CAPITULO 2: imperfecto

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Hueningkai

¡Hey, detente! — me gritó el señor de la tienda de la esquina mientras que al mismo tiempo intentaba perseguirme.



¡Lo siento mucho! — aceleré aún más dejándolo así atrás. — ¡Volveré para pagar por los daños!


Corrí y corrí casi sin aliento hasta que al fin pude divisar nuestro hogar.



Lea me va a matar. — lamentaba para mí mismo. Subí la barda de un costado casi de un salto para después seguir corriendo. — ¡Papá también me va a matar si me descubre!


La ama de llaves ya me esperaba con el traje en las manos.


Joven Huening, aquí está —tomé el saco sin siquiera detenerme.


¡Gracias Brizz! ¡Te debo una!


Subí las escaleras con lo último de fuerza que aún me quedaba en las piernas y me tiré en la cama apenas entré a la habitación. Tomé el libro más cercano y fingí leer algo de literatura griega. Papá no tardó mucho en aparecer frente a mí.



¿Me descubrió esta vez?


—¿Por qué sudas tanto? ¿Acaso leer te hace sudar?— me quitó el libro de las manos y yo solo bajé un poco la cabeza para que no notara lo rojo de mi rostro. — Este libro es muy bueno, hijo. Fue de los primeros que leí; incluso también lo fue para tu hermana Lea.


—Oh... no lo sabía. — respiré profundo sin que papá lo notara para ayudar a bajar la aceleración del corazón causado por la velocidad en la que corría para llegar aquí a tiempo.



Si bien papá cree que soy el Huening perfecto de la familia, la verdad es que no lo soy. No, es más, soy el peor de todos. No hay nada de perfecto en mi, soy todo lo opuesto.


Papá me entregó el libro en las manos y después comenzó a caminar hacia la puerta de mi habitación con su jugo verde en la mano izquierda.


Tenemos un compromiso esta noche así que arréglate lo mejor que puedas. Es importante.


—Está bien, papá.


—Bien. — cerró la puerta de mi habitación detrás de él dejándome al fin completamente solo.



¡Agh! ¡Creí que no lo lograría esta vez!— me acosté mirando hacia el techo y extendí ambos brazos sobre la cama.—¡Es una pesadilla!


—¿Joven Kai?— la ama de llaves llamó del otro lado de la puerta. Rápidamente la dejé pasar. — Tenga — me entregó un par de zapatos limpios pues mis tenis estaban llenos de lodo y pasto verde.


Muchas gracias Brizz.


—No agradezca joven Kai. Es un milagro que su padre no haya notado la suciedad en sus zapatos.—dijo mirando mis tenis.

No creo que corra con tanta suerte la próxima vez.— negué bajo pero al mismo tiempo yacía una sonrisa en mi rostro. — Tal vez debería dejar de hacerte esto, ¿no lo cree? Si me descubren a usted también le irá mal.


La señora Brizz sonrió y colocó su mano sobre mi hombro como forma de reconfortarme.


La próxima vez me aseguraré de tener listos sus zapatos también, joven Kai. — sonreí.


My dear Sputnik | Huening KaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora