, en tus brazos me siento segura.

Mientras Dominic sostenía a Maya en sus brazos, sentía una mezcla de amor y preocupación. La guerra era casi inevitable, ya que la presencia del ejército del rey Harold en la frontera con Herden se intensificaba cada día, y él sabía que cada momento podía ser valioso. Sin embargo, allí, en ese momento, se permitía hundirse en ese abrazo, encontrando consuelo en la presencia de la mujer que amaba más que nada en el mundo.

—¿Cómo fue la inspección del ejército? —Pregunta preocupada por los rumores de una posible guerra entre los dos reinos que cada día gana protagonismo en la corte.

—No quiero hablar de eso ahora. Necesito tomar un baño y descansar al lado de mi hermosa esposa.

—Pediré a Cedric que prepare tu baño.

—No hace falta. Ya le pedí que lo hiciera. —Informa y comienza a besarla, deleitándose con los dulces labios de su amada. Maya se entrega a los besos de Dominic, sintiéndose reconfortada por el amor y la protección que él le ofrecía. Sus labios contra los suyos eran como una promesa silenciosa de que, independientemente de lo que el futuro les deparara, lo enfrentarían juntos.

Mientras se besaban, el calor del momento los envolvía, haciendo que todos los miedos y preocupaciones desaparecieran por un instante. Sin embargo, por más que intentaran ignorarlo, la sombra de la guerra seguía sobre ellos, amenazando su felicidad recién descubierta.

Cuando finalmente se separan, Dominic mira a los ojos de Maya con una expresión determinada.

—Te lo prometo, mi reina, haré todo lo posible para proteger nuestro reino y nuestra felicidad. Nada nos separará.

—Y estaré a tu lado, mi rey, en todos los momentos, ya sea de alegría o de dolor. Te amo.

Cuando Dominic intenta besar a Maya nuevamente, son interrumpidos por la voz de Cedric, quien informa que el agua ya está lista. El rey agradece, y con la ayuda de la reina comienza a despojarse de sus ropas.

Maya finalmente ha perdido la vergüenza de verlo desnudo como en los primeros días de casados. Ahora era ella quien más deseaba ver a su esposo sin ropa, porque una de las cosas que más disfrutaba era apreciar el cuerpo tonificado de él.

Dominic entra en la tina, sumergiendo todo su cuerpo en el agua. Disfrutaba del baño preparado por Cedric, mientras Maya lo observaba con una sonrisa amorosa en los labios. Se acercó al borde de la tina, permitiéndose admirar la hermosa figura de su esposo bajo la suave luz de las velas que iluminaban el ambiente.

Él miró hacia arriba y encontró los ojos de Maya sobre él, y un brillo de ternura y deseo brilló en su mirada. Extendió la mano hacia ella, invitándola a unirse a él en el agua.

Sin dudarlo, Maya se despojó lentamente de sus ropas, dejándolas caer al suelo. Con elegancia, se deslizó dentro de la tina, sintiendo el cálido abrazo reconfortante del agua envolver su cuerpo.

Dominic sonrió al verla entrar en el agua, sintiendo una ola de amor desbordarse en su pecho. La atrajo suavemente hacia sí, envolviéndola en sus brazos mientras compartían ese momento íntimo juntos. Maya comenzó a besarle apasionadamente, deseando que ese momento entre los dos no terminara.

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