Las tres Lunas llenas se acercaban, el cambio de forma junto al Celo de una futura Luna estaban a punto de llegar...
Pero las Diosas Lunas tenían un destino preparado para Ámbar, quien iba a ser entregada como Mate a Dany, hijo del Alfa Asher. Este...
Linda había considerado la opción que Tomy había propuesto. Unir a su hija con el hijo de la manda Creciente, para unificar sus reinos y poner fin a su guerra... Aunque, no quería entregar a su hija de esa manera...
—Hola—saludo a su hermano con un beso en la mejilla—. ¿Dónde está Gian?, supe que llegó hace poco.
Loy le sonrió.
—¿Solo a eso vienes?, ¿tan pronto olvidaste a tu hermano?—negó—. Está en el bosque. Desde que llegó se la pasa cazando, no hace más que venir a la casa solo a dormir... Además de evitarme.
Linda le dió un abrazo y sostuvo sus hombros.
—Debe estar algo cansado, los estudios fatigan mucho Loy.
Sus iluminados ojos amarillos se entristecieron.
—No le he visto sonreír de nuevo Linda... Su rostro es frío y carece de alguna emoción. Al hablar no parece tener vida.
Era evidente que su hermano sentía tristeza al ver a su hijo así, estaban acostumbrados a verle sonreír. Siempre solía estar lleno de alegría y emoción, su risa era contagiosa. Pero ya era todo un hombre ahora, quizás algo había cambiado en él.
—Iré a verlo, si puedo sacarle el porqué de su actitud te lo haré saber.
Abandonó la casa para penetrar el espeso verdor del bosque, era medio día y los rayos de Sol bañaban la copa de los árboles... Gian estaba sentado en una colina muy alejada de su casa, su mirada estaba perdida en el horizonte, su cabello negro estaba recortado. No sé parecía en nada a aquél pequeño de dos años que ella conoció.
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—¿Qué haces aquí?—en verdad su voz era neutral.
Se acercó hasta pararse a un lado del moreno.
—¿De esa forma saludas a tu tía?—dejó caer su mano en el hombro de Gian—. Han pasado años... Te has convertido en todo un hombre, Gian.
Sus miradas se toparon... La de él carecía de algún sentimiento, estaba perdida dentro de sí.
—No puedo creer que estés aquí.
—Vine a verte varias veces, pero tú padre me dijo que estabas estudiando—se sentó—. No creí que él fuera capaz de dejarte a un lado de esa manera.
Gian bufó.
—Mi padre está dolido—jugó con sus manos—. Y lo entiendo, ni yo puedo perdonarme.
—¿Por qué dices eso Gian?.
—No le tomes importancia, mejor dime qué te hizo venir aquí.
Linda suspiró, pensaba darle una oportunidad a Gian de estudiar y perfeccionar sus habilidades mágicas. A parte de eso, ella estaba indecisa en si dejar que Ámbar fuese la mate de Dany, pero Tomy no compartía su idea. Ella quería alguien que fuese capaz de cuidar a su hija, no solo eso, también que estuviera al tanto de todo aquello que le beneficiara, para así poder decidir qué era lo correcto o no, antes de entregarla a un macho. Quería que Gian la cuidase, después de todo era un exelente cazador, según Loy le había dicho, además de ser un Sigma.
—Más que nada quería verte, hace años que no sé de tí—rodeó su cuello—. A parte... Tu padre me ha comentado que has desarrollado ciertas habilidades mágicas.
Gian ladeó la cabeza.
—Entiendo lo de querer verme—giró su rostro para mirar a Linda—, ahora explica: ¿qué tiene que ver que esté desarrollando magia?.
Linda frotó un poco el cabello de Gian antes de hablar.
—Quiero que vengas conmigo—le dió una sonrisa—, quiero que estudies magia si lo deseas...—torció sus labios—. También... Quiero que cuides de mi hija—lo soltó—. Ella está a punto de cambiar de forma, lo cual indicada que también entrará en Celo muy pronto. No quiero que alguien indecente se le acerque, Tomy quiere hacerla mate de Dany, el hijo del Alpha de la manada Creciente. Pero aún tengo dudas de si es lo correcto.
—No me habías dicho que tenías una hija.
—¿Cómo iba a hacerlo si no te he visto hasta ahora?—se acomodó—. Se llama Ambar, va a cumplir 18 en unos meses. No quiero que ella sufra el mismo infierno que yo, Gian—torció el gesto—. Tomy y yo no hemos tenido una buena relación, admito que tuve la culpa. Pero día y noche trató de mantener nuestro amor vivo... Pero después del nacimiento de Ámbar...—pensó por un momento, no sabía si decirlo era lo correcto—Tomy y yo no hemos compartido la cama—soltó al fin.
—Lamento eso. Es algo triste saber que sufres de esa manera, siempre mantienes una sonrisa a pesar de todo... Por eso jamás imaginé algo así.
—No hablemos de eso—le restó importancia—, quiero que me des tu respuesta.
Gian se mantuvo callado por un momento, luego observó la mirada ámbar de su tía.
—No tengo intenciones de estudiar más y sobre ser de niñero... No creo que resulte, a parte mi padre no quiere que vaya a ningún lado...—volvió su vista al suelo—. Quiere que le demuestre que puedo ser un Alpha.
—Loy nunca aprende... ¿Y tú qué piensas de eso?.
—¿Además de ser un Sigma?—rió sin ganas—. No quiero correr con esa responsabilidad, es un peso muy grande para mí.
Soltó aire por la nariz, no entendía cómo pasó ésto. Loy es hijo predilecto de un Alpha, al igual que su madre también lo era, entonces... ¿Cómo su hijo era Sigma?.
—Existe la posibilidad de convertirte en Alpha, solo debes demostrar tu deseo de serlo a las Lunas.
—No soy un Lobo completo, por mi cuerpo corre también la sangre de demonio... ¿Cómo puedes sentirte Alpha si compartes la sangre de tus enemigos?.
Linda se estremeció.
—La sangre de tu madre no debe avergonzarte cariño, ella ha sido el complemento perfecto para que tú nacieras—apoyó su rostro del brazo de Gian.
—Soy y siempre he sido una maldición para mí padre—volvió a hablar el moreno—. Causé la muerte de la mujer a la que amó...
—No, por las Diosas—lo apretó contra su pecho—. ¿Cómo puedes decir eso?, eres un chico gentil y no tienes la culpa de nada.
—Aunque nunca la conocí...—un corto silencio se apoderó del ambiente, la suave brisa los arropó—. Me ha hecho falta todo este tiempo, no puedo evitar sentirme culpable por ello, yo... Causé su muerte.
Al separar al moreno de ella, notó como las lágrimas rodaban por sus mejillas, pero aún sus ojos estaban vacíos. No había nada en ellos, eso oprimió el pecho de Linda, como si una daga se clavase en su corazón para torturarlo.
—No debí haber nacido.
—Gian... Tu padre te ama—apretó una mano del moreno—. Yo te amo, eres un chico espectacular, no digas ese tipo de cosas... Hablaré con tu padre—lo abrazo de nuevo—. Tienen que hablar seriamente.