02: Nace el Deseo.

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Ámbar había quedado sin palabras, extrañada por la respuesta de Gian. Según sus conocimientos, un Sigma es un lobo solitario, no comparte tiempo con nadie y mucho menos un lazo; si no comparte un lazo eso quería decir que no podía percibir el celo de una hembra... ¿o sí?.

Había acordado en tomar la poción una vez que se bañara, Gian usó un hechizo antiolor, para que ningún macho se acercara a la habitación. Mientras acariciaba con el jabón su suave piel, el recuerdo de su primo casi desnudo frente a ella atravesó su mente. Y que su cuerpo respondiera a dicho recuerdo, le hacía quedar en claro que en verdad estaba a punto de entrar en celo, o que ya lo había hecho. Solo faltaban unas semanas para su cambio de forma.

Salió de la ducha y secó su castaño cabello, envolvió una toalla alrededor de su cuerpo y la otra en su cabello. Salió del baño y escuchó sonar su celular, cuando vió la pantalla se fijó que era un mensaje de su prima Mila. Se deshizo de la toalla de su cabello y secó su cuerpo. Sacó una tanga y una pequeña bata para dormir y se los puso, tomó el celular y se lanzó sobre la cama.

Mila: hola Ámbar, ¿cómo te fue en tu primer día?, estoy muy sola aquí en la casa me haces mucha falta prima.

Una sonrisa cruzó el delgado y perfecto rostro de Ámbar. Era muy cercana a la sobrina de su padre, además también le hacía mucha falta estar y compartir con ella.

Tú: hola, no fué muy bueno q digamos, y tú ¿qué has hecho?

El sol ya se había ocultado, y la luz opaca y azulada de la Luna se filtraba por las ventanillas de las puertas. Ámbar sintió de nuevo ese impulso de querer ver a Gian, así que giro hasta que dió con la silueta que descansaba tranquilamente frente a ella. La sábana estaba envuelta en su brazo y otro extremo cubría parte de su abdomen... Pero lo demás quedaba descubierto ante los ojos de Ámbar.

Su teléfono sonó y ese ruido hizo que ella se sobresaltara. Cuando se percató de que era su celular, lo cogió para ver el mensaje de su prima.

Mila: de hecho he pasado tiempo con mamá en casa de la abuela, sabes que para ella es imposible salir de casa de la abuela y eso me tiene harta. Estoy cansada de sus cuentos de antaños y de que me confunda contigo.

Una risita se escapó de los carnoso labios de Ámbar, Gian se movió sobre el colchón por el sonido emitido por la castaña. Ella llevó una mano a su boca para oprimir su risa, aún así él se despertó y se sentó en la cama, observó el reloj sobre la cómoda y luego a Ámbar quien no se había percatado de que él estaba despierto. Observó con más detalle a la castaña.

Tú: es muy gracioso. Pero sabes q la abuela está ya mayor, debes tenerle paciencia.

Su teléfono no tardó en resonar.

Mila: demasiado mayor diría yo, aún así no me parezco a tí. ¡Y paciencia es algo que no tengo y tú más que nadie lo sabes!.

Cuando iba a responder, escuchó el sonido de agua cayendo sobre agua... Miró hacia la cama de Gian y se dió cuenta de que ya no estaba en su cama. Una corriente de calor la abordó, por miedo a que Gian le reprochara algo o simplemente por haberlo despertado. Vió la hora y ya eran casi las once, así que decidió enviar un mensaje rápido a su prima para despedirse.

Tú: ya te llamara por tu nombre, bueno te dejo voy a dormir mañana tango clases. Bye.

El sonido se pausó y luego la puerta del baño se cerró detrás de la esculpida figura de cierto moreno. La pantalla del teléfono se iluminó de nuevo.

Mila: okey primis bye. Que tengas dulces sueños.

De pronto la habitación se volvió sofocante, la imponente figura de Gian la hicieron sentirse acalorada, un pensamiento lujurioso abrumaba a Ámbar; era extraño para ella porque jamás había sentido algo de esa manera. Se paró y abrió las puertas del balcón para que la fría brisa de la noche acariciara su cuerpo.

El moreno siguió todos su movimientos, sabiendo con detalles lo que podría pasar si esto sigue así. Se acercó a Ámbar y esto, hizo que una corriente bajara a la entre pierna de la castaña al sentir el olor a cedro y canela provenientes del chico. Pero él siguió y se lanzó sobre la cama quedando con los brazos y piernas separados de su cuerpo y boca abajo. Controlando este deseo creciente dentro de sí, pero se estaba saliendo de control.

El calor de Ámbar aumentó al ver que la escasa luz de la Luna delineaba la espalda de Gian, hasta llegar a su trasero, que para ser el de un chico no estaba nada mal...

<<Mierda>>. Pensó la chica.

Recordó que no había tomado la poción. Gian se levantó de pronto, se acercó a la cómoda de Ámbar y tomó un frasco que estaba sobre ella, luego se dirigió hacia Ámbar y se sentó en la orilla de la cama, con la respiración alterada, ya estaba a punto de perder la cordura.

—Estoy vuelto un lío—dijo con la voz demasiado ronca—, te dije que te tomaras la maldita poción y no lo has hecho.

Ámbar ya estaba sentada sobre sus piernas cuando Gian dijo esto, agarró un puñado de su bata y lo sostuvo entre sus muslos. Verlo tan cerca... y ese olor que la embriagaba... todo esto junto a esa extraña sensación de orquestas en su estómago, bajaron en forma de líquido a su zona más sensible y no entendía porqué.

Gian posó una de sus manos sobre los muslos de Ámbar, casi dejando que su lobo Interior tomase el dominio, ella se estremeció ante el tacto. Nunca pensó que llegaría a sentirse así por el tacto de alguien, pero le otorgó toda la culpa de esto a su falta de responsabilidad, ¿por qué no se tomó la poción antes de irse acostar?

Gian movió los labios, a punto de pronunciar otra palabra, Pero al final no supo qué decir. Su tacto en la piel de Ámbar hizo que el lugar húmedo de la chica se sintiera palpitante y un poco doloroso por falta de atención. Ámbar no pudo evitar soltar un gemido, cuando Gian apartó la mano de su muslo, ella estuvo a punto de pedirle que la tocara otra vez, pero se contuvo. Tomó aire, soltó el puñado de tela que sostenía y se lamió las labios que ya estaban resecos.

Gian dejó su mirada puesta en el frasco. Ámbar guardó silencio porque no quería cometer un error, que luego fuera a lamentar, pero del cual no se arrepentiría.

—Tienes dos opciones—habló Gian y trago saliva, el sonido fue exagerado—: puedes tomar la poción, o...-dejó la frase en el aire, pero dejando más que claro con sus acciones lo que en verdad quería...

¿Quién puede resistir este delicioso aroma?

Ámbar se sobresaltó y todo su cuerpo fue aturdido por aquel ofrecimiento, aunque no lo dijo, ella pudo ver la lujuria en los ojos del moreno. No podía decir nada, solo sentía un deseo inmenso hacia Gian que no podía describir en ese momento.

Y que mucho menos podía entender.

***

Aquí para aquellxs que quieren ver a Gian:

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El Celo de Una Luna(Disponible En Dreame)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora