Capítulo 19: Soy La Regente

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Maya quedó perpleja al escuchar cómo la llamaba. Esta misma mujer que tiempo atrás la había llamado nombres humillantes, repitiendo varias veces que para ella, su hija estaba muerta. Hoy se presenta ante la reina y la llama hija. Observaba detalladamente el rostro de su madre, y en ningún momento veía arrepentimiento en ella. Lo que veía era una soberbia que se había vuelto característica de su madre.

—Creo que hay algo mal aquí —comienza mirando directamente a los ojos de su madre—. Según tus palabras, condesa, "estoy muerta para ti". Así que no tiene sentido que me llames hija.

—Por lo que veo, el poder ya te ha subido a la cabeza.

—Puedes estar segura de que eso no sucederá. Sin embargo, esa etapa en la que los falsos moralistas me juzgaban ha terminado. No permitiré que nadie más me apedree sin sufrir las consecuencias.

—¿Me estás amenazando? —Pregunta la condesa sorprendida por la reacción de su hija.

—No. Estoy advirtiendo lo que sucederá con quien se atreva a faltarme al respeto.

La condesa quedó momentáneamente sin palabras ante la respuesta firme de Maya. Su semblante ahora revelaba una mezcla de sorpresa e incertidumbre, mientras trataba de procesar el cambio en la postura de su hija.

—Maya, yo... —Comenzó la condesa, buscando palabras para explicarse, pero fue interrumpida por su hija.

—No hay necesidad de justificaciones, condesa. —Dijo Maya con calma, pero con firmeza en su voz.

Clara, que se encontraba presente, observaba en silencio el intercambio de palabras entre las dos mujeres, notando cómo la condesa, a pesar de la situación y de ser consciente del mal que le ha hecho a su hija, no deja de lado su orgullo y se niega a reconocer que ha fallado. Por el contrario, parecía querer demostrar que, sea Maya reina o no, ella no se postraría ante ella.

—¿Qué piensas, Maya?

—¿A qué te refieres?

—¿Crees que la gente te aceptará como reina aun sabiendo tu pasado? — Pregunta con ironía mirando a su hija de arriba abajo.

—¿Qué pasado, condesa? —Responde Maya en el mismo tono de ironía con el que fue preguntada—. Que yo sepa, el sexo es un acto que las parejas practican. Mi mayor error fue entregarme al hombre equivocado. Pero no voy a caminar con la cabeza gacha porque los jueces de la moral así lo deseen. Ese placer no se los daré. Ahora, si me disculpas, debo retirarme.

—¿Cómo lograste que el rey Dominic se casara contigo? ¿Usaste el mismo método que hiciste con Joseph?

Maya miró una vez más a su madre y decidió no caer en su provocación. Se alejó con dignidad, dejando a la condesa aún más perpleja ante su actitud desafiante. Clara observaba la escena con una expresión neutra, pero en su interior sentía una mezcla de admiración por la valentía de Maya y preocupación por las posibles repercusiones de ese enfrentamiento.

La condesa, por su parte, se quedó parada por un momento, procesando las afiladas palabras de su hija. Sabía que Maya no estaba equivocada en su defensa, pero su orgullo herido le impedía admitirlo.

—¿Estás bien? —Preguntó Dominic, notando que su amada estaba un poco nerviosa.

—Pasará. Solo intercambié algunas palabras con la condesa.

—¿No te faltó el respeto, verdad?

Maya respiró profundamente, sintiendo el reconfortante calor del toque de Dominic en su hombro. Sonrió suavemente, apreciando su preocupación.

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