Epílogo

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Cuatro años después

— Era, una vez; una hermosa y dulce mujer que vio su mundo desmoronarse debido a una traición. Fue juzgada y abandonada. Después de dejar atrás las sombras de la desilusión y el disgusto, partió para encontrar su propio camino. Lejos de las intrigas de la corte y las expectativas impuestas por la sociedad, se sumergió en un viaje de supervivencia.

En los salones de la corte, los rumores sobre la repentina partida de esta joven mujer resonaban entre los nobles. Algunos especulaban sobre su paradero, mientras que otros simplemente la olvidaban, ocupados con sus propios intereses. Sin embargo, pocos conocían el verdadero motivo de su partida y aún menos comprendían la determinación que ardía dentro de ella.

Con el pasar del tiempo, esa misma mujer se fortaleció y se volvió intrépida, y un día regresó con mucho poder para cambiar el destino de aquellos que intentaron destruirla. Las mismas personas que la juzgaron, fueron las mismas que tuvieron que reverenciarla. Su poder se volvió ilimitado, su fama la perseguía y sus enemigos la temían.

Su fama se extendió por todo el reino y más allá, alcanzando incluso a los reinos vecinos. Nadie deseaba tenerla como enemiga, pues su reputación no permitía margen para la complacencia. Se convirtió en el símbolo vivo de la justicia, una figura intransigente que se negaba a tolerar que los más poderosos oprimieran a los más débiles.

Mientras ella caminaba por las calles, los ojos que antes la juzgaban ahora se inclinaban en respeto. Su presencia era como una luz brillante que disipaba las sombras de la injusticia. No olvidaba las dificultades que enfrentó, pero había transformado su dolor en fuerza, su traición en determinación.

Derrotó uno por uno a sus enemigos, ganándose así la fama de la reina valiente. No temía a nada, y aquellos que se atrevían a desafiarla eran destruidos sin piedad. Una mujer cuyo nombre y gloria la acompañaron hasta los últimos días de su vida.

— Lo sé, papá.

— ¡Aurora! — Dominic intenta reprender a su hija, pero sus palabras son interrumpidas cuando ella revela la identidad de la mujer.

— Ángel, esta mujer es mamá — responde radiante, escuchando por milésima vez la historia de su madre contada por boca de Dominic —. La reina Maya, la valiente. Aquella que enfrentó a todos sus enemigos.

Dominic terminaba la historia, Ángel, con sus ojos brillando de admiración, se acurrucó más cerca de su padre. Era una noche fría, pero dentro de esas paredes, el calor del amor y la historia llenaban el ambiente.

— Sí, cariño, esa es vuestra madre — responde Dominic con una sonrisa, acariciando el cabello de Ángel —. La reina Maya, una mujer de corazón fuerte y coraje inquebrantable.

— Cuando sea grande quiero ser como mamá. — Comenta Aurora abrazando a su padre.

Dominic sonrió, orgulloso del deseo de su hija. Miró a Aurora, que ahora tiene siete años, y vio en ella la misma fuerza que veía en Maya. Con sus ojos llenos de determinación e inocencia, supo que ella heredó la valentía y la resistencia de su madre.

— Ya eres tan valiente como tu madre, cariño — dice Dominic, abrazando a Aurora fraternalmente—. Y estoy seguro de que serás una mujer extraordinaria cuando crezcas, al igual que ella lo es.

Aurora sonrió, sintiéndose envuelta por la admiración de su padre. Se imaginaba siguiendo los pasos de la reina Maya, enfrentando desafíos con valentía y defendiendo a los más débiles con coraje implacable.

La ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora