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—JungKook. JungKook, ¿en dónde estás? Papá se va a enojar si la misa comienza y nosotros no estamos ahí.
JungKook se echa una risilla apenas audible mientras yace escondido detrás de una columnade concreto, esperando con maldad el momento exacto en el que su hermano mayor llegue hasta donde él se encuentra para entonces ponerle un buen susto.
Él halló un pasadizo secreto durante su recorrido por toda la capilla. Había estado aburrido de esperar sentado a que medio pueblo terminara de llegar, así que optó por recorrer el lugar con el fin de distraerse.
No sabe cómo exactamente llegó hasta detrás de la capilla y logró encontrar una puerta cubierta por la misma pintura vieja y desgastada que el de toda la capilla. La abrió con un poco de forcejeo y entró, ésta lo llevó por un pasillo tan oscuro e infinito que, por un momento, creyó nunca iba a salir de ahí.
Entonces, ahora está en ese lugar; escondido detrás de una columna de concreto porque su hermano consiguió seguirlo dejándose llevar por su olfato de perro.
—JungKook, sé que estás aquí, te seguí —le dice JiMin en lo que recorre aquello que parece un sótano abandonado y anacrónico con ayuda de un cerillo prendido—. Papá se va a enojar con nosotros por desaparecer. ¿En dónde estás?
JiMin gira sobre su propio eje un par de veces con el cerillo prendido por lo alto, tiene una sensación de estar con los nervios a flor de piel extrañamente, su pecho sube y baja disparado.
Está asustado. El lugar en el que está no le da buena espina y puede jurar que alguien, desde algún punto inexacto de ese sótano, lo está acechando con una mirada que no le da los aires de su hermano.
Sabe que su hermano menor está escondido cerca suyo pretendiendo asustarlo, pero también sabe que esos sonidos de las paredes siendo rasgadas por unas garras no son provocadas por su hermano.
—JungKook —suelta en un jadeo apenas perceptible.
A continuación, el cerillo que lo ayuda a ver en la oscuridad, se apaga como si alguien lo hubiese soplado frente a él. Todo se vuelve oscuro de golpe.
Se le ponen los pelos de punta, una respiración se cuela en su nuca y una voz rasposa le dice al oído que baje; lo hace con insistencia.
¿Bajar? ¿A dónde? Él no lo comprende. Quiere hacer oídos agudos para tratar de volver a escuchar la voz rasposa y extraña que acaba de desaparecer, sin embargo, su hermano aparece en escena.
JungKook lo agarra por detrás y le pega un grito al oído. Él brinca con el corazón desenfrenado y accidentalmente exclama el nombre de su amigo vampiro, lo que confunde a JungKook debajo de la oscuridad.
—¿Quién es YoonGi? —JungKook exige saber. Él no logra verlo, pero sabe que tiene la expresión ceñuda.
—Nadie —responde de inmediato aferrándose a los brazos de su hermano.
