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Mientras los hermanos planeaban estrategias para lidiar con los traidores y conspiradores en el palacio, una atmósfera de tensión cubría el reino. La partida de Dominic hacia la guerra había dejado un vacío de liderazgo, y la amenaza inminente de traición añadía aún más presión sobre Maya y sus aliados.
Maya, a pesar de su miedo y preocupación por Dominic, mostraba determinación para enfrentar los desafíos que se presentaban. Sabía que no podía permitirse ser ingenua ante las amenazas que rodeaban al reino, y estaba dispuesta a utilizar todos los medios necesarios para proteger a su pueblo y a su familia.
— Hermanos, deseo que esta situación termine lo más pronto posible. No es saludable vivir así.
— Verás que pronto esto terminará. Ten fe. — Dijo Valerio consolando a su hermana.
— Dominic partió hacia la frontera sur con Andrew, Victor y otros hombres del ejército. Sin embargo, el duque de Alba y otros miembros de su confianza se quedaron en la corte para brindarme apoyo. Soy la regente, y en su ausencia, soy yo quien gobierna.
Maya y sus hermanos discutían los próximos pasos a tomar cuando un mensajero entregó apresuradamente una carta sellada con el escudo real, interrumpiendo la conversación. Maya, intrigada, rompió el sello y leyó el contenido con expresión de sorpresa.
— Hermanos, parece que tenemos un aliado inesperado en esta lucha. Esta carta es del Conde de Artena. Ofrece su apoyo y recursos para fortalecer nuestra posición contra los traidores. — Anunció Maya, con una mezcla de esperanza y precaución.
Anthony frunció el ceño, desconfiado. — ¿Por qué el Conde de Artena estaría dispuesto a ayudarnos ahora? Siempre se mostró como un aliado incierto.
— Parece que también ha sido blanco de las mismas conspiraciones que amenazan nuestro reino. Quizás haya comprendido que nuestra victoria es la única manera de garantizar su propia seguridad. — Sugirió Maya, pensativa.
— Puede ser. Sin embargo, vayamos al grano. — Comentó Anthony, y los hermanos volvieron a planear sus estrategias.
Por otro lado, después de dos días, el rey Dominic acababa de llegar al campamento en la frontera sur, encontrándose con su ejército de guardia. Tan pronto como bajó del caballo, fue recibido por uno de sus comandantes.
— ¡Su Majestad! — Le saludó haciendo reverencia.
— ¿Qué noticias me traes? — Le preguntó.
— El ataque es inminente, su Majestad. El ejército enemigo se prepara para la guerra. Nuestros espías informan que el rey Harold ya ha dado la orden. La artillería está en camino.
— ¿Nuestros hombres están en alerta?
— Sí, su Majestad. Nuestra ventaja es que el enemigo no sospecha de nuestros movimientos. — Respondió el comandante.
— Muy bien. Entonces acompáñame.
Dominic entró en la tienda, acompañado por los demás miembros, para comenzar a analizar las estrategias trazadas para el ataque sorpresa contra el ejército del rey Harold. Mientras observaba el mapa y explicaba algunos de los puntos clave, su mente vagaba en los recuerdos de la última guerra sangrienta que había tenido lugar entre los dos reinos.
— ¿Cuántos hombres está trayendo el rey Harold para la guerra?
El rey Dominic preguntó a sus comandantes sobre la cantidad de hombres que el rey Harold estaba llevando a la guerra. Los comandantes intercambiaron breves miradas antes de que uno de ellos se adelantara para responder:
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La Reina
RomanceUn único error hizo que Lady Maya Kensington pagara un precio muy alto. Juzgada por la sociedad y rechazada por su propia familia, Lady Maya fue obligada a dejar la corte y marcharse lejos donde pudiera intentar empezar de nuevo con su vida. Sin emb...